A menos de dos meses de las elecciones presidenciales
venezolanas, recrudecen los ataques opositores contra la
institucionalidad democrática y cobra fuerza un eventual plan de
violencia. A esto se suma la tesis de un “ventajismo” de Chávez, aún
cuando el primer boletín del Consejo Nacional Electoral (CNE) demuestra
que es abismal la diferencia en la cobertura publicitaria a favor de
Henrique Capriles Radonsky.
Aunque por el momento la guerra es de consignas y denuncias y la
especulación tiene plazo a sesenta días, no es sólo Venezuela la que
vive en tensión por lo que pueda suceder el 7 de octubre. Una eventual
derrota del bolivarianismo significará un retroceso para este país y
para todos los proyectos de complementación, integración y unión de los
pueblos latinoamericanos.
Sin duda, en la última década ha sido Venezuela la locomotora de los
cambios estructurales en la región y el “pulmotor” de los procesos de
integración, por eso los permanentes ataques contra la institucionalidad
democrática pasan por la descalificación del CNE, la predenuncia de un
futuro fraude y la campaña de desprestigio contra la Fuerza Armada
Nacional Bolivariana (FANB).
No satisfecho con las cifras pesistentemente adversas, Capriles, el
candidato de la derecha venezolana, atacó nuevamente a las encuestadoras
privadas que lo ubican hasta veinte puntos por debajo del abanderado
del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Hugo Chávez Frías, y
calificó de “disparates” los sondeos electorales de cara a las
presidenciales del 7 de octubre.
“Hablan de que la distancia entre los dos candidatos se reducirá de
manera significativa y que podría presentarse un hecho que determinará
una situación excepcional que influiría sobre el resultado de octubre.
No hay explicación al respecto, tan solo la conjetura”, señaló el ex
vicepresidente de la República José Vicente Rangel, para quien cada día
aumenta la sospecha sobre la actitud de Capriles y su equipo, cuyos
argumentos califica de “extrema irresponsabilidad”.
Resulta interesante el análisis electoral realizado por Política
América Group y DatinCorp, a partir de las fortalezas y debilidades de
cada candidatura. En él se señalan como fortalezas de Chávez la atención
a los sectores populares, liderazgo, conexión con la gente y la
confianza que genera la valoración positiva de su gestión. Entre las
debilidades, destaca el techo electoral y la fatiga de trece años de
gobierno, su estado de salud, la confrontación con la clase media, las
deficiencias de gestión, y las luchas internas.
El informe señala como fortalezas de Capriles Radonski el hecho de
que la primera razón para votarlo es el rechazo a Chávez más que el
respaldo al propio Capriles; el apoyo masivo de la clase media, el
respaldo de gobernadores de Estados clave (Zulia, Miranda, Táchira,
Lara), y los electores en el exterior. Las debilidades electorales del
candidato opositor son la resistencia de los sectores populares, la
ausencia de activistas locales en los sectores de menores recursos, el
rechazo a partidos tradicionales como Acción Democrática y Copei, y la
falta de concreción del apoyo de gobernadores y alcaldes.
Lo que también destacan algunos analistas es la notoria
desmovilización de sectores del chavismo, lo que obligó al comando
electoral a bajar el tono del triunfalismo que producen las encuestas.
También se constata que en colectivos de base hay poca incorporación,
dados los problemas de gestión gubernamental y la falta de participación
real en la elección de candidatos a gobernadores y otras autoridades,
generalmente designados “dedocráticamente” desde la cúpula del PSUV.
En este delirio electoralero a algún “inteligente” de la oposición se
le ocurrió que la mejor manera de establecer una asociación de imágenes
era crear un vínculo genealógico de Bolívar con Capriles radonsky…
La oposición también perdió la oportunidad de expresar una opinión
clara sobre el ingreso de Venezuela al Mercosur, prefiriendo la
ambigüedad de dejar la vocería en grupos empresariales visceralmente
opuestos a la integración regional, en concordancia con su visión
colonizada.
Los cartelizados medios de comunicación opositores insisten en la
misma consigna: las encuestas mienten y la candidatura de Henrique
Capriles gana fuerza, con una tendencia ascendente “que es evidente en
la calle y está a la ofensiva; en forma inesperada ha comenzado a
marcarle la agenda a Chávez”. Así lo resalta, entre otros, el columnista
Carlos Blanco, guerrillero en los 60 y guionista de la derecha en el
siglo XXI.
