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Pasan cosas importantes más allá de las fronteras. Hechos
que conforman un Mundo cuyas complejidades asumen muy pocos, dejando de lado
las interrelaciones evidentes que existen entre naciones y pueblos, reflejando
ese viejo principio del aleteo de la mariposa del otro lado del Planeta, que
puede provocar un huracán en este lado.
Pero poco y nada vemos en los principales medios de
in-comunicación locales, auto-asumidos como líderes de opinión, donde las
informaciones internacionales tienen muy poca difusión, salvo las que
involucran temas irrelevantes o el morbo de los atentados terroristas, siempre
y cuando se desarrollen en los países “centrales”.
Siria, Irak, Afganistán, Palestina, Nigeria, Libia, Pakistán
y otros sitios donde la muerte predomina y los atentados y masacres se suceden
día tras día, solo merecen para los medios argentinos algunos parrafitos
perdidos en la maraña de mendacidades locales, dedicados como están a la
protección de los poderosos gerentes gobernantes.
Las noticias de los países latinoamericanos son otro ejemplo
de la poca importancia que los medios hegemónicos nacionales le otorgan a los
sucesos internacionales. Con el agravante del origen de esas pocas informaciones,
que toman de la prensa norteamericana, donde se filtran los intereses de esa
potencia mundial por el dominio de nuestra Región.
Venezuela, Ecuador y Bolivia se estigmatizan como países
gobernados por demonios populistas, muy parecidos al genial personaje de la Costa
Pobre de Alberto Olmedo. Allí, nuestra prensa solo consulta a siniestros
personajes opositores que, al igual que nuestro actual presidente, pertenecen a
los sectores del poder concentrado, acostumbrados a gobernar con miseria y
pobreza, imprescindibles para el crecimiento de sus fortunas mal habidas.
La mentira periodística termina abarcando todo el Planeta. Lo
desinformación no es casual, sino parte del sistema para el dominio de los
pueblos. Las sociedades se empobrecen, económica y culturalmente, a propósito, para
generar individuos apáticos y egoístas, incapaces de comprender la realidad mundial
que afecta sus vidas, aumentan sus desgracias y anulan sus futuros.
Mientras tanto, la televisión argentina no habrá de mostrar jamás
el aleteo de las mariposas de otros meridianos. Pero los huracanes mundiales
siempre nos llegarán, inexorables y fatales.
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