Imgen de "El Universal" |
Por
Roberto Marra
Lo
del huevo y la gallina sigue siendo todo un dilema. Pero aunque nunca
se termine por dilucidar que es lo primero, sí se puede tener la
certeza de que nada es por generación espontánea. Todo necesita
siempre de un proceso, a veces lento, a veces más rápido, pero
inevitablemente serán precisos desarrollos de ciertas complejidades
para que los objetivos que se buscan, puedan concretarse. Y, lo más
importante, con el sentido que se los requiere.
Sin
embargo, no alcanzan solo la enumeración de metas pretendidas y las
buenas intenciones de los líderes. La misión que se pretenda
realizar necesitará de una descripción más certera de los pasos a
seguir para el logro de los ansiados objetivos sociales propuestos.
Eso es lo que suele llamarse “Programa”, especie de relato de
especificidades relativas a cada una de las metas, lo que hará
posible la comprensión más clara por parte del Pueblo, elevará la
conciencia de las dificultades implicadas en los caminos elegidos
para hacer realidad el conjunto de propósitos y podrá asegurar el
mantenimiento de las líneas planificadas.
Pero
a pesar de la relevancia de contar con un Programa, falta un paso más
para contar con mayores certidumbres, con datos más precisos para
transitar el duro camino de la reconstrucción política, económica
y social que es imprescindible ofrecer como salida a las situaciones
tan ominosas como las generadas por los gobiernos oligárquicos como
el que estamos sufriendo por estos tiempos. Y ese paso es conocer
“cómo” se hará.
Porque
no basta saber las grandes metas, ni la enumeración de objetivos
específicos que un programa de gobierno trae consigo. Es preciso
definir, con la mayor seguridad que el conocimiento otorgue, las
formas y características de los procesos que habrán de llevarse a
cabo para el logro de tales intenciones. Deberá contemplarse allí
no solo los aspectos positivos, sino las alternativas con las que se
podrán contar ante las dificultades que se puedan anticipar como
probables respuestas del Poder, absolutamente reacio a aceptar nunca
el retroceso de sus intereses.
Metas
y objetivos firmes, Programa concreto y desarrollo de las
especificaciones para su aplicación. Pero, ¿quiénes lo harán?
¿sólo los líderes y algunos iluminados que los acompañen? Todo
indica que, para evitar las eternas caídas finales de los gobiernos
populares en una espiral de errores y desvíos, la participación
militante de los ciudadanos comprometidos y conscientes debe ser
primordial. Las características de los procesos que estos gobiernos
tienen son muy complicados, derivados de las muy complejas relaciones
de poder intra-social (si se quiere, se puede llamar lucha de
clases), lo que va a determinar en el futuro su desarrollo virtuoso o
vicioso.
Y
hablando de huevos y gallinas, queda un tema que todo lo abarca, que
resulta del intrincado inicio y más complejo desenlace. Es la
cuestión de la Unidad, proceso al que se llama con marcada
vehemencia, las más de las veces con particular hipocresía, para
tratar de solventar incapacidades de captación de las voluntades
mayoritarias por parte de líderes que no lideran a nadie. Los
egoísmos entran a tallar en esos momentos de necesarias decisiones,
provocando idas y vueltas, reclamos de autoridades que no se tienen,
provocando rupturas y desalientos del auténtico destinatario de
cualquier acción política: el Pueblo.
Difícil
obligar a pensar a todos por igual, respecto a qué va primero, si la
unidad, el líder o el programa. Lo que ya no debiera dudarse es el
involucramiento imprescindible de las mayorías, la participación
concreta y planificada de la militancia en cada paso que se dé, en
la determinación de las metas y objetivos, en el desarrollo de los
pasos específicos que deberán darse para sus logros y en las formas
de defensa de lo alcanzado. No existe manera más clara y
transparente de hacer realidad los sueños populares, que los pueblos
organizados. Con liderazgos honestos, por supuesto, pero con la
convicción ineluctable de quiénes son la carne viva de la Patria,
los auténticos constructores de sus cimientos.
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