He
desarrollado antes, con mi sagacidad habitual, la idea de que en este
país se acabó el miedo a la falta de trabajo. Bueno, me equivoqué.
Parece que los encuestadores nuestros de cada día (¿para cuándo un
encuestador al poder; que todo lo saben, todo lo dicen y casi a nada le
pifian de tanto que pronostican y pronostican?), han salido a
preguntarle a los argentinos a qué le tienen miedo, y de nuevo aparece
el fantasma de la falta de trabajo y los problemas económicos que
parecían haberse licuado en una realidad más bien próspera, con el
precio de la soja por las nubes y un aire de cambio en el ánimo de este
país que se resiste a instalarse. Como una forma de contribución a
combatir este miedo, he creado, con la ayuda de pensadores de todo el
mundo y medio kilo de yerba, una serie de nuevas carreras modernas, con
futuro y que pueden ayudar a muchos argentinos a sentirse más seguros.
Saque lápiz y papel, esto es una prueba. Ahí van.
Llorón/a profesional: Carrera de dos días donde se aprende a dominar
los lagrimales a voluntad y a lamentar males propios, ajenos, extraños,
futuros, abstractos e incluso inexistentes. La demanda laboral
inmediata se basa en la razonable sequedad (por agotamiento) de lágrimas
de aquellos que lloran por televisión, radio, diarios y peluquerías,
durante jornadas completas, de lunes a sábados, por motivos que a veces
no les compete y muchas veces ni comprenden. Las exigencias para ser
aceptado en la carrera son: aspecto de clase media asustada, capacidad
de indignación manifestado en un temblequeo en la voz (se puede tomar
como modelo a Magdalena RG), miedo a casi todo y leer menos de dos
libros por año.
Meteorólogo de catástrofes: Donde se aprende a vaticinar una
catástrofe por día, hasta acertar, aunque sea dos años después. No se
exige ni saber de meteorología ni saber gran cosa de nada. La carrera se
basa en que el alumno sepa mirar el horizonte, poner cara de nada y
vaticinar la catástrofe detrás de cada nube o pájaro negro. La
catástrofe no necesariamente debe suceder en los límites del país, el
meteorólogo de catástrofe se regodeará de haber acertado una inundación
aunque se dé en Yakarta y un terremoto aunque sea en Namibia, lugar que
ignora dónde está. Y ante cada catástrofe, dirá: yo les avisé.
Escondedor de bienestar: Se trata de estudiar una carrera que mucho
tiene de decorador, pero al revés. En lugar de agarrar un lugar lindo y
hacerlo feo, el Escondedor de bienestar agarra un lugar próspero y lo
vuelve pobre. La demanda laboral surge de la cantidad de personas que
desean que se los siga considerando pobres, incapaces de pagar
impuestos, y que no quieren reconocer bajo ningún punto de vista que
ahora están mejor que antes. Los primeros clientes serán los productores
sojeros, los líderes sindicales y los políticos que desean que su cero
kilómetro o sus 4x4 sean vistos como un Dodge 1500 o el R12. La demanda
laboral surgirá también de mucha clase media, que ganando mil dólares
por mes (como nunca antes en Argentina), a veces con trabajos que no
exigen gran talento ni preparación, gente que vacaciona y manda los
hijos a una escuela privada, desea que se lo considere frustrado porque
el gobierno no le proporciona una realidad superior a lo que su talento
es capaz de lograr.
Fabricantes de colchones para dólares: Esta carrera tiene una
ventaja y un inconveniente. La ventaja es que medio país es cliente,
porque aquellos que tienen o que desean tener dólares en su colchón,
bien guardaditos de los depredadores del gobierno, van a desear
comprarlo. El problema es comprar ese colchón: será como confesar tener
dólares ahorrados, y ya se sabe que a ese llamado acuden ladrones,
primos con problemas de recursos y la AFIP. Para despistar, el colchón
no debería ser verde y debería venderse en pesos.