“La característica de la oposición venezolana, su ADN, es la
violencia abierta o simulada, lo cual explica la manera como impulsa su
actual actividad electoral”, manifestó el periodista y ex vicepresidente
José Vicente Rangel. “Si alguna oposición en el mundo o en la región
latinoamericana se ha caracterizado por el culto a la violencia, es la
venezolana”, añadió.
Para Rangel, la oposición se encuentra repitiendo mensajes
subversivos destinados a influir en sectores militares, tal y como
hicieron hace diez años, lo cual culminó en el golpe de Estado del 11 de
abril de 2002 y, posteriormente, en el sabotaje de la industria
petrolera y la insurrección militar de Plaza Altamira, gracias a “la
permisividad, la excesiva tolerancia del gobierno bolivariano, que
facilitó la aventura conspirativa”.
José V. Rangel explicó que “a base de intrigas, noticias falsas,
descalificación de los mandos, insultos, especulaciones sobre la
situación interna de la institución militar, en esos medios proliferan
los enfoques distorsionadores de la realidad militar”, expuestos por
“militarólogos de oficio” preparados para generar temores en la
población en medio de una época naturalmente tensa, como son las
elecciones en un país polarizado como Venezuela.”El propósito no es otro
que la creación de zozobra, sembrar temor en la población y complicar
el proceso electoral”, advirtió.
Paralelamente, Salvatore Mancuso, ex jefe de las paramilitares
Autodefensas Unidas de Colombia, dijo a magistrados de Estados Unidos
(donde se encuentra preso) que políticos, militares y empresarios
venezolanos le ofrecieron armas y la nacionalidad venezolana para
participar en un golpe contra Chávez.
Como balde de agua fría cayeron a la oposición las declaraciones del
jefe del Comando Sur de EE.UU., general Douglas Fraser, quien afirmó que
Venezuela no representa una amenaza a la seguridad nacional
estadounidense, y que no considera que la compra de armas que hace el
presidente Chávez y el fortalecimiento de sus lazos con Irán amenacen la
seguridad de Estados Unidos.
Pero el coronel James Treadwell, que comanda el Grupo 4 de
Operaciones Sicológicas (Activa) del Ejército de EE.UU., confirmó que su
nuevo equipo elite de operaciones sicológicas dirigirá una parte del
trabajo hacia Bolivia y Venezuela. Poco después del anuncio, un contrato
millonario fue otorgado a la empresa Science Applications Internacional
Corporation (SAIC) para ayudar diseñar las “campañas” de operaciones
sicológicas, junto a otras dos empresas, Lincoln Group y SYColeman.
De estas empresas, SAIC tiene una historia muy sucia en Venezuela ya
que con la vieja burocracia de la estatal petrolera PDVSA conformó una
empresa mixta de nombre Intesa, que se encargó, el año 1995, de
automatizar la industria petrolera en Venezuela y manejar toda la data,
desde la parte administrativa hasta la operativa, situación que finalizó
luego del sabotaje petrolero de 2002.
Ventajismo oficial
Según estimaciones del CNE, en las primeras dos semanas de campaña el
tiempo acumulado de informaciones favorables a los candidatos en
Venevisión y Televen (las dos televisoras privadas menos agresivas con
el gobierno), fue para Capriles Radonski de 1.680 segundos en Televen y
4.500 en Venevisión, mientras para Chávez dedicaron 900 y 540 segundos
respectivamente, y en Globovisión 30.480 al candidato opositor y 3.360
al actual mandatario. Del otro lado, en el canal oficial VTV fueron
12.180 segundos a Capriles y 30.360 a Chávez.
El total general en esas cuatro televisoras, emitidas desde la
capital, fue de 48.840 al opositor y 35.150 a Chávez. Un minuto en
Venevisión y otro en Televen significan audiencias de 60%, pero ese
mismo tiempo en Globovisión y VTV no debe alcanzar al 10%. Pero en
Venezuela operan 111 estaciones de televisión: 61 privadas con abrumador
apoyo al candidato opositor, 13 públicas y 37 comunitarias con limitado
alcance de audiencias.
Eleazar Díaz Rangel, director del diario Ultimas Noticias señala que,
en cuanto a radio AM, 172 (87%) son del sector privado, dos de ellas
con sesenta frecuencias adicionales cada una, y 25 (13%) públicas. En
FM, operan 466 (57%) privadas, 82 (10%) públicas y 243 (31%)
comunitarias. Además, circulan en el país unos cien diarios, de los
cuales apenas alrededor de veinte son progobierno o equilibrados.
