martes, 27 de marzo de 2018

EL PODER DE UN DOBLE APELLIDO

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Por Roberto Marra

Que la sociedad está claramente dividida entre ganadores y perdedores, ya no pueden quedar dudas. Sobre que las clases sociales existen y se manifiestan con una crudeza apabullante, tampoco. Que el poder que da el dinero acumulado determina los beneficios que se le otorgan a cada persona, es todavía más visible en el ámbito del Poder Judicial, siempre proclive a favorecer a los poderosos y sus representantes, antes que a los simples ciudadanos de a pie.
Nunca mejor ejemplificado este proceder deshonroso para ese Poder, que el caso del “famoso” abogado Beccar Varela atropellando y matando una persona con su lancha, borracho y sin control. Y aunque las comparaciones suelen ser injustas, valen para este caso, cuando el susodicho leguleyo está “imputado por homicido culposo agravado por lesiones” (le faltó “seguido de muerte” a la imputación), y la “Justicia” lo deja en libertad porque dice que “está a derecho, mostrando voluntad de cooperar, sin indicios de fuga”, mientras a los opositores políticos que el régimen macrista ha encarcelado, se les ha negado sistemáticamente ese beneficio.
Por fuera del asco visceral que provoca la existencia de personas como estas, que desprecian tanto a los demás que se dan el lujo de actuar como quieren sin importarles los sabidos resultados que podrían tener esas acciones derivadas de sus “excesos”, está el modo en que se los trata, la deferencia y el respeto que manifiestan sus “pares” del mundo judicial. Y también el periodístico, siempre presuroso para proteger a sus admirados oligarcas de doble apellido, al tiempo que lloriquean falsamente ante las cámaras, falseando un sufrimiento que nunca tnen por los más débiles de la sociedad.
Peor aun resulta escuchar a tanto admirador de los poderosos, tratando de justificar el proceder repugnante de este personaje tan emparentado con los intereses de los gobernantes actuales, ya que es un especialista en defraudaciones y estafas, lavado de dinero, penal tributario, aduanero, cambiario, delitos contra el honor, delitos ambientales, delitos contra la administración pública y varios etcéteras por el estilo. La casualidades tampoco son muy probables en este caso, y la defensa y protección a ultranza que se le brindará al provocador de la muerte de una joven mujer a costa de su diversión, hará posibe el olvido rápido del hecho y un pasaje fácil por los tribunales de la injusticia permanente.
No tardará mucho en volver a navegar y a solazarse con sus dineros habidos a cuenta de infelices ciudadanos que padecen sus patrañas judiciales. Vivirá su vida varias veces, desgarrando las ajenas con sus atávicos procederes derivados de alcurnias de pasados tan oscuros como deleznables. Mientras sus víctimas, cargando el dolor eterno de la injusticia hecha muerte temprana, padecerán en silencio el horror desatado por la conciente y perversa actitud de un Poder Judicial, que también navega atropellando incautos por el sucio cauce de la impunidad.

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