La oposición al gobierno nacional así como el
grupo de lobby de los ocho ex secretarios de Energía (G-8) repiten
hasta el cansancio que la Argentina perdió su autosuficiencia
energética. Pero tal aseveración, además de ser incorrecta, no es
patrimonio exclusivo de la reacción. Voces afines al modelo vigente la
han incorporado en sus discursos al referirse a la cuestión energética
nacional. Sin embargo y como se dijo, ocurre que tal afirmación es
absolutamente incorrecta. La República Argentina no perdió su
autosuficiencia energética. En este sentido, consideramos que vale la
pena repasar y aclarar algunos números y conceptos.
Primera cuestión: energía - hidrocarburos. En general, se suele
reducir equivocadamente el término "energía" al petróleo y al gas
natural. Pero la "energía" trasciende estos hidrocarburos. Es por ello
que no se puede hablar de "energía" sin antes efectuar la siguiente
distinción. Existen en primer lugar, fuentes energéticas primarias, las
cuales involucran distintas fuentes de energía en el estado que se
extraen o capturan de la naturaleza. Su extracción puede realizarse en
forma directa (energías hidráulica, eólica, solar) o luego de un proceso
de extracción o recolección, como el petróleo, el carbón mineral, el
uranio, etc. En segundo lugar, existen fuentes energéticas secundarias,
representadas por diferentes productos no presentes en la naturaleza
como tales, elaborados a partir de energías primarias o secundarias en
centros de transformación. La Argentina no perdió autosuficiencia
energética. Sí, en cambio, ha perdido relativa autosuficiencia en
productos energéticos primarios y secundarios.
Segunda cuestión: matriz energética primaria. En la Argentina,
dicha matriz se compone de la siguiente manera: hidrocarburos (petróleo,
gas natural y carbón mineral), nuclear, hidroenergía y fuentes
renovables (biocombustibles, eólica, etcétera). De las principales siete
fuentes energéticas que satisfacen la oferta total de energía primaria
nacional, el país ha perdido autosuficiencia sólo en tres de ellas: gas
natural, carbón mineral y uranio (Carlos Menem fue pieza clave de la
dependencia foránea en estos tres casos al privatizar y luego
desnacionalizar YPF, Gas del Estado y Yacimientos Carboníferos Fiscales,
así como al cerrar el complejo uranífero de Sierra Pintada en Mendoza
en 1999). Hoy por hoy y para los tres casos existen proveedores externos
confiables y seguros. Ahora bien, ¿qué porcentaje del consumo total de
gas natural importamos el año pasado? ¿Un 100%, un 80%? No, casi 15 por
ciento. De hecho, dicho porcentaje fue del 7,2% en 2010 (Boletín
Energético Nacional 2010, Secretaría de Energía de la Nación -
septiembre de 2012). Inversamente, la dependencia hidrocarburífera, del
orden del 88% en petróleo y gas natural, ha sido reducida en cerca de
2,6 puntos porcentuales desde el 2003. En función de los avances y
objetivos del Plan Energético Nacional vigente, se espera que la misma
disminuya al 72% para 2015. En materia de importación de carbón mineral y
uranio, los porcentajes sobre la oferta nacional son del 96,4% y 65,8%
(valores 2010), respectivamente.
Tercera cuestión: matriz de suministro eléctrico (energía
secundaria). En la Argentina, dicha matriz se compone de las siguientes
fuentes: térmica, hidráulica y nuclear, en menor medida eólica y solar
fotovoltaica. De estas fuentes de generación de electricidad que
satisfacen la totalidad de las necesidades del mercado interno, el país
no ha perdido autosuficiencia en ninguna de ellas. Es decir, no somos
importadores netos de electricidad, sólo se "importa" un porcentaje de
la potencia instalada en la hidroeléctrica binacional Yacyretá (que
Paraguay no consume), practicándose en determinadas semanas del año
intercambios de energía con Brasil y Uruguay. Cabe aclarar que en
materia de termoelectricidad, el gas natural constituye el 44% del
combustible consumido por las centrales de este tipo, y de todo el gas
natural consumido en el mercado interno, 33,4% es destinado a las
centrales térmicas. Finalmente y en cuanto al gas natural por redes,
este explica el 50,4% del consumo total del sector industrial y 62,8%
del residencial. No obstante, el gas natural por redes medido como
producto secundario es en su totalidad autosuficiente. En relación al
combustible, la Argentina importa cerca de un 16% del total del consumo
nacional (en 2010 importó un 9,62%). Discriminado por tipo de
combustible, el producto que requirió de mayores volúmenes de
importación fueron el fueloil, con el 20,6%, seguido del gasoil y el
diesel oil, con un 10,87% del total consumido, año 2010 (Boletín
Energético Nacional 2010). En electricidad, el país importó el mismo año
un 7,6% de la oferta.
En fin, resulta incorrecto afirmar que la Argentina perdió su
autosuficiencia energética desde que tal caracterización no discrimina
ni por fuentes primarias y secundarias ni por tipo de generación
eléctrica. Siquiera los balances energéticos primario y eléctrico son
desfavorables en relación a su nivel de dependencia foránea. Del total
de la producción primaria y secundaria energética argentina en 2010,
sólo un 7% y 3,7% es importada, respectivamente. Correcto es afirmar
pues, que en estos últimos años la Argentina sí ha venido incrementando
los volúmenes de importación de gas natural y combustibles líquidos
derivados del petróleo. La pérdida de autosuficiencia gasífera y en
combustibles, si bien se ubica en niveles reducidos o muy inferiores al
compararlos con otros países de la región (Chile, Brasil, etc.) y del
mundo (EE UU, Unión Europea, China, etcétera), ha dado un salto
cuantitativo importante producto del desmantelamiento de YPF por parte
de la administración Repsol y la expansión de la demanda interna, el PBI
industrial y el PBI económico nacionales. Desde esta perspectiva y
habiendo hecho la aclaración precedente, resulta sencillo advertir que
la política energética del gobierno nacional apunta directamente a
reducir la dependencia extranjera de productos primarios y secundarios
de nuestra matriz.
*Publicado en Tiempo Argentina
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