lunes, 6 de agosto de 2018

EL DESTINO EN NUESTRAS MANOS

Imagen de "Canal 13 San Juan"
Por Roberto Marra
No es el destino. Es Macri”. Así culmina una nota en Página/12 la talentosa periodista Sandra Russo, donde expone la crudeza del momento político por el que estamos transcurriendo. Y no es Macri como individuo (aunque también), quien importa de verdad. Es su representatividad de clase, su trasfondo ideológico, los colgajos de la oligarquía que lo adornan, los discursos bañados de inútiles “alegrías” intentando mantener la dispersa “tropa” que lo sigue en sus oscuras y tramposas decisiones.
Este cínico y cruel personaje se ha apoderado de la verdad, la ha destrozado con el mellado cuchillo de un periodismo vendido al mejor postor, la ha manipulado hasta convertirla en una pasta maleable para acomodarla a sus intereses miserables de hegemonías eternas.
No se detiene ante nada. Ni docentes que vuelan por los aires, ni escuelas atadas con alambres oxidados, ni puebladas exigiendo lo que nunca habrá de aceptar hacer. Está en su “ADN” politiquero, forma parte de su asqueante realidad virtual, ofrecida como se ofrecen las también virtuales comidas a los alumnos de esas escuelas empobrecidas hasta la muerte.
Cuenta a su favor con la colaboración estrecha de lo peor de eso que se denomina “justicia”, remedo lúgubre del otrora respetado último escalón de la verdad, dominado eternamente por los únicos a quienes se les permite acceder a los máximos cargos por su pertenencia de clase (o su genuflexión prebendaria).
Desde allí nació otro de los distractivos pasos de comedia destinados a poner en la picota a la ex-Presidenta, destino final de cada uno de los actos que desarrollan estos vendepatrias disfrazados de luchadores contra la “corrupción”. Con horas de seguimientos de cuadernos falsificados, de fotocopias probatorias de la nada, de encarcelamientos ilegales, van conformando una certeza en los débiles miembros de esta sociedad enfrascada en sobrevivir, donde señalar culpables ha pasado a convertirse poco menos que en un deporte.
Allí está también, como el telón de fondo de las tropelías macristas, la giocondina sonrisa de la sucesora en ciernes, tan perversa o más que su payasesco presidente, preparada siempre para lanzar la estocada de una mentira preparada en los talleres duranbarbescos, acusando a sus enemigos políticos de sus propios delitos. Cuenta a su favor con un ejército de “trolls”, basura mediatizadora de falsedades goebbelianas, que inundarán las redes con mendacidades que ya pocos creen.
Evasores, lavadores de dinero oscuro en guaridas fiscales, ladrones de identidades para uso electoral, fraudulentos y tramposos, suman cada día un “blasón” más a sus andanzas por el camino del enriquecimiento ilimitado. Preparan las armas para prevenir rebeliones pacíficas, reprimen con saña y matan por la espalda a luchadores sencillos de comunidades perseguidas para apoderse de sus legados ancestrales y entregarlos al imperio y sus secuaces.
Petroleo, gas, litio, oro, agua, son las exigencias de sus patrones mundiales, a cambio de millones para ellos, monedas para sus cómplices y hambre para las mayorías. La soberanía ha pasado a peor vida, aplastada por las botas de los yanquis enquistados en los lugares claves del territorio, mientras ministros y jueces pasan por la “embajada” para recibir órdenes, las que cumplirán con el placer propio de los traidores.
Patética pero auténtica descripción de una realidad necesitada de valientes, en medio de una oscuridad ideológica precisada, a su vez, de líderes que la iluminen. Y de un Pueblo predispuesto a trastocar tanta inmunda andanada de abusos, tanta metralla de mentiras, tanto olor a muerte temprana, tanta miseria consumada, fabricando ahora su propio destino, para que nunca más éste vuelva a estar en manos de un Macri. Auténtico o enmascarado.

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