El presidente Obama confirmó que EE.UU. ataca la zona tribal del noroeste de Pakistán con aviones no tripulados (ANT) (www.bbc.co.uk,
31112). No es una novedad desde que esa forma de intervención militar
comenzó en el 2004, pero es la primera admisión oficial de su
existencia. De hecho, los bombardeos con ANT se cuadruplicaron con
creces bajo el gobierno estadounidense actual en relación con la era W.
Bush. El Pentágono está desarrollando un nuevo tipo de guerra para
evitar futuras invasiones.
El Pentágono ha destinado bases para los ANT en buena parte del
mundo: se estima que son 60, por ahora, y se conoce que algunas
funcionan en Djibuti, los Emiratos Arabes Unidos, Afganistán, las islas
Seychelles. El capturado en Irán prueba que también se utilizan en
misiones de espionaje. Son ideales para violar espacios aéreos ajenos y,
además de los paquistaníes, los vienen sufriendo los yemenitas.
Obama se apresuró a señalar que la mayoría de las víctimas causadas
por los ANT en Pakistán figuraban en “una lista de terroristas” y que
las bajas civiles “no son grandes”. Como, salvo excepciones, no se
conocen sus identidades, puede que sí y puede que no. John Brennan,
asesor principal del mandatario en materia de contraterrorismo, llegó a
afirmar el año pasado que el número de muertes de civiles era igual a
cero (www.latyimes.com, 29611). Hay informaciones que lo contradicen
rotundamente.
La oficina de periodismo de investigación de la City University de
Londres advirtió el año pasado que al menos 175 niños figuraban entre
las más de dos mil víctimas de los ANT hasta ese momento (www.thebureauinvestigates.com,
10811). La institución –que durante cuatro meses llevó a cabo un
trabajo de campo en Waziristán, la zona lindante con Afganistán que
sobre todo padece las incursiones programadas a miles de kilómetros de
distancia– subraya en sus estudios más recientes que los ataques se
dirigen también a quienes procuran rescatar a los heridos, a reuniones
tribales, funerales y bodas (4212). Amnesty cuestionó la legalidad de
estas incursiones que violan la soberanía nacional de Pakistán. La Casa
Blanca las justifica con su habitual desparpajo: “... de acuerdo con el
derecho internacional, tenemos la autoridad para actuar contra Al Qaida y
sus fuerzas asociadas”, dijo Brennan (www.nytimes.com, 17911). “Las fuerzas asociadas” son las mismas que entrenó y financió la CIA para expulsar a los soviéticos de Afganistán.
Hace más de tres años que Noor Behrman, nativo de Waziristán,
documenta fotográficamente el impacto de los misilazos de los ANT. “A
veces él llega al lugar pocos minutos después de la explosión, deja la
cámara a un lado y se ocupa primero de revisar los escombros en busca de
sobrevivientes. Un trabajo peligroso y desagradable. Los ANT suelen
atacar de nuevo minutos después, de manera que escarbar para ver si hay
heridos es arriesgado”, registra The Guardian (17711). Las conclusiones
de Behram son terminantes: “Por cada 10 o 15 personas muertas, tal vez
abaten a un militante. No cuento cuántos talibán han caído. Cuento
cuántos niños, mujeres, gente inocente, han caído”.
Washington ensaya otro artefacto de la guerra a distancia que
confiere a los bombardeos aéreos de la Primera Guerra Mundial la calidad
de experiencia infantil. Este nuevo robot es el “Vehículo 2 de
tecnología hipersónica”, un proyectil capaz de alcanzar un objetivo en
cualquier punto del planeta en menos de una hora: estará dotado de una
velocidad ocho veces superior a la del sonido y podrá volar 21.000 km en
60 minutos (www.wired.com, 171112). Para qué desperdiciar marines en la
ocupación de países ajenos.
Concurren a ese fin los operativos clandestinos de las fuerzas
especiales, 60.000 efectivos distribuidos en 120 naciones, es decir,
casi dos tercios de los países de la Tierra (www.tomdispatch.com, 5212), que también se dedican a vulnerar soberanías nacionales convirtiéndolas en un papel usado, inútil, sin lugar.
*Publicado en Página12
No hay comentarios:
Publicar un comentario