miércoles, 10 de octubre de 2012

EN CLAVE HEGELIANA

Por Juan Recce*

EL desafío es conducir el cambio con un oído puesto en la tierra, escuchando la vibración del "pueblo", y el otro puesto en los "tiempos" para interpretar su espíritu. Así de complejo es estar encabezando las dialécticas de la historia. Sin más vueltas, Chávez es una de esas realidades hegelianas que ordenan la historia, abren espacio y marcan camino, sobre la base de la contradicción. A un lado o al otro de la contradicción, Chávez clarifica.   Por eso fueron tan significativas las últimas elecciones en Venezuela. Allí, ambos extremos de la política y la economía habían depositado un interrogante desvelador que carcomía nuestro inconsciente colectivo. A uno y otro se necesitaba saber si era posible seguir adelante. "#VenezuelaElige" era la pauta. Y la respuesta fue sí, adelante. No por Chávez, sino por todo lo que Chávez es en relación al ser y al hacer de la política de los latinoamericanos. Chávez es un tótem, es un fenómeno de antropología política que le pone centro a muchas cosas. Así fue también con Perón y Vargas. 

Sin exagerar. Estas elecciones tuvieron la trascendencia regional de una elección en Estados Unidos. Ahora bien, ¿qué estaba en juego? Un efecto multiplicador: la emancipación de Sudamérica, pero entendámoslo en clave hegeliana. Chávez es a un mismo tiempo un paraguas dialéctico bajo el cual se cobijan las múltiples tonalidades de los procesos políticos latinoamericanos, y punto de referencia donde buscar inteligibilidad, es decir, donde encontrar sentido. Aunque suene difícil, eso estaba tratando de recalcular nuestro GPS. 

Chávez ha sido un eslabón fundamental del proceso de transformación política y social en Bolivia y Ecuador, y del despuntar de la frustrada vocación de cambio en Paraguay. La primera década del siglo XXI hubiese tenido otra sintonía sin Chávez: Brasil, Uruguay, Argentina, Chile, etcétera. Reinterpretemos los tiempos sintiendo la vibración de los pueblos. Chávez genera pasión y odio, y continuará haciéndolo, justamente porque su presencia y sus recursos de poder definen procesos, y otorgan estabilidad estratégica a Sudamérica, justo en un momento en el que tiene la posibilidad histórica de moldear un destino grande en el mundo multipolar que emerge. Chávez es para Argentina y para todos los sudamericanos un recurso geopolítico de poder. 

Chávez es ese recurso de contradicción y síntesis que potencia y enriquece nuestra "tercera posición", allí, en las arenas del poder, donde lo único permanente es el cambio. La independencia económica, la soberanía política y la justicia social no se agotan en un conjunto de axiomas operativos petrificados en el tiempo, exigen de una gran sensibilidad política y visión global. Por ello, hoy Chávez es, además de todo, un recurso de la historia que nos abre espacio para pensar una Argentina potencia media y una Sudamérica amplia, que integra muchos matices más al juego de las contradicciones positivas del hombre.

*Publicado en Tiempo Argentino

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