miércoles, 25 de julio de 2018

LA TRAICIÓN DE LOS "INTELECTUALES"

Imagen de "Buitres en la ciudad"
Por Roberto Marra
Existe una extendida forma de definir la “democracia” por gran parte de esa categoría de personas que se suelen denominar como“intelectuales”, donde todo se basa en una institucionalidad de varios partidos políticos compitiendo por los cargos, con la famosa “alternancia” como paradigma, y donde casi que no importa demasiado si, de resultas de la aplicación de ese sistema, se producen avances que los siguientes retrocesos anularán, con la consabida herida mortal a la posibilidad del verdadero progreso social que tanto se escucha en los discursos de campañas electorales.
También alcanzan esos pareceres a otros símiles que, sin encaramarse al carro de la intelectualidad, forman parte del ámbito periodístico, donde ejercen esa actividad envueltos en capas y capas de dogmas fáciles y rígidos, que le dan forma a opiniones de las mismas características opresoras de las auténticas modificaciones que la sociedad espera para mejorar sus vidas.
Es con esas bases ideológicas que ambos tipos de “pensadores liberales” enfrentan las hojas en blanco de sus páginas de opinión, para terminar redactando falacias convertidas en autenticidades incomprobables, pero con el respaldo de la prensa “goebbesliana” siempre a favor de lo que llamarán, injustamente, “causas justas”.
A ese juego diabólico también se prestan (o venden) prestigiosos escritores, otrora expositores de nobles objetivos en sus páginas escritas con la calidad y la enjundia de quien parece estar en busca de la verdad, siempre. Con la carga de su fama al frente, sus opiniones serán expuestas hasta el cansancio, para asegurarse que las mayorías atosigadas de informaciones, solo accedan a ellas y nunca a las que se brindan desde lugares ideológicos opuestos.
El imperio sabe y tiene con qué cooptar a estos engreídos de saberes venidos a menos. Son demasiado útiles para sus intenciones dominantes, por lo cual los convierten en la imprescindible “infantería” que genere rechazo a la verdad de los hechos, para sostenerse solo en la “verdad” de esas palabras bien escritas.
Nuestra América tiene sobrados ejemplos en su historia de procesos políticos que no llegan a desarrollarse del todo, gracias a la acción desgastante del periodismo y de “intelectuales” que atacan a los gobiernos populares con los ejemplos de sus idolatradas “auténticas democracias” europeas, verdaderas muestras de la decadencia de lo que fueran esperanzas reales de hace ya demasiado tiempo atrás.
Los políticos europeos también meten sus lábiles juicios de valor sobre nuestros gobiernos populares, a los que invariablemente denominan “populistas”, para darles ese halo de ilegalidad y brutalidad que necesitan establecer como reales, para así atacar con mayor vehemencia las decisiones soberanas que nuestros Pueblos tomen. Olvidan, convenientemente, las circunstancias oprobiosas para sus propios ciudadanos que resultan de la aplicación de programas económicos que lastiman sin piedad eso que convirtieron en paradigma planetario de cultura democrática.
Ahora es Nicaragua, desde hace doce años están tras de Bolivia, hace casi veinte persiguen a Venezuela, seis décadas pasaron ya contra Cuba. Antes fue Argentina, Ecuador y Brasil, ahora “ganados” para sus idiotas conceptos de falsa “alternancia”. Nada de análisis serio, nada de investigación autónoma. Jamás una visita a los lugares y la gente. Nunca la búsqueda de marcar errores para posibilitar el avance y no el retroceso de esos procesos virtuosos en la mayoría de sus actos.
Disfrazados de “libertarios”, enmascarados y armados, grupos de “jóvenes demócratas” se dedican a matar, romper y quemar, símbolo supuestamente “revolucionario” de sus sustentos ideológicos, más seguro la muestra indudable de sus degradaciones morales alimentadas por la maquinaria de un Poder que avanza prepotente con esa masa de enfermos de odios inventados al frente.
Tras ellos, en la alejadas trincheras de las redacciones, miserables escribas a sueldo de los traidores a sus patrias, redactan sus diatribas hacia los líderes del momento, enchastrando todo lo bueno que pudieran haber realizado, para terminar, siempre, envolviéndolos en la ya hartante palabra “corrupción”.
Supuestos representantes de la palabra de Dios, esconden en sus parroquias las armas que bendicen para derrocar los gobiernos electos por el mismo Pueblo al que le bajan el “mensaje divino” para embestir contra su propio futuro y acabar con las pretenciones de auténtica libertad. Con falsos llamados a la paz, ocultan sus obscenas complicidades en reuniones fabricadas para el escarnio de las autoridades que pretenden destruir.
Pero, por suerte para la humanidad, tenemos a los “auténticos defensores de la verdad y la justicia”, esos “sabedores de toda sapiencia”, intelectos superiores que nos guiarán por el camino de la “democracia” más auténtica, eliminando nuestras fantasías revolucionarias y atando nuestras convicciones hasta convertirlas en letra muerta.
Esos ensoberbecidos “sabios” políticos, periodistas y escritores, nos darán el veredicto sobre cada uno de los procesos en cada Nación, lo que nos asegurará caminar por el sendero que ellos ya pisotearon y convirtieron en ese fango de despojos de sabidurías inútiles y degradantes de nuestra capacidad, cuya anulación final ya no importará, porque estaremos definitivamente bajo la bota imperial, a la que ellos sirven con el morboso placer propio de los cretinos y traidores.

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