Con quince líneas es suficiente. La rabia estalla en venas y arterias.
Mientras las desigualdades sociales alcanzan límites nunca imaginados
en la mayoría de los países que forman la Unión Europea. Mientras el
desempleo superan cifras nunca conocidas ni siquiera conjeturadas.
Mientras las clases trabajadoras pierden uno tras otro derechos que han
costado décadas conseguir tras esfuerzos inenarrables. En el mismo
momento en que países como Portugal, Grecia, Irlanda o España son
intervenidos de facto, ven mermada su supuesta soberanía y destrozada su
democracia y sus ya demediados Estados de bienestar son arrojados al
basurero de los trastes inútiles e ineficaces de la Historia, en el
mismo momento en que una desalmada y antihumanista cosmovisión
neoliberal pone sus botas de mando, corrupción y desvergüenza en todas
las ciudades del continente de Erasmo, Bruno, Thomas Münzer, Servet,
Galileo, Robespierre y De Las Casas, en ese mismo momento, decía, el
Nobel de la Paz de 2012 ha sido concedido a la Unión Europea. ¡Los
grandes banqueros de la Unión, las grandes fortunas europeas, los
grandes diseñadores de este mundo de impiedad y desvergüenza, están
abriendo sus botellas de champagne mientras ríen satisfechos por su
poder inconmensurable! ¡El Nobel a los pies de sus caballos! Como con
Kissinger, como con Obama.
¿De qué paz hablan realmente? De esta: la troika que dirige la vida y
destino de centenares de millones de ciudadanos y ciudadanas ha pedido y
exigido desalojar islas griegas con poca población, sus pobladores
pueden alojarse en cualquier otro lugar. No les importan un pimiento. Es
para ahorrar costes al Estado.
¿Premio de Paz ante actos institucionales violentos de esta magnitud?
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