Por
Roberto MarraCuadro de Salvador Dalí
El tiempo es el más postergado de nuestros valores. Esperar, postergar, retrasar, forma parte del andamiaje de inútiles maneras de perderlo. Hacer poco y nada de lo necesario, es una invitación al abandono de horas, días, meses y años, sin dar soluciones a lo que declamamos como urgente. Dejar hacer a la maldad y la insolencia de los enemigos de la humanidad, es un despropósito incoherente con la imprescindible construcción cotidiana del futuro. Encerrarnos en una burbuja de sentimientos virtuosos, sin intentar convertirlos en realidad, se constituye en otra forma más de retroceder en el tiempo, sin necesidad de esa siempre soñada máquina que la ciencia ficción tantas veces nos prometiera.