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Que nuestro País está pasando por una etapa de compleja
situación económica y social, nadie podría negarlo. Paros docentes por aumentos
miserables en todas las provincias, marcha de trabajadores que permitió ver la
distancia con los supuestos dirigentes de la mayor central obrera, y una
movilización de mujeres que dejó traslucir mucho más que simples reivindicaciones
femeninas.
Frente a tanta acción popular, desbordante de las
elucubraciones dirigenciales, las organizaciones políticas bullen hacia su
interior, por disputas que superan las acostumbradas rencillas por elecciones
cercanas. Los militantes de los sectores opositores al proyecto que lleva
adelante el gobierno de la coalición conservadora gobernante, comienzan a
preocuparse por disputas ideológicas profundas, donde las definiciones sobre
cada tema se convierten en duras batallas internas.
Nada mejor que el debate para dilucidar identidades. Pero,
al ver y escuchar algunas manifestaciones proferidas por militantes enardecidos
en defensa de sus posiciones, se nota una falta de comprensión de la realidad
preocupante, para quienes debieran ser los más informados, además de
apasionados.
Costumbre politiquera por excelencia, mirarse el ombligo
parece ser el deporte preferido por estos energúmenos que producen daños
irreparables a las estructuras políticas populares, pero no solo hacia el
interior de las agrupaciones, sino inundando de rencores a toda la sociedad, ya
bastante desarmada frente a la andanada de medidas económicas empobrecedoras.
Hablando de unidad, provocan la disgregación y el desengaño.
Reclamando apertura, cierran sus posiciones hasta límites imposibles de
traspasar con alguna opinión divergente. Dicen sostener banderas históricas, pero
las reducen a dogmas inútiles para la construcción de mayorías. Pretendiéndose
superiores a sus líderes, desconocen sus virtudes, resaltan sus defectos, y solo practican el conocido deporte de serruchar
el piso, para erigirse en conductores.
Es hora que la sociedad, y sobre todo los actores políticos,
dejen de mirarse el ombligo de una sabiduría que no poseen, para verse a los
ojos y reconocer en los otros, la Patria de sus iguales. Y admitir que la declamada
unidad, solo puede concretarse reconociendo falencias propias y capacidades
ajenas. Entonces sí, la palabra “cambio”, tan bastardeada y pretendidamente mágica,
volverá a tener la dimensión histórica que el presente de miseria y retroceso está
demandando.
""Los familiares y amigos de Macri tendrán más control cuando hagan contratos con el Estado."
ResponderEliminarLANACION"
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HECHA LA TRAMPA, HECHA LA LEY
Hecha la trampa o sea ley davositos de contratacion de obrapublica
que permite subcontrataciones y transferencias de contratos con el estado!!!!!
Hecha la ley o sea
Los familiares y amigos de Macri tendrán más control cuando hagan contratos con el Estado.
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NOS TOMAN POR GILES TERCIALIZAN EL ASUNTO O USAN TESTAFERRETERIA Y TODO LES CHUPA UN HUEVOOOOOO!!!!!!