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Cuando
se habla de información, se está mencionando uno de los elementos
centrales para definir el tipo de sociedad en el que se vive o que se
pretende construir. La comunicación de los hechos es la llave para
comprender la realidad, es el método que permite conocer causas y
consecuencias, valorar principios y finales, entender razones y
supuestos, alcanzar el conocimiento aproximado a una verdad que
elabora cada quien a partir de los datos básicos que brindan los
agentes de las noticias.
Definida
así la construcción de la información, se transforma en vital para
el desarrollo de una Nación. La influencia informativa sobre la
población es un territorio en disputa permanente, donde el Poder
corporativo mundial ha concentrado sus esfuerzos como base de la
dominación cultural, que es el reaseguro de la económica-financiera
y la geopolítica.
Allí
entran las agencias de noticias internacionales, que conforman el
germen de esos empeños oligopólicos, alineadas con aquel Poder que
todo lo domina, sembrando el Mundo con sus opiniones en forma de
“noticias objetivas”, la mayoría de las veces, falacias elevadas
a la categoría de certezas.
Pero
aquí, en Argentina, como en otros países que han intentado
liberarse de esa “tiranía” comunicacional, nació hace más de
setenta años una agencia de noticias nacional, con el fin de
elaborar nuestras propias verdades, tamizadas por nuestra
idiosincrasia y con objetivos liberadores de ese yugo imperial que
desguaza la conciencias con sus crónicas deformantes de la realidad.
Fue así que se generó Telam, bautizada “Telenoticiosa americana”,
con esa impronta que por aquellos tiempos ya vislumbraba la
importancia de pertenecer a la Patria Grande.
Ambicionada
presa de cuanto gobierno antipopular atravesó nuestra historia a
partir de entonces, se fueron sucediendo desguaces, rearmes,
desmantelamientos, reconstrucciones y renovaciones. Con tecnologías
actualizadas, influencias expandidas y planta periodística ampliada,
fue encontrando su mejor momento, con la capacidad informativa
elevada y la calidad comunicacional al servicio de una verdad
retaceada y escondida por los medios hegemónicos en estos últimos
años donde los gobiernos populares le dieron la importancia que
merecía.
Pero
el neoliberalismo, que todo lo atraviesa con un economicismo cínico
y devastador, también llegó a Telam. Fue de la mano de un taimado
personaje, pretendido “periodista”, un malandrín de poca monta
respaldado por el rufián de la Rosada y las necesidades ajustadoras
del FMI, a las que sirve sin dudar, empujando a nuestra vieja agencia
nacional al abismo de la desaparición. Los medios públicos en
general son, para esta runfla de perversos, tan descartables como sus
integrantes, a quienes estigmatiza por sus ideologías para
arrojarlos al vacío laboral y preparar otra demolición de la verdad
informativa.
El
concepto mismo de información está siendo atacado, la propia
realidad se tergiversa a cada momento para servir al desastre social
en el que estamos inmersos. La destrucción del aparato
comunicacional del Estado forma parte de las necesidades de
apoderarse de él por parte de la oligarquía informativa que fue la
base para lavar cerebros y apoderarse de la estructura que, se sabía,
venían a deshacer.
La
eliminación de personal es el deporte preferido de los
ensoberbecidos inútiles que desgobiernan la Nación en nombre de
libertades que no permiten y segundos semestres que nunca llegan.
Pero hay cosas que no comprenden estos mendigos de favores fondistas.
Hay sentidos que no pueden asimilar, por su desapego a los conceptos
sociales que forman parte indisoluble de nuestra historia popular.
Hay enterezas y valentías que nunca alcanzarán, como sí lo harán
los honestos trabajadores de las noticias, que sabrán encontrar el
camino de lucha que restablezcan los principios que originaron
“nuestra” Telam, para devolverle el objetivo concientizador que
el Pueblo necesita.
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