Imagen de "Granma" |
Por
Roberto Marra
La
mezcla de la verdad y la mentira es el mejor método para convencer
de que se está expresando una certeza, mientras se oculta una
realidad que no le conviene revelar a quienes pretenden profundizar
el dominio absoluto del Mundo. Elaboradas como una receta de cocina,
esa particular “pasta” de ingredientes falsos y reales termina
por convencer a la mayoría de los ciudadanos televisivos, que
parecen solo pensar y actuar en base a lo que opinan los personajes
pseudo-periodísticos que pululan por todos los canales de noticias
del Planeta.
Habiendo
más de doscientos países en el Planeta, se da siempre la
“casualidad” que justo las naciones consideradas por el imperio
como el “eje del mal” son las de peores datos económicos y
sociales, agregando a ello que tales cifras son mostradas sin el
contexto en el que se desarrollarían tales malos datos. Todo se
debería, en esas sociedades supuestamente antidemocráticas, de las
maldades de dictadorzuelos y “regímenes totalitarios”.
Para
el imperio, solo hay “desarrollo” cuando sus empresas pueden
actuar a su antojo en los países en cuestión, cuando el dominio de
los territorios y sus materias primas pueden ser extraídas sin
control alguno por parte de las “autoridades” de esas naciones,
convertidas en simples marionetas. Solo necesitan bases de
operaciones productivas y financieras que aseguren la reproducción
de sus riquezas (las del imperio) y anulen los intentos de soberanías
(las de las neo-colonias).
Los
Pueblos “descarriados”, las naciones que se rebelan ante quienes
todo lo quieren para sí, serán convenientemente denostadas y
presionadas para sus sometimientos. No les temblará el pulso para la
utilización de todos los métodos, incluso los que terminen por
provocar la muerte de miles de personas por hambre, enfermedades o
violencias programadas como supuestas “rebeliones” contra los
imaginarios “dictadores”, paradójicamente elegidos por los
ciudadanos.
Cifras
exageradas hasta el paroxismo, aseguran a los desatentos embobados
mundiales las “tremendas consecuencias” de esos gobiernos
libertarios, bloqueados de mil maneras, ahogados en sus finanzas con
la colaboración de los ganadores del momento en el Mundo, los
bancos. Nada contarán de las desventuras sufridas por los pueblos
gracias a la negación de vacunas, alimentos, maquinarias, semillas y
todo aquello que pueda servir para favorecer el auténtico desarrollo
autónomo.
La
idiotez programada termina por envolver tambien a los sectores
políticos de otros países que se dicen defensores de los mismos
valores que sustentan de verdad los gobiernos atacados por el
imperio. Entonces, con actitudes incompresibles por lo banales y
simplonas, aseguran lo mismo que los organismos mundiales de los
poderosos acerca de las vivencias de esos países. Valiéndose de
esos mismos números inventados para la ocasión, aprovechan las
circunstancias para acarrear agua para sus molinos, hundiendo aún
más a las naciones hermanas atacadas, en el barro de la verdad
mediatizada a medias.
Hace
décadas que la utilización de estos métodos ha venido surtiendo el
efecto que necesita el imperio. Aquí mismo, en Argentina, ha sido el
claro método para terminar con los gobiernos populares que
pretendieron generar un desarrollo virtuoso para las mayorías en
base a una mejor distribución de las riquezas. La acumulación de
mentiras, el desparpajo con el que se las menciona como certezas, los
odios generados con solo esa base cifrada en datos sin respaldo
alguno en la realidad, han logrado llevarnos al sitio miserable que
estamos transitando.
Lejos
de observar tanta oscuridad mediática como el resultado de las
maniobras de ocultamiento imprescindibles para la continuidad del
dominio oligárquico, algunos “distraídos” parecen tener
satisfacción en regurgitar los mensajes del Poder mundial, tal vez
para sentirse cerca de él, mostrando la debilidad que le conviene al
poderoso, asegurando su supremacía casi eterna, anudando el futuro
de los pueblos sometidos.
Están
retardando (solo retardando) el final que los pueblos sabrán
construir con otras cifras, ya no de bancos mundiales ni fondos
monetarios, sino con las de sus propias historias de vida, con la
sumatoria de las de millones de postergados del Planeta, con los
múltiplos de tantas décadas de abandono. Solo de allí saldrá el
porcentaje mortal para tanta mentira avasallante y construirá la
tumba de los oligarcas fabricantes de todas las desgracias.
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