martes, 19 de junio de 2018

MOVER EL BANCO

Imagen de "Radio La Voz"
Por Roberto Marra

Entraron los suplentes. El mejor equipo tuvo que “renovarse” ante la realidad aplastante de los resultados adversos. Sus pretensiones de ser los mejores se ha puesto en duda, incluso por sus más acérrimos defensores. Claro que los cambios son, en realidad, más aparentes que verdaderos. Se trata de nuevas caras y viejas mañas, con los objetivos inamovibles y el destino dramático al que se está dirigiendo con la satisfacción de los perversos y el dolor de los “espectadores”.
Ese “seleccionado” de banqueros, representantes de fondos buitres, especuladores financieros y coimeros de obras públicas, se refrescó con la introducción de personajes tan nefastos como los precedentes, apremiados por cumplir con el mandato del organismo mundial que ha reemplazado a las instituciones de una democracia que ya parece una entelequia perdida en el recuerdo.
Analizar los orígenes de cada uno de los “suplentes” sería inútil. Tanto como pretender que la nueva “delantera” pueda meter un “gol” a favor. Siempre serán en contra, siempre serán sus medidas, lacerantes para las vidas de quienes pagamos sus desmanes y beneficiosas para sus fortunas “of shore” y el dominio imperial cada vez más omnipresente.
El aparente “director técnico” de los recién ingresados al “campo de juego”, no puede conducir ni una calesita sin chocarla. Su inutilidad es directamente proporcional a su inmoralidad. Su única preocupación parece ser la de asegurar las fortunas de los integrantes del “peor equipo” y de las corporaciones que lo sostienen y demandan, abrir las fronteras a las tropas de ocupación extranjeras para el dominio imperial de la región y atenazar las posibilidades de maniobra de cualquier gobierno que lo suceda.
Pero la verdadera razón de la permanencia de las mismas “estrategias de juego” debe buscarse en la falta de reacción masiva de la población, aun cuando haya movimientos sectoriales que tomen la calle para exigir algunos cambios. Apabulla la pasividad con la cual se reciben las destrucciones de cada uno de los derechos adquiridos tras décadas de luchas, después de haber atravesado un proceso tan virtuoso de generación de un estadío social superior.
La inoperancia y la degradación de muchos de los pretendidos líderes “renovadores” de la política patinaron hace tiempo en el barro de la inmoralidad y los contubernios con el Poder. Las palabras de quienes sí conservan sus convicciones intactas son desoídas, gracias a una propaganda ya ridícula de los medios, copartícipes de los daños y los beneficios de este modelo de destrucción masiva de la realidad.
La “goleada” en contra parece inevitable. El arco está desguarnecido, la pelota la domina el contrario, nuestra defensa está lesionada, la delantera no remata nunca al arco y el medio campo creativo parece sin ideas. Pero está la tribuna, el último refugio del aliento imprescindible para mover el banco, para que entren a jugar los mejores de verdad, los que nunca se rinden ni traicionan, los que saben jugar aún contra los peores enemigos, los que jamás cambiaron sus camisetas por los colores de quienes pretenden dominar el juego mundial.
Es la “hinchada” la que cambiará el sentido del juego. Es por ella que aparecerán las “gambetas” al Fondo, los “caños” a los poderosos y los “pases” certeros al líder de una delantera habilidosa y sagaz, para poder culminar con una “goleada” que envíe al maldito equipo de hipócritas y ladrones al final de la tabla de la historia, aplastados por los auténticos representantes de un Proyecto Nacional, el único y legítimo artífice de las victorias populares.

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