viernes, 4 de noviembre de 2016

LOS “BONIS”

Imagen Los frikis al poder...
Por Roberto Marra

Hubo un tiempo, a finales de la época de la República Romana, durante el cual el Senado estuvo dominado por los denominados “Boni” (un término que significa "hombres buenos" en latín), y que fue activamente utilizado por los líderes de ese período histórico. Esos especiales miembros del Senado Romano, nunca aprobaban nada que pudiera ir en contra de los intereses de los poderosos de la época, o a favor de la Plebe.
Parece que esos tiempos han vuelto, instalándose en nuestro País, más precisamente entre diputados y senadores nacionales, donde una parte de ellos se ha convertido en modernos “Bonis”, siempre prestos a colaborar con el ejecutivo nacional en cuanto proyecto presente ante las respectivas Cámaras. Atentos ante cada solicitud presidencial, olvidando sus orígenes políticos y sus cacareos pre-electorales, apuran aprobaciones de leyes que, invariablemente, perjudican a las mayorías y benefician a los eternos dueños del Poder.
Los disfraces que se ponen para poder hacer lo que no podrían, de acuerdo a los principios que manifestaban antes con evidente falsedad, son los del “republicanismo”, eufemística manera de conversión maléfica al Dios Mercado, hoy apropiado del Gobierno. La defensa de la “institucionalidad” o la “gobernabilidad”, es otro caballito de batalla mediático, al que con compungidas expresiones acuden cada vez que se les demanda explicaciones por sus tan innegables deslealtades ideológicas.
Pertenecer a los actuales “Bonis” parece ser contagioso. Peor que el HIV, este peligroso virus se expande cada vez más, dejando solo un pequeño grupo de legisladores como los últimos defensores de sus originarias posturas filosóficas, libres de tal enfermedad de la conciencia. Es tan degradante este proceso viral, que el honor y la moral dejan de existir de inmediato, y la indignidad y deshonestidad se potencian.
El tiempo, ese insaciable devorador de mentiras, terminará, algún día, por poner luz ante los ojos obnubilados de los perjudicados por tantas deserciones morales provocadas por el virus de la deslealtad. Estará, entonces, en manos del propio Pueblo descubrir la vacuna definitiva contra esta letal toxina de la democracia.  A menos que el suicidio colectivo, sea el destino elegido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario