Por Walter Paz*
La semana pasada el gobierno de Venezuela denunció un
complot desestabilizador y dio detalles, denunció mensajes cifrados en
crucigramas llamando al asesinato de Hugo Chávez, publicados por el periódico
Últimas Noticias. Parte de la oposición se burló de tal denuncia diciendo que
era absurdo. Lo que sí sabemos es que los intentos desestabilizadores ya han
ocurrido y en forma bien concreta, por ejemplo en el 2002.
“El arte de la guerra se basa en el engaño” decía Sun Tzu,
general chino del siglo V a.c. Y si se trata de espionaje, conjuras o complots,
todo ronda o bordea lo ridículo o inverosímil. Justamente se trata de engañar o
desconcertar al enemigo. Y en la historia encontramos diferentes ejemplos.
Nos mudamos mentalmente a la época de la Guerra Fría. El
disidente búlgaro Georgi Markov, después
de haber escapado al Occidente supo trabajar de escritor y periodista, con
textos muy críticos acerca de lo que se vivía detrás de la cortina de hierro.
Molestaba, entonces desde Bulgaria dieron la orden de matarlo, dos veces
fallaron y la tercera fue la vencida. El servicio secreto de Bulgaria con apoyo
de la KGB montó una operación ejecutada por un solo agente, en plena calle y en
medio de la multitud, este aparentaba chocarlo y con la punta de un paraguas lo
pinchaba en la pierna. Puntualmente, el extremo del paraguas actuaba como una
jeringa e inoculó una pequeña bolita del tamaño de la cabeza de un alfiler.
Markov luego de aceptar las disculpas del desconocido que lo había chocado
siguió hasta su trabajo y horas más tarde presentaba un cuadro febril que lo
obligó a internarse en un hospital. Tres días después murió. Como había hecho
algunos comentarios a compañeros de trabajo acerca del incidente callejero y
por su condición de disidente, su cuerpo recibió una autopsia más exhaustiva.
Los forenses descubrieron que en la pantorrilla tenía un
pequeño moretón donde supuestamente había impactado la punta del paraguas y
adentro estaba esta bolita fabricada con una aleación metálica que tenía
perforaciones que se unían en su interior como una letra X. Los análisis
mostraban restos de un potente veneno, en los extremos de los orificios se
utilizó una cera que con el calor corporal se derritió dejando fluir el veneno
hacia el cuerpo. Esto ocurrió en plena guerra fría, Markov murió en setiembre
de 1978.
La Guerra Fría ya terminó, sin embargo el espionaje entre
Rusia y los EUA no. En julio de 2010 cayó una célula de 11 espías rusos que
operaba en territorio yanqui. Lo más trascendente en la prensa por esos días
fue la bellísima agente rusa Anna Chapman, que funcionaba como una Matahari. La
detención de los rusos se precipitó cuando Anna se encontraba montando una
relación sentimental con un integrante del gabinete de Barack Obama, cuyo
nombre no trascendió. El 9 de julio del mismo 2010, se procedió a realizar un intercambio
de espías supuestamente en un aeropuerto de Viena, los 10 rusos detenidos por 4
rusos que trabajaron para los yanquis.
¿Y por Latinoamérica? No siempre las oligarquías han contado
con los servicios de militares gorilas que simplemente disparan a diestra y
siniestra o bombardean sus propias plazas. A veces los directamente implicados
vinieron desde el gran país del norte. En Cuba, la inteligencia cubana lleva
contabilizados hasta el 2007, unos 638 intentos de asesinato contra Fidel
Castro. Durante todas las administraciones yanquis se atentó contra su vida,
sean demócratas o republicanos. Los momentos más virulentos fueron con la
presidencia de Nixon con 184 intentos y la de Reagan con 197 intentos contra la
vida del conductor del Pueblo cubano.
De todos esos intentos solamente un centenar llegaron hasta
la fase final, empleando habanos explosivos o suministrándole un traje de buceo
con el interior untado de veneno, como así también intentar sembrar el fondo
del mar con explosivos disimulados en moluscos para hacerlos detonar cuando
Castro ejercitara su afición al buceo. En definitiva, todo inverosímil,
increíble, como dice la oposición venezolana.
Y aquí, en Argentina, por estos días, leyendo un artículo de
Miradas al Sur, nos enteramos que dos periodistas de Clarín no pueden viajar a
los EUA, las autoridades yanquis no le renuevan la visa. Ambos periodistas
están en la mira de los investigadores yanquis, porque habrían hecho contacto
con el espionaje ruso allá por el 2003. Uno escribe y se llama Daniel Santoro y
el otro aparece en la pantalla de TN Y se llama Guillermo Lobo. En primera
instancia, y esto lo decimos nosotros, el espionaje ruso no creemos que tenga
interés en las cosas que pasan en Argentina, salvo lo usual que corresponde a
una potencia como Rusia, es decