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¿Adónde va a parar la
verdad cuando se la oculta? ¿En qué sitio se acumulan las mentiras cuando se
descubren las verdades? ¿Quién tiene la llave de esos lugares deshonrosos?
¿Cómo, cuándo y por qué se decide su apertura?
Son preguntas casi retóricas, porque quien más, quien menos, todos sabemos que los hilos del poder entretejen resguardos de sus mentiras permanentes para sacarlas a la luz cuando les sea útil. Y que las verdades ocultas son, en realidad, fruto de esas mentiras apañadoras de las ventajas que toman para sí quienes le niegan la vida a los oprimidos.
En ese proceso estamos ahora, cuando verdades y mentiras se muestran u ocultan cuantas veces les resulte necesario a los apropiadores del Estado, buscando únicamente la acumulación de mayores riquezas, sólo para ellos. Los embaucados serán la “carne de cañón” de sus guerras mediáticas y judiciales, donde intentarán destruir hasta los más pequeños atisbos de justicia social que sus perseguidos líderes populares habían logrado.
Lo han hecho decenas de veces a lo largo de nuestra historia. Pero nunca como ahora, habían establecido una correlación de fuerzas tan favorable a sus pretensiones de hegemonía eterna, construida a costa de apoderarse de lo más importante a la hora de dominar a otras personas: sus consciencias.
Tal es el nivel de
apropiación de voluntades, que éstas actúan en función de los intereses
opuestos a los propios, reproduciendo el proceso inmoral de sometimiento que
los hunde a ellos y arrastran al resto de la sociedad al abismo de la
desesperanza y la inacción, sentimientos que elevan aún más el imperio de los poderosos.
En esta dialéctica entre verdades y mentiras manejadas al
antojo de sus apropiadores, aparecen muy de vez en cuando, grietas que ni ellos
pueden impedir. Son provocadas por personas muy especiales, a las que nunca les
pudieron robar sus consciencias. Son los distintos de una sociedad, que
conservan el fuego sagrado que sustenta los justos deseos adormecidos de las
mayorías silenciadas.
Habrá de ser, seguro, con sus liderazgos que se podrá
terminar con la postración popular. Será con el despertar de las consciencias
que estimulan esos líderes, que se harán visibles las verdades escondidas bajo
las llaves de los poderosos. Y será esa liberación, la herramienta moral que
aplaste para siempre los vergonzosos escondrijos de las mentiras.
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