Miedador: Esta carrera se parece mucho a la de los espías o a la de
los policías encubiertos de las series. Se trata de aprender a meter
miedo con cualquier cosa y luego a diseminarlo. Ocho horas al día, el
trabajador recorrerá bancos, kioscos, peluquerías y paradas de
colectivos, hablando de los problemas por venir, sean económicos,
meteorológicos, políticos o una peste de gatos. Todo lo dirá con el
mismo tono de tragedia; o sea con cara de culo. Este trabajo corre con
ventaja: siempre habrá alguien que le creerá. Esta carrera se puede
cursar de manera individual o familiar (averigüe los descuentos del Plan
Familia). No se exige gran cosa, pero que quede claro que los alumnos
que prosperan son aquellos que además de meter miedo, lo sienten.
Detector de Cámporas: Carrera creada hace un mes. Dada la
peligrosidad del elemento terrorista a detectar, la carrera se cursa en
una tarde y a la mañana siguiente el egresado ya tiene trabajo. El
trabajo implica ir a eventos culturales, escuelas y actos políticos, y
detectar acciones terroristas del primer joven que anda por ahí. No es
tan difícil. Si un joven habla bien de CFK, es un terrorista de La
Cámpora. Si un joven se quiere levantar a la novia de otro: terrorista
de la Cámpora. Si uno se emborrachó y está orinando en los jarrones; de
La Cámpora. A veces con ser joven y entusiasta es suficiente. Usted, de
hacer esta carrera, señale a los jóvenes nomás, que seguro que le
acierta. Y si no le acierta, paciencia, que seguro que ese joven alguna
macana se mandará en breve, y usted tendrá el reconocimiento por haberlo
pronosticado primero. Exigencia: se debe olvidar que alguna vez fue
joven y que tuvo sueños. Por unos mangos extras nosotros le borramos esa
parte de la memoria.
Fabricante de muñecos de Moreno: Se trata de fabricar muñecos de
Moreno (luego vendrán otros sujetos a golpear) que adornarán cada
esquina de la ciudad para que los ciudadanos argentinos descarguen sus
frustraciones (no necesariamente culpa de Moreno, pueden ser
frustraciones sentimentales, laborales, o frustraciones propias por ser
ganso, nomás), en la cara de Moreno. Se lo puede golpear, escupir o
insultar. A este muñeco se lo puede acusar de todo, incluso de que
Riquelme se haya retirado del fútbol o que Inglaterra no devuelva las
Malvinas. Se dice que Magdalena, Lanata y Majul ya encargaron el suyo.
Cómprelo antes de que se agote.
Memoria andante: Carrera basada en la tradición indígena de hacer
que el viejo de la tribu sea la memoria de la tribu y de la raza. La
carrera, ésta sí de largo aliento, y de estudio eterno (tanto que nunca
se recibe nadie), implica recordar el pasado inmediato y no tanto para
cruzar a los caraduras y alcahuetes de cada día con datos que demuestran
que en este país existió un pasado que los habitantes de presente
estamos pagando, con una dictadura que mató y que sometió al país a un
saqueo del que aún se pagan las consecuencias, que existió una década
del '90 donde el saqueo continuó, y que existió un 2001 donde parte de
la clase política que aún anda vaticinando tragedias, demostró una
memorable incapacidad de gobernar. De allí venimos, y a pesar de ese
pasado logramos construir un presente con esperanza.
Traductor de Macri: Carrera con futuro enorme, aunque tiene el
problema de que exige un examen de ingreso donde hay que analizar la
sintaxis de una frase de Macri. Teniendo en cuenta que Macri será
presidente, esta carrera tiene salida laboral e internacional, ya que en
cada país que visite se necesitará un traductor. (Y si viaja ahora a
cada rato, imagine cuando se ponga la banda). Pongamos que si viaja a
Alemania, se necesitará un traductor: Macri/español/alemán, y
alemán/español/Macri. En breve se anunciará el doctorado de esta
carrera, donde se estudia traducir y al mismo tiempo mejorar las ideas
del traducido. Se calcula que se doctorará un alumno de cada dos
millones.
No se quede afuera del mercado laboral. No tenga miedo al futuro.
Trabaje y progrese como cualquier español o griego. No deje pasar esta
oportunidad. ¡Inscríbase! ¡¡Llame ya!!
*Publicado en Rosario12
No hay comentarios:
Publicar un comentario