Según el Instituto Venezolano de Análisis de Datos (IVAD), Chávez aventaja al candidato opositor en las cinco regiones del país.
Chávez sí, pero los otros…
En numerosos Estados del país, son multitudinarias las
concentraciones chavistas con una novedad: la gente vitorea a Chávez,
pero no a los gobernadores bolivarianos, generalmente de pobre gestión
administrativa por la desidia, el mal estado de la vialidad, los
apagones y el maltrato de la burocracia local hacia la gente.
Al comenzar agosto se inició el proceso de postulaciones para
gobernadores y diputados de consejos legislativos, cargos que serán
electos el próximo 16 de diciembre. El lapso para las inscripciones para
gobernadores vence el 12 de octubre, cinco días después de las
elecciones presidenciales. El 16 de diciembre se elegirán 23
gobernadores y 229 legisladores, de los cuales 54 son por lista y 175
nominales. Además, serán electos al Consejo Legislativo ocho
legisladores por la representación indígena.
Lo programático: ¿Poder popular?
El propio Chávez ha tenido la valentía de responsabilizar, en un acto
electoral en Anzoátegui, a burócratas como causantes del descontento
popular y llamó a recuperar a la gente “defraudada de esta lucha,
tenemos que ir a convencerlos otra vez a que se sumen a la causa. ¡Me
quejo de las fallas, los descuidos, la falta de atención esmerada, con
amor a las necesidades plenas, carajo, del pueblo! (…) Ponerle más
corazón, más alma a las necesidades del pueblo”, exigió Chávez a los
“matavotos” y a los sectarios prepotentes “dueños” de la verdad.
El Plan Socialista 2013-2019 presentado por Chávez como propuesta de
gobierno tiene cinco objetivos históricos: consolidar la independencia,
continuar construyendo el socialismo, convertir a Venezuela en una
potencia, desarrollo de un mundo multicéntrico y pluripolar para
garantizar la paz planetaria, preservar la vida en el planeta y salvar a
la especie humana.
El plan señala que se debe “pulverizar completamente la forma de
Estado burguesa que heredamos”, lo que supone la “invención de nuevas
formas de gestión política”, por lo que habría que transformar al
burócrata en agente de la consolidación del salto cualitativo hacia un
Estado socialista, controlado por el poder popular.
Julio Escalona, representante venezolano alterno ante la ONU, señala
que el funcionario público no es representante del pueblo y que debe
responder ante el poder popular por sus acciones. La “radicalización de
la democracia participativa y protagónica” significaría la progresiva
desaparición de la democracia representativa.
Asimismo, preservar la vida es el denominador común por excelencia
del plan, para que el crecimiento económico se subordine a la
preservación de la vida, lo cual obliga a pensar pilares como el ético,
el cultural y el ecológico. Obviamente, el PIB no puede ser la medida
del bienestar. Escalona añade que “vivir viviendo” implica la
modificación radical de los patrones de consumo y producción, que,
imbricados con el mercado y los valores que él genera, han capturado el
inconsciente colectivo.
“Así no hay transición al socialismo. Asociados al éxito individual,
han sustituido al ser por el tener. Esto brota incesantemente desde el
mercado capitalista y trasciende la estatización de los medios de
producción. Transformar el mercado y sus valores es una vital tarea que
nos conduce a la pregunta: ¿puede haber socialismo de mercado?”.
El marxismo opositor
“Tengo mis principios, pero si no le gustan, tengo otros”. Esta frase
de Groucho Marx podría ayudar a medir la dosis de progresismo con que
tratan a diario ciertos candidatos. Esta sería la única forma de que se
los pueda acusar de marxistas, o sea, de seguidores de la filosofía no
de Karl sino de Groucho, el gran humorista estadounidense.
El programa opositor no lo presentó Capriles, pero estaba previamente
elaborado y los medios de comunicación opositores se encargan de
remacharlo todos los días reforzando el culto a la propiedad privada, el
éxito fundado en la acumulación de bienes materiales, el
individualismo, el anticomunismo, el rechazo a la solidaridad
internacional, al comercio justo, a la cooperación solidaria, reforzando
un imaginario colectivo forjado en las reglas del mercado capitalista.
Pero en la campaña Capriles omite defender el capitalismo, su estrategia
neoliberal privatizadora, sus vínculos transnacionales, etc.
El de Capriles es un discurso carente de contenido desde el punto de
vista programático, pero tiene un contenido en la repetición de lugares
comunes que son el eje de su campaña. Es un discurso preparado por sus
asesores con un determinado contenido y un estilo mal recitado por el
candidato. Capriles está lejos de ser un líder popular o un orador
brillante. Carece de solidez intelectual, de ingenio y también del don
de la palabra.
Sus asesores lo han puesto a imitar a Chávez con unos dislates como “¡Cómo te quiero Venezuela”, “¡Mi vida es el pueblo!”, “El tiempo de Dios es perfecto”, “Después de Dios están ustedes” y el “Amén” final. Y parece una enciclopedia de lugares comunes: el autobús del progreso, el compromiso con el futuro, la unión de todos los venezolanos, la culpabilización de Chávez y del chavismo como responsables de la violencia, la promesa de unir a chavistas y antichavistas, la conquista de una especie de reino de la armonía… Todo destinado a captar sentimientos de frustración por la inseguridad, la inflación, la violencia.
Sus asesores lo han puesto a imitar a Chávez con unos dislates como “¡Cómo te quiero Venezuela”, “¡Mi vida es el pueblo!”, “El tiempo de Dios es perfecto”, “Después de Dios están ustedes” y el “Amén” final. Y parece una enciclopedia de lugares comunes: el autobús del progreso, el compromiso con el futuro, la unión de todos los venezolanos, la culpabilización de Chávez y del chavismo como responsables de la violencia, la promesa de unir a chavistas y antichavistas, la conquista de una especie de reino de la armonía… Todo destinado a captar sentimientos de frustración por la inseguridad, la inflación, la violencia.
El sociólogo Daniel González señala que Capriles finge ser un
muchacho bueno, sencillo y pacífico, pretende que la gente olvide su
pasado en Tradición, Familia y Propiedad, su violencia en el golpe de
2002 y que es figura prominente de la oligarquía venezolana. Nunca se
quejó de la intromisión estadounidense en Venezuela; nunca se quejó de
que las transnacionales eran dueñas de la Faja del Orinoco y sus enormes
reservas petroleras, que no pagaban regalías y apenas una miseria de
impuestos.
“Nunca ha defendido a los pobres de la explotación, nunca ha
defendido a la clase media de los estafadores, de los acaparadores y de
los especuladores ni de los créditos indexados… y dice ser lo ‘nuevo’,
pero, en realidad, es el candidato de los adecos y de los copeyanos y de
la vieja burguesía”, añade González.
Alerta a la violencia
Algunos analistas agoreros advierten que los venezolanos deben
prepararse para la acentuación de los secuestros, el sicariato, los
enfrentamientos entre pandillas, la multiplicación de las muertes
violentas, el tráfico y microtráfico de drogas, el crecimiento de la
infiltración de paramilitares y de las acciones violentas promovidas por
éstos.
Alertan que, de la misma manera, puede multiplicarse el sabotaje a
los servicios públicos y las deficiencias por real o aparente
ineficacia. Los apagones, los cortes en el servicio de agua, los
problemas en las comunicaciones (en la telefonía fija y en la telefonía
celular), los desórdenes en el tránsito, incluido el Metro y en general,
en el servicio de transporte, etc. En el pasado reciente, la reiterada
denuncia de la violencia ha tenido como finalidad crear un clima
propicio para estallidos violentos con el disimulo del que tira la
piedra y esconde la mano. La derecha clasista y racista ha propiciado la
violencia por la supuesta amenaza de “los negros de m…” o de las
“hordas” chavistas.
Se trata de multiplicar un deterioro acelerado de la vida cotidiana
de la población para tratar de impedir que la aceptación que tiene el
presidente Chávez, que linda el 70%, se transforme en intención de voto,
es decir, que se llegue o se acerque a los diez millones de sufragios,
lo que podría facilitar el grito de ¡fraude! y el desconocimiento de los
resultados electorales.
Por ahora, son presagios agoreros y advertencias. Especulaciones con
antecedentes, pero especulaciones al fin. No sólo los venezolanos están
pendientes de la continuidad del proceso que ha significado la inclusión
social y política de las mayorías marginadas en un proceso hacia un
socialismo de nueva concepción. También América Latina acompaña cada
latido del acontecer venezolano porque el futuro común está en juego.
*Publicado en Cubadebate
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