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Cacho y María eran dos personajes derivados de la
dudosa creatividad de Duran Barba, el asesor supuestamente experto en
comunicar las acciones de gobierno. El presidente Macri repetía, en
cuanta entrevista le realizaran, los nombres de esos dos inventados
representantes del “verdadero” sentir popular, que ni eran
verdaderos, ni populares. Se trataba, simplemente, de poner en boca
de terceros las supuestas bondades del degradante proyecto de
sub-Nación que pretende construir el actual gobierno.
¿Donde
estarán ahora Cacho y María? ¿Por qué no aparecieron más,
relatando la realidad ficticia de cada día? ¿Será tal vez porque
han logrado ascensos sociales que lo alejaron de sus pobres vecinos
de barrios pobres? ¿O podrá ser que hayan viajado a Miami a comprar
televisores? ¿Será que sus crecientes salarios les han permitido
comprarse el “autito” que antes no podían, y se fueron a
recorrer el País?
Sin
embargo, antes que semejantes desvaríos fantasiosos, lo más
probable es que Cacho y María no lo estén pasando tan bien como en
los imaginarios encuentros con el presidente. Es mucho más seguro
que sus salarios ya no les alcancen para llegar a fin de mes o, lo
que es peor, que hayan perdido sus empleos. O puede que hayan que
tenido que mudarse a la casa de sus padres, al no poder pagar el
alquiler. Incluso sus hijos ya no podrán seguir en la escuela
privada que exhibían con orgullo mediopensante.
No,
Cacho y María ya no son lo que eran. La sombra de la pobreza los
envolvió como a millones de iguales a los que ellos nunca creyeron
pertenecer. La realidad les pegó el cachetazo económico que los
despertó del sueño de mini-oligarcas subdesarrollados, afanosos
denunciantes de los perjuicios de los subsidios, del impuesto a las
ganancias, del derroche de “la plata de los jubilados” y del
“robo de un presupuesto” de los gobernantes anteriores.
“Fiera
venganza la del tiempo”,
dice una inmortal poesía de Discépolo. Y sí, el tiempo se está
vengando por haber sido perdido por los desvíos de un camino que
aseguraba, al menos, una esperanza permanente en vivir mejor cada
día. Subyugados por las caricias falsas del Poder, Cacho y María se
perdieron detras de la irrealidad explosiva y el encantamiento
colectivo de fabulados futuros imposibles.
El
presidente ya no podrá utilizar más las figuras emblemáticas de
estos dos personajes. Ninguno de los falsos sueños puestos en sus
bocas por el arrogante mandamás se ha cumplido. Todos los proyectos
del gobierno se transforman en armas económicas de destrucción
masiva. Y las armas de verdad, son utilizadas para balear a los
Cachos y las Marías que despertaron de sus sueños de grandezas
miserables, al calor de la protesta por un poco de dignidad.
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