Imagen de Big Bang! News |
Sabido es que, en los espejos, nos vemos reflejados tal como
somos, pero al revés. Somos otra persona, tan igual y tan opuesta. También,
producto de la dialéctica entre el deseo y la realidad, muchas veces no vemos
lo que la imagen espejada nos devuelve, sino lo que queremos ver en ella.
Surgirá entonces, en los espíritus especulativos, la duda sobre la conveniencia
de mostrarse ante los demás como realidad o espejismo.
Y así, como en aquel relato infantil, donde una malvada
reina habla con un espejo exigiéndole que le mienta sobre su propia belleza, su
símil masculino argentino parece pretender lo mismo de la sociedad que lo
eligió para gobernar. El Pueblo, espejo donde los gobiernos debieran ver, honestamente,
el resultado de sus acciones, le devuelve, a este especulador miembro de la
nueva oligarquía nacional, una imagen irreal de satisfacción y felicidad
popular.
Lejos de comprender lo que ve, solo se interesa por armar la
fantasía que lo sustente por el tiempo necesario para hacer sus negocios (y el
de sus amigos), dejando para el espejo donde mira el Pueblo, la transmutada realidad miserable que provoca
su paso por la función pública. Tal como en Blancanieves, también intenta
destruir a quien sabe superior a él, para impedir el regreso de las felicidades
reales que reflejaba.
Pero el espejo de la vida, como el de aquel sencillo cuento
para niños, se resiste a mentir. Insiste una y otra vez, reflejando la realidad
dolorosa que resulta de la presencia de un presidente envanecido con sus
réprobos actos de gobierno. Ofendido con su decadente imagen, intenta torcer el
entendimiento popular de sus actos, ofreciendo manzanas envenenadas con la
poderosa ponzoña del olvido, ayudado por sirvientes mediáticos siempre
dispuestos a acompañar a los poderosos de turno.
No será un providencial príncipe que vendrá a salvar al
Pueblo del destino cruel al que estos insolentes de la historia intentan
conducirnos. No será la rotura del espejo lo que nos asegure cambiar la imagen de
la desesperanza que nos refleja. No podrá ser solo el deseo y la voluntad, el
combustible para la puesta en marcha de la maquinaria de la verdad.
Será con la reconstrucción de nuestras propias conciencias
como podremos observar la verdadera imagen del espejo del futuro, donde la
ilusión envilecida deje paso a la utopía sana de la felicidad popular. Un
espejo que refleje, enderezado y fiel, un pasado olvidado a fuerza de tramposos
discursos e insustanciales esperanzas.
CARAS VEMOS CORAZONES NO SABEMOS
ResponderEliminarY POR ESO LOS VOTARON
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PERO AHORA CONOCEMOS SUS CORAZONES
ES ESTUPIDO PEDIRLE UN CAMBIO
SOLO SERIA UNA PINTADITA
SERIAN LA MISMA PODRIDA SEPULTURA ANTISOCIAL Y ANTIPATRIA POR DENTRO.
YA VIMOS SUS CORAZONES.
Y ESO QUE DON FRANCO NOS ADVIRTIO NO QUIERO QUE MI HIJO SEA PRESIDENTE NO TIENE CORAZON!!!!!