La
reelección del presidente venezolano Hugo Chávez en los comicios del 7
de octubre es confirmada por todas las encuestas con una ventaja de
entre 17 y 27 puntos. Estudios realizados por el estadunidense Peter
Greemberg, asesor del candidato del imperialismo y la contrarrevolución
Henrique Capriles Radonsky, le otorgan al líder venezolano entre 13 y 18
puntos de ventaja, imposibles de remontar.
Pero más importante que el dato frío es el sentido profundo de lo que
expresa. Incomparable con una distancia semejante si se tratara de una
elección en otros muchos países del mundo. Y es que no hay número que
pueda dar cabal idea del cariño, la simpatía y la admiración que
continúa despertando Chávez en el pueblo venezolano después de 14 años
en la presidencia, de haber sido ganador de doce de trece desafíos
electorales -entre ellos un referendo revocatorio-, de soportar el costo
económico de la escalada subversiva yanqui-patronal coronada por el
golpe de Estado y el golpe petrolero y una de las más prolongadas y
sistemáticas campañas de linchamiento mediático internacional.
No hay cifra que pueda medir la conciencia política alcanzada en
estos años por los venezolanos, que votan por un abanderado explícito
del socialismo. La pregunta es qué hace posible este fenómeno
político.
Venezuela llegó a tener uno de los PIB per cápita más altos de
América Latina en los años del boom petrolero de los setentas pero se
distribuía de manera extremadamente desigual y una parte importante de
su población permanecía sumida en la marginación, la ignorancia, la
insalubridad y la pobreza. Ello es revelador del menosprecio de la
oligarquía por los pobres, en su mayoría negros y mestizos, y también de
su racismo incurable. Situación agravada considerablemente cuando la
caída de los precios del petróleo coincidió con una de las más crudas
formas de aplicación del neoliberalismo en América Latina.
Se trató de un plan deliberado de Washington en contubernio con la
oligarquía para apropiarse de las empresas públicas -el petróleo en la
mira- mediante la imposición de planes de ajuste del Banco Mundial(BM) y
el Fondo Monetario Internacional(FMI) para endeudar al país de por
vida. Un día, durante el gobierno del socialdemócrata Carlos Andrés
Pérez, los trabajadores se percataron al salir de su casa que el nuevo
precio del trasporte público superaba lo que iban a ganar en la jornada.
El alza se extendía a muchos otros artículos de primera necesidad y el
país se incendió. El caracazo(1989), sublevación popular espontánea
contra este asalto inaudito, condujo al pronunciamiento militar del
entonces desconocido teniente coronel Chávez(1992) y desembocó en el
gran movimiento de masas que lo alzó a la presidencia en 1998.
Una gran conquista del gobierno bolivariano fue la rápida cancelación
de la deuda contraída por los gobiernos neoliberales con el BM y el
FMI. Esto fue posible porque Chávez revivió a la OPEP y logró dignificar
los precios del crudo, de modo que el Estado dispuso de fondos
suficientes para pagar el adeudo y canalizar por primera vez en la
historia venezolana el grueso de la renta petrolera al desarrollo social
y económico.
Con estos fondos y decisiva voluntad política se liquidó el
analfabetismo, aumentó considerablemente la matricula escolar en todos
los niveles de enseñanza, se llevó la asistencia médica a millones que
no la recibían, se financian cooperativas y pymes, nuevas fábricas y
proyectos agropecuarios. Venezuela ha triplicado el PIB de 1998 y salvo
un interludio en 2009 y 2010 su economía ha continuado pujante en medio
de la crisis internacional y crece 5 por ciento este año.
El salario mínimo es el más alto de la región y en las tiendas del
Estado los productos de la canasta básica cuestan la mitad. Desde 2011
el gobierno ha construido 213 mil viviendas. Chávez es líder de la
integración latinoamericana, que se potenciará con el ingreso de Caracas
al Mercosur.
Capriles ha intentado apropiarse de consignas del chavismo y habla de
combatir una pobreza cuyos rezagos se deben únicamente al saqueo de
Venezuela por la oligarquía de la que él y su familia son ilustres
miembros. Llegó a decir que imitaría el modelo de Lula sin saber que el
brasileño iba a dar su apoyo rotundo a la reelección del bolivariano.
El secreto de Chávez es que el pueblo lo ve como su expresión más pura, con él entró a Miraflores y no está dispuesto a marcharse. Podrá faltar quien sabe cuándo, pero quedará su impronta.
El secreto de Chávez es que el pueblo lo ve como su expresión más pura, con él entró a Miraflores y no está dispuesto a marcharse. Podrá faltar quien sabe cuándo, pero quedará su impronta.
*Publicado en Telesurtv.net
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