martes, 27 de junio de 2017

DE DUDAS Y CERTEZAS

Imagen de "Todo el campo"
Por Roberto Marra

De dudas y certezas está sembrado el camino de la vida. Esto también sucede con la política, ámbito donde se multiplican, por las características propias de esa actividad humana tan compleja. Cada idea, objetivo o necesidades planteadas, y cada proyecto diseñado para responder a ellos, despiertan vacilaciones y seguridades por igual, derivados de la índole y las dimensiones de las afectaciones que pueden alcanzar esos procesos propuestos y de las convicciones que las alimentan.
Dudar es una virtud, en tanto se limite al tiempo de investigar hasta encontrar respuestas certeras. Cuando se hacen permanentes, sin importar que los hechos se demuestren con evidencias claras, se convierte en una obsesión por sentirse diferente, fomentando un egoísmo que lleva al aislamiento y la inacción.
Por el otro extremo, tener certidumbres absolutas sobre todo, fanatizarse en la defensa de certezas no verificadas, conduce a seguras derrotas de los objetivos que se hayan propuesto alcanzar. Exaltados por convicciones nunca confrontadas con realidades históricas y presentes, se marchará sin escuchar las advertencias ni ver la realidad.
Al observar el accionar político-partidario argentino, se pude deducir fácilmente que las dudas (permanentes) solo se manifiestan sobre las posiciones ajenas, mientras las certezas (también permanentes) brillan para con las propias. Mucho más ocupados en demostrar miserias de los adversarios, no dudan (paradojalmente) en asegurar maldades incomprobables y corrupciones sin evidencia alguna.
En esos casos, lo más probable es que las dudas no sean ciertas, al igual que las certezas. Se trata, en realidad, de estrategias perversas para asegurar el dominio de las voluntades mayoritarias, con el insano propósito de profundizar el poder de quienes ya lo ejercen desde hace demasiado tiempo.
Es un juego demoníaco de envenenamiento espiritual y desprecio absoluto por la verdad, donde los medios son el ámbito preferido para dar rienda suelta a sus macabros planes de generar dudas y certezas. La recreación teatralizada de la realidad, con actores que calumnian a sus enemigos ideológicos y exaltan a sus mandantes, termina por convertir las pequeñas dudas en imbatibles certezas, y viceversa. Así habrán cerrado, junto a los dudosos egoístas y los fanáticos de certidumbres jamás comprobadas, el vicioso y fatal círculo del inmovilismo político.

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