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“Se perderán tantos millones”,
dirán. “Han elegido el camino de la confrontación, no del
diálogo”, asegurarán. “Los únicos perjudicados serán los que
sí quieren trabajar y no los dejarán”, espetarán. “El camino
elegido solo retrasarán las soluciones”, explicarán. “Al País
hay que ponerle el hombro trabajando”, expresarán sin sonrojarse
quienes jamás lo hicieron.
Como ante cada medida de fuerza de los
trabajadores, el Poder y sus gerentes se plantan con las mismas
actitudes para rebajar sus causas al nivel de la irresponsabilidad de
los dirigentes de las organizaciones de los trabajadoresy exaltar
sus propios “esfuerzos” para brindarnos las soluciones que nunca
(pero nunca de verdad), habrán de verse como resultado de sus actos.
Prometer es su virtud más destacada.
Mentir es la herramienta de mayor dimensión para retrasar esas
promesas al infinito. Relatar historias dignas del realismo mágico
(sin su belleza narrativa), para inculcar antagonismos hacia los
verdaderos defensores de los intereses de los trabajadores, ha sido
su forma impúdica de alterar el desarrollo social, guiándolo hacia
este presente plagado de pobrezas, anticipador de un futuro de
miserias (casi) sin retorno.
Han tenido, hay que decirlo, mucha
ayuda de ese trio de “bellos durmientes” de la CGT, tan servicial
con el Poder como inoperante para con sus representados. A fuerza de
empujones de la realidad, por imperio de los gritos de las calles, se
han visto forzados a integrarse a las verdades de a puño expresadas
por los sectores más lúcidos de los movimientos laborales. Han
recibido el “beso” despertador de los otros dirigentes, los que
no claudican, los que nunca abandonan.
Jamás dejan de ser lo que son,
especuladores que calculan costos y ganancias ante cada estadío
social y económico. Lanzan ahora un paro para descomprimir la
ebullición callejera que está comenzando otra etapa, frente al
recrudecimiento de la ferocidad neoliberal y sus “ajustes
fondeadores”. Pretenderán, de esa manera, continuar en la
consideración positiva de sus ¿representados?
Por supuesto, la negación es la
actitud de los “cambiadores”, que no cambian nunca sus diatribas
antipopulares, insistiendo con los manejos mediáticos que les
pusieron la “alfombra roja” hacia el dominio de las debilidades
masivas, barriendo bajo ese tapiz sus negociados y evasiones
invisibilizados por la prensa amarillista y miserable, con la escoba
ancha de los tribunales de la (in)justicia amañada.
Amenazas y prepotencias son las monedas
corrientes de la “robocop” del subdesarrollo que oficia de
ministra de (in)seguridad. Verborragia economicista sin sustento son
las de los “conductores” de la economía, no más que simples
mandaderos corporativos. Palabrerío ridículo del ministrucho de
trabajo, abusador crónico de “empleadas domésticas”. Inutilidad
verbal la del máximo endeudador de la historia, atrapado en un
personaje que está cayendo en desgracia por su brutal perversión.
Así llegaremos a este paro tan pedido
como postergado, con esos gobernantes decididos a aplastar la
historia, a degradar los derechos y consumar sus estafas a como de
lugar. Están juntando poder de fuego (real), están trayendo aliados
imperiales. Están consumando un País para ellos, los oligarcas
odiadores de obreros, despreciativos de Pueblos, exterminadores de
futuros felices.
Tal vez se ilusionen con “descomprimir”
la ansiedad popular. Y Puede que estiren un poco sus influencias
mediatizadas. Pero el carro popular se puso en marcha y de él tiran
millones de agobiados buscando el camino de una esperanza que no ha
dejado de latir. Solo falta que las riendas sean tomadas por quienes
mejor comprendan y representen a los únicos y eternos constructores
de las sociedades justas: los trabajadores.
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