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La
palabra socialismo remite a ideas de igualdad, de solidaridad, de
justicia social, de vidas dignas de los pueblos, de posibilidad de
desarrollo de las potencialidades de los individuos por imperio de
una distribución equitativa de lo producido socialmente, generadora
de una cultura donde el trabajo fuera la base sustentable de la
superación común de las desigualdades que el sistema capitalista
promueve y necesita para la profundización de sus peores
consecuencias.
Sin
embargo, mucho tiempo después de la aparición de aquellas utopías,
hoy día esa palabra aparece aquí tan devaluada como algunos de
quienes la pronuncian vanamente, tratando de convencer a la sociedad
de objetivos en los que no creen y convirtiendo esos sueños en
envases edulcorados para tratar de mantenerse en los cargos.
Es
el caso de la Provincia de Santa Fe, donde el supuesto “socialismo”
gobierna hace tantos años, y de la ciudad de Rosario, donde lo ha
hecho durante más tiempo aun. Y no es que lo han hecho todo mal, ni
que no hayan promovido algunas mejoras sociales. Sin embargo esas
mejoras no dejan de ser lindas cáscaras vacías de futuros repletos
de injusticias irresueltas, espacios llenos de formalidades,
estudiadas para cautivar las voluntades electorales con “maquetas”
de una realidad en la que no sueñan más desde hace demasiado
tiempo.
Ahora,
cuando lo peor del neoliberalismo estalla sobre la Nación, a cargo
de lo más retrógrado de la clase dominante, ahora que ya no existe
el enemigo populista en el gobierno al que endilgarle todo lo malo y
arrogarse lo único bueno que suceda en la Provincia, ahora que
debiera aparecer ese supuesto origen “socialista” de los
dirigentes provinciales y locales, por el contrario, se convierten en
los mejores alumnos de la plutocracia macrista, aceptando cuanta
imposición provenga de esos enemigos de la sociedad enquistados en
el gobierno nacional.
Idas
y vueltas permanentes en la relación con los funcionarios
nacionales, no son óbice para la profundización del carácter
conservador del gobierno de la Casa Gris, más gris que nunca por la
poca imaginación puesta al servicio del Pueblo y más oscuro aún
por las propuestas de endeudamientos, que nos harán más vulnerables
todavía a los vaivenes de las políticas financieras de los Ceos que
transformaron al País en una timba al servicio de sus propios y
sucios intereses.
Están
acompañados por una “oposición” autodenominada “peronista”
(otro descrédito a un sentimiento y una palabra con tanta
significancia histórica y social), sobre todo los senadores
provinciales, transformados en especuladores de prebendas que les
permitan conservar sus cargos miserables (por lo indigno de sus
actitudes, no por los montos de sus remuneraciones).
Un
panorama que augura malos presagios para la población santafesina,
con las fauces de la alimaña neoliberal al acecho para tomar la
riendas de la provincia y la ciudad, gracias a otra pata fundamental
de tanto desatino: los medios de comunicación, tan concentrados como
en la Nación, tan obsecuentes del Poder y tan dominantes del
imaginario público como aquellos.
El
odio y el desprecio generados y alimentados por estos “maestros”
de la indignidad, solo podrán ser superados por nuevos-viejos sueños
(esta vez sin desvíos), que aseguren la unidad de los que todavía
creen en los valores que aquellas utopías ayudaron a convertir en
esperanzas y luchas, para la construcción de una Provincia y una
Ciudad donde solo reine la ultrajada y calumniada Justicia Social.
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