miércoles, 16 de noviembre de 2016

EL PURGATORIO ARGENTINO

Imagen The Wanderer
Por Roberto Marra

Complejo caso el de los argentinos, que parecemos transcurrir nuestras vidas entre la existencia real y un purgatorio del que entramos y salimos sin morir del todo. Es que los vaivenes de las decisiones políticas nos arrastran alternativamente hacia períodos de bienestar o de adversidades, manteniéndonos en un estado latente de supervivencia del que no terminamos de emerger.
Cuando se transita un tiempo de generación de derechos y desarrollo económico virtuoso, cuando todo parece encaminado a terminar con las lacras de una sociedad atravesada por el sistema injusto que impera en sus relaciones de poder, aparece una “tormenta” política-económica que barre con las conquistas que, con tantos esfuerzos y sacrificios se había logrado.
La llegada de esta tormenta tan especial, no se produce por la intervención del Espíritu Santo, no es producto de decisiones libres del propio Pueblo, aun cuando se vote por ellas. Por el contrario, son elaboraciones perversas de quienes detentan hegemonía de poder económico dentro de la sociedad, sobre la cual ejerce sus influencias con las aviesas intenciones de dominación absoluta, con el único interés de aumentar hasta el infinito sus capitales.
Las consecuencias, evidentes para quienes quieran ver, es la brutal transferencia de riquezas desde los que menos tienen a los que siempre tuvieron más. Pero, ¿cómo puede el Pueblo aceptar tanta degradación, tanto avasallamiento de sus derechos, tanta miseria disfrazada de futuros imposibles de cumplir?
Es que la historia la escriben, la relatan y la televisan los que ganan, y estos dueños del Poder vienen haciéndolo desde hace demasiado tiempo, multiplicando sus influencias, lo que se traduce en la aceptación del látigo del amo como una necesidad previa, imprescindible para alcanzar las prometidas mejoras de sus vidas.
Claro que, cuando se tocan extremos insoportables de padecimientos, llegan los momentos de las rebeliones. Pero también allí los poderosos actúan, cooptando a algunos líderes de esos levantamientos que, con sus traiciones, minan las posibilidades de un triunfo irreversible del Pueblo.
Tal vez ahora, cuando el mismo Príncipe de las Tinieblas parece pasear orondo por los pasillos de la Casa Rosada trocando todo en miserias y desgracias, pueda valorarse en toda su dimensión lo perdido y volver a intentar una nueva reconstrucción, esta vez definitiva, para no tener que pasar por enésima vez por un purgatorio que no merecemos.

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