martes, 23 de abril de 2019

¿HUMANITARIOS?

Imagen de "Recuerdos de Pandora"
Por Roberto Marra
Uno de las formas que tiene el imperio para justificar sus estragos internacionales, consiste en promover necesidades que no existen en los países a los que desean someter a sus arbitrios, o negarlas, aunque estén ante los sentidos de toda la humanidad, cuando lo que buscan es la desaparición, lisa y llana, de una Nación que les resulte un obstáculo para sus intereses.
Utilizando el aparato mediático distribuido por todo el Mundo y por medio de su industria cultural hollywodense, logran atrapar en las redes de sus retorcidas informaciones a los millones de espectadores de este “teatro de operaciones” en que han convertido a casi todo el Planeta. Cuentan con la inestimable colaboración de los cipayos de cada país, siempre dispuestos a vender sus almas al diablo, y de la estupidización masiva con la creación de estigmas raciales o ideológicos que impiden salir de este camino al naufragio planetario.
Por increíble que pueda parecer, las más de un millón de personas muertas en Irak desde su invasión “liberadora” del “dictador” Hussein, las seiscientas mil de Siria, los desplazados y refugiados que se cuentan por varios millones, la destrucción de ciudades enteras, de la infraestructura y de los más bellos monumentos de la historia de la humanidad reducidos a escombros, el arrinconamiento de los palestinos sobre una mínima expresión de su verdadero territorio invadido por el hegemón israelí, y tantos etcéteras africanos, solo son mostrados como los “necesarios daños colaterales” por sus “esfuerzos” para liberarnos del “terrorismo”, invento muy apropiado a los beneficios que acarrean sus invasiones y saqueos.
Reclaman el fin de la “tiranía” chavista, bloquean el desarrollo normal de una Nación libre, destruyen su economía, amenazan con su intervención territorial, para después exigir el paso a sus “ayudas humanitarias”, repugnante denominación del nuevo sistema de penetración de armas para alimentar a los lúmpenes que sirven a sus intereses y a la oligarquía local. Pero “no ven” la destrucción de Yemen, un pequeño reducto petrolero que su gendarme Saudí en Medio Oriente está convirtiendo en cenizas, matando miles de niños para justificar la apropiación de sus riquezas subterráneas, sin que les parezca necesaria la famosa “ayuda humanitaria”.
Sesenta años de aislamiento a la Cuba libertaria con el único fin de asegurar su predominio ideológico, no les basta. Aprietan el torniquete de su asedio con nuevas obstrucciones al desarrollo comercial de la isla. Sueñan con interrumpir el proceso nicaragüense fabricando otra de sus “revoluciones de colores”, que siempre terminan siendo negras. Necesitan impedir la re-elección del indio Evo Morales, para controlar su expansión impresionante y enterrar su potencialidad como Nación desarrollada.
Pero no hablan ni se preocupan por la humanidad de los haitianos, mil veces destruídos, por la naturaleza y por las invasiones y sometimientos a sus gobiernos títeres. Ni siquiera se ocupan de las devastaciones de los huracanes en “su territorio de segunda”, Puerto Rico, atrapado en el tiempo de las colonias, vejado y transmutado culturalmente para moldear una sociedad creída de una pertenencia falsa.
Preocupados” por la “libertad”, invaden, asesinan y destruyen. Interesados en “impedir el terrorismo”, proveen de entrenamiento y armas sofisticadas a miles de matones a sueldo que distribuyen por el Mundo para controlar a la población sometida y esclavizada para satisfacción de sus “necesidades” de acumulación infinita. “Angustiados” por los que huyen de las guerras fabricadas por ellos mismos, envían más armas a sus paises, mientras sus socios europeos hunden las miserables barcazas repletas de africanos en el Mediterráneo. Sin piedad, sin importarles más que el resultado final de sus cuentas bancarias, sin otro objetivo que anular el futuro de centenares de millones de seres humanos convertidos en residuos poblacionales, avanzan con muy pocos obstáculos hacia el dominio absoluto del Planeta.
Pero aún sin agua, sin comida, sin herramientas ni materiales, quedan los que nunca se rinden, los que mueven las agujas de los sismógrafos sociales, los que penetran como gérmenes en los pensamientos de quienes todavía pueden comprender la realidad, los que fabrican esperanzas en los desiertos ideológicos y escriben las mejores páginas de la historia de los Pueblos.
Son quienes lograrán despabilar las neuronas de los sometidos, para reconstruir cada pared derribada, cada edificio demolido, cada ciudad derrumbada, cada Nación arrasada. Son los que harán tronar el escarmiento, cuando logren expulsar a los invasores y arrinconar a los traidores. Son quienes acabarán venciendo sobre la muerte cotidiana y construirán un nuevo Mundo solidario, donde la vida no sea nunca más el resultado del azar de una bala perdida. O la decisión de algún payasesco personaje imperial, que apriete el botón equivocado.

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