Con
una sola variable se puede reflexionar sobre toda la historia argentina
y hacer una división –obviamente esquemática y binaria pero que es útil
para mapear política e ideológicamente estos más de 200 años que nos
preceden– entre presidencias nacionales y populares y las
liberal-conservadoras.
Y la primera conclusión que se podrá establecer es la siguiente: estos últimos –desde Bernardino Rivadavia hasta Fernando de la Rúa endeudaron desvergonzadamente al Estado con organismos financieros de distintas formas–; los primeros, en cambio –desde Manuel Dorrego a Cristina Fernández de Kirchner– comprendieron que no hay posibilidad de llevar adelante un proyecto económico autónomo y sustentable si ese Estado no se libera de las ataduras financieras, verdaderos cepos para el crecimiento de una Nación, impuestas por la toma de deudas realizadas en formas absolutamente irresponsables, cuando no criminales para el futuro de las mayorías argentinas.
Y la primera conclusión que se podrá establecer es la siguiente: estos últimos –desde Bernardino Rivadavia hasta Fernando de la Rúa endeudaron desvergonzadamente al Estado con organismos financieros de distintas formas–; los primeros, en cambio –desde Manuel Dorrego a Cristina Fernández de Kirchner– comprendieron que no hay posibilidad de llevar adelante un proyecto económico autónomo y sustentable si ese Estado no se libera de las ataduras financieras, verdaderos cepos para el crecimiento de una Nación, impuestas por la toma de deudas realizadas en formas absolutamente irresponsables, cuando no criminales para el futuro de las mayorías argentinas.
El discurso de la presidenta en la Bolsa de Comercio se sumerge en
esta histórica disputa entre endeudadores y desendeudadores. Ella misma
lo recordó cuando dijo: "Lo que vamos a pagar ahora, el Boden 2012, qué
es si no el dinero que debían haberles devuelto los bancos a los
ciudadanos y ciudadanas argentinas. Entonces, a mí me llaman mucho la
atención los críticos del estatismo cuando la regulación es sobre las
empresas; sin embargo, nadie dijo nada cuando se amplió la deuda, en
1982, del sector privado. En realidad, el tema de la deuda –como yo les
quería comentar– viene desde el nacimiento de nuestra historia. Nació
con la Baring Brothers, de Londres, el inefable Bernardino Rivadavia,
que todavía no sé por qué llevan tantas plazas y calles su nombre, pero
lo cierto es que un millón de libras esterlinas se le prestó, entre
comillas, a la Argentina, de la cual solamente quedaron 500 mil libras
en oro, en Londres, porque las otras 500 mil se le pagaron en comisiones
a los bancos y los banqueros, hasta viáticos de los funcionarios,
comisiones. Y a la República Argentina llegaron solamente 60 mil libras.
Esto fue lo que ingresó realmente a la Argentina. Y esta deuda
contraída con la Baring Brothers, de Londres, por Bernardino Rivadavia,
recién se terminó de pagar en el año 1904, y se terminó pagando 27
millones de pesos oro contra 3 millones de pesos papel que habíamos
recibido en aquel momento."
Lo interesante de la historia es que detrás de Rivadavia, llegaron
primero Manuel Dorrego y luego Juan Manuel de Rosas. El primero, intentó
tomar deuda pública en pesos mediante colectas semiforzosas a los
estancieros bonaerenses para cancelar la deuda externa, y el segundo, un
poco más radical, decidió directamente desconocer la deuda con la
Baring Brothers y no pagarla durante décadas.
El modelo agroexportador –el proceso que comienza con Mitre y
concluye con la Década Infame– también es un modelo tomador de deuda
permanente y por necesidades estructurales como lo fue el menemismo. Los
desbalances comerciales con Gran Bretaña, producto de las diferencias
en los términos de intercambio (exportación de materias
primas-importación de productos con valor agregado) y la toma de deudas
para saldar esos desequilibrios fueron las principales causas –como bien
explica Mario Rapoport en su Historia social, económica y política de
la Argentina– de la crisis de 1890, por ejemplo, con síntomas muy
similares a los de la crisis de 2001.
El siglo XX también se divide entre de-sendeudadores como Juan
Domingo Perón, quien en 1948 canceló el último pago de deuda
estableciendo su celebrada Independencia Económica en la provincia de
Tucumán, y los endeudadores, como la dictadura de Pedro Aramburu, que en
1957 logró que Argentina ingresara al circuito de los organismos
multilaterales de créditos y tomara la primera deuda con el inefable
Fondo Monetario Internacional.
Luego, como bien dijo la presidenta, "los otros dos grandes
momentos de endeudamiento se dan durante la dictadura, desde 1976 hasta
1983, con el advenimiento de la democracia. Allí el sector privado fue
fundamentalmente el endeudado, y que culminó con la estatización, que el
doctor Cavallo y obviamente el gobierno sostuvieron…no, no, si estamos
hablando de las cosas que pasaron, no hace falta silbar, ni adjetivar,
con describir es suficiente. Entonces se estatizó la deuda y no escuché a
ninguno de los defensores o críticos permanentes del estatismo
manifestarse contra la estatización de la deuda de los privados, que
finalmente son los bonos Par, los bonos Discount, etc., etc., que son
con legislación de Nueva York y que terminaremos de pagar recién en el
año '34.
Luego vino el segundo período de endeudamiento, que fue el de la
Convertibilidad, y para sostener la ficción de que un peso era igual a
un dólar. Nos endeudamos, inclusive, para sostener gastos corrientes y
además desprendiéndonos de bienes. Algunos, afortunadamente, hemos
recuperado para el patrimonio de los argentinos, pero lo cierto es que
hubo un endeudamiento que culminó. Sería también poco serio achacarle al
último gobierno que le explotó en las manos la bomba la responsabilidad
de todo endeudamiento."
Desendeudar es hacer patria, de una forma desagradable, pero es
hacer patria. Es muy romántico proclamar el no pago de la deuda externa,
pero lo cierto es que cancelar deuda es recuperar herramientas de
soberanía en este mundo atravesado por el capitalismo financiero. Los
argentinos debemos tener en cuenta, también, a la hora de elegir a
nuestros gobiernos, la variable de la administración pública. Y en el
presente la dicotomía es: mientras Cristina salda deuda para obtener
independencia económica, el intendente de la Ciudad de Buenos Aires,
Mauricio Macri, endeuda al Estado porteño con bancos internacionales
encadenando a los porteños a futuras crisis financieras y de gestión. La
política no es sólo cuestión de globitos amarillos.
Una sola cosa más: una década de consistencia fiscal, de
desendeudamiento, de ahorro público no pueden ser arrojados por la borda
en 2015 por una mala decisión colectiva de los argentinos frente al
voto. Continuar con estas políticas de Estado es un deber para las
grandes mayorías. Los argentinos tenemos un capital ahorrado. Alrededor
de 45 mil millones de dólares, que es un botín apetitoso para bancos
internacionales y políticos inescrupulosos. Lo importante es eso. Lo
demás, son nimiedades para un programa de circo que puede televisarse
por cualquier canal del Grupo Clarín.
*Publicado en Tiempo Argentino
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