lunes, 15 de octubre de 2012

LA ILÓGICA DEL TRANSPORTE EN ROSARIO

Por Arq. Roberto O. Marra* 

¿Cuál es la razón de ser del transporte público en la Ciudad?: Nada más y nada menos que constituirse en el básico factor de comunicación entre las personas y el comercio, la industria, la educación, la salud, el esparcimiento y los servicios. ¿Podrían existir los comercios sin la afluencia de sus empleados y  compradores, la mayoría de los cuales la hace utilizando el transporte público? ¿Acaso los obreros van a las fábricas y talleres en lujosos automóviles? ¿No concurren la mayoría de los chicos a las escuelas utilizando ese servicio público? ¿No necesitan del transporte los hospitales, sanatorios, clínicas y laboratorios? Y cuando las mayorías se quieren divertir, ¿no necesitan acaso del transporte público?
Como las respuestas son obvias, los beneficiarios de la existencia del transporte público también lo son: los comerciantes, las entidades financieras, los industriales, los establecimientos escolares y de salud privados, los lugares de esparcimiento (cines, teatros, bares, etc.), las empresas de servicios básicos.

Todos necesitan del transporte, pero el que lo usa (el que lo sufre) es el único sobre el que recae la responsabilidad de mantenerlo. No parece demasiado justo. Pero, ¿por qué sucede esto?

Existe un concepto en el que se basan los empresarios del transporte, que consiste en asegurar que esta actividad tiene que ser rentable (darles ganancia). Y en base a ese criterio, y con el pasivo (y cómplice) acompañamiento de las Autoridades municipales, se producen los aumentos periódicos del valor del pasaje, sin considerar jamás los niveles salariales de quienes utilizan el servicio.

Es falsa la pretensión de empresarios y Municipalidad de pretender hacer rentable el sistema de transporte urbano de pasajeros. No lo es en ninguna Ciudad del Mundo. El verdadero objetivo debe ser el disponer de un servicio rápido, cómodo, seguro, económico, limpio, controlado y con recorridos lógicos, sencillos y abarcativos de todos los rincones de la Ciudad y su Área Metropolitana. Pero todo eso, para todos, sin excepciones, sin exclusión de nadie. Obviamente, la eficacia (cumplir con las premisas antes expresadas) y la eficiencia (hacerlo bien), chocan de frente con las permanentes e insaciables pretensiones empresariales.

Aumentar el precio del pasaje (único sistema conocido por los ineptos funcionarios municipales) para posibilitar que las empresas se beneficien a costa de la continuidad del exclusivo aporte y sufrimiento de los usuarios no resulta ya lógico. Convendrá pensar un sistema subsidiado en parte, sí, por el Estado Nacional (y también por el Provincial), pero también alimentado a través de una más racional y útil derivación de fondos correspondientes a las Tasas que graven a las actividades que más se benefician con el buen funcionamiento del transporte.

Con una tan simple como lógica medida, que desde hace años venía proponiendo el querido y recientemente desaparecido Dr. Rubén Visconti, se lograría evitar o al menos minimizar los permanentes aumentos en el precio del pasaje y, con ello, la afectación a los bolsillos de los únicos “convidados de piedra” en este “festín”: los usuarios.

*Asociación Desarrollo y Equidad

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