miércoles, 4 de julio de 2018

LA PESADILLA PERSECUTORIA

Imagen de "Emol"
Por Roberto Marra
El sueño macrista lo está logrando su símil ecuatoriano. Tal como aquí, allá se impuso la pesadilla de la mentira como arma de destrucción masiva de realidades. La persecución hacia el líder de la Revolución Ciudadana fue rápidamente iniciada por ese monstruo sobre ruedas que hace de la traición su paradigma y del regreso al pasado su horizonte. Y acompañado por jueces amañados y apoyado por el imperio a través de sus conspicuos sirvientes locales, está llegando al objetivo para el cual se colocó hábilmente para llegar al gobierno y suceder a quien fuera su compañero hasta no hace casi nada.
Ya logró la orden para que detengan a Rafael Correa. Ya colocó a uno de los mejores presidentes de todas las épocas en Sudamérica en el banquillo de los acusados de corrupción, la palabrita mágica que desata venganzas de clase y obnubila a los antiguos votantes del ahora perseguido judicial. Ya arribó a su meta primigenia, la que ocultó tras la máscara de la peor de las falsías, la que supo enterrar en su sucia mentalidad pusilánime, esa que llevaba en su alma podrida por ansias de poder, sin otro destino que su orgullo de alevoso infiel.
Las órdenes del Imperio se cumplen a rajatabla por estos gobiernos serviles. Los poderes judiciales de todos los países del continente están atravesados por los intereses de una oligarquía que se apoderó de ellos para asegurarse que todo pueda cambiar, menos sus presencias antipopulares al frente de la vigilancia y el castigo a los desvíos de las rutas señaladas por las corporaciones transnacionales.
Ya apresado Lula, perseguida por años Cristina con la amenaza de su inminente detención, destituida Dilma con métodos golpistas, hostigado como nadie el gobierno de Maduro, acosado Evo con historias e hijos falsos, ahora Correa es el atosigado por el Poder Mundial encargado de congelar esperanzas y sueños populares, para continuar con su saña expoliadora sin la presencia de los molestos límites que estos líderes les impusieron, cada uno a su manera.
Urge la reacción de los buenos de esta Patria Grande desmembrada. Se impone repensar los métodos de lucha y construir unidades sólidas entre los auténticos defensores de los días perdidos en la historia fresca del comienzo de este siglo. Es preciso coordinar acciones para impedir más retrocesos. Resulta imprescindible resguardar a los líderes honestos, blindando sus defensas con algo más que palabras, porque la bestia imperial desatada está recorriendo Nuestra América para acabar, incluso, con sus vidas.
No se caerán solos estos traidores y advenedizos. No se irán sin el empujón de los Pueblos organizados con programas precisos, donde los hombres y las mujeres vuelvan a ser el centro de la Política, esa que se escribe así, con mayúscula, la que se impondrá solo por la acción coordinada y pensante de ciudadanos empoderados por sus conciencias liberadas.
Y no será posible hacerlo sin recordar el sacrificio que costó llegar a aquellos momentos de felicidad popular que nos brindaron estos hombres y mujeres diferentes, únicos y únicas, herencias de otros similares de épocas lejanas pero inolvidables, base histórica ineludible para retomar el camino perdido hacia una prosperidad que, parecía, ya estaba al alcance de nuestras manos.

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