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EN CLAVE HEGELIANA
Por Juan Recce*
EL desafío es conducir
el cambio con un oído puesto en la tierra, escuchando la vibración del
"pueblo", y el otro puesto en los "tiempos" para interpretar su
espíritu. Así de complejo es estar encabezando las dialécticas de la
historia. Sin más vueltas, Chávez es una de esas realidades hegelianas
que ordenan la historia, abren espacio y marcan camino, sobre la base de
la contradicción. A un lado o al otro de la contradicción, Chávez
clarifica. Por eso fueron tan significativas las
últimas elecciones en Venezuela. Allí, ambos extremos de la política y
la economía habían depositado un interrogante desvelador que carcomía
nuestro inconsciente colectivo. A uno y otro se necesitaba saber si era
posible seguir adelante. "#VenezuelaElige" era la pauta. Y la respuesta
fue sí, adelante. No por Chávez, sino por todo lo que Chávez es en
relación al ser y al hacer de la política de los latinoamericanos.
Chávez es un tótem, es un fenómeno de antropología política que le pone
centro a muchas cosas. Así fue también con Perón y Vargas.
Sin exagerar. Estas elecciones tuvieron la trascendencia regional
de una elección en Estados Unidos. Ahora bien, ¿qué estaba en juego? Un
efecto multiplicador: la emancipación de Sudamérica, pero entendámoslo
en clave hegeliana. Chávez es a un mismo tiempo un paraguas dialéctico
bajo el cual se cobijan las múltiples tonalidades de los procesos
políticos latinoamericanos, y punto de referencia donde buscar
inteligibilidad, es decir, donde encontrar sentido. Aunque suene
difícil, eso estaba tratando de recalcular nuestro GPS.
Chávez ha sido un eslabón fundamental del proceso de transformación
política y social en Bolivia y Ecuador, y del despuntar de la frustrada
vocación de cambio en Paraguay. La primera década del siglo XXI hubiese
tenido otra sintonía sin Chávez: Brasil, Uruguay, Argentina, Chile,
etcétera. Reinterpretemos los tiempos sintiendo la vibración de los
pueblos. Chávez genera pasión y odio, y continuará haciéndolo,
justamente porque su presencia y sus recursos de poder definen procesos,
y otorgan estabilidad estratégica a Sudamérica, justo en un momento en
el que tiene la posibilidad histórica de moldear un destino grande en el
mundo multipolar que emerge. Chávez es para Argentina y para todos los
sudamericanos un recurso geopolítico de poder.
Chávez es ese recurso de contradicción y síntesis que potencia y
enriquece nuestra "tercera posición", allí, en las arenas del poder,
donde lo único permanente es el cambio. La independencia económica, la
soberanía política y la justicia social no se agotan en un conjunto de
axiomas operativos petrificados en el tiempo, exigen de una gran
sensibilidad política y visión global. Por ello, hoy Chávez es, además
de todo, un recurso de la historia que nos abre espacio para pensar una
Argentina potencia media y una Sudamérica amplia, que integra muchos
matices más al juego de las contradicciones positivas del hombre.
*Publicado en Tiempo Argentino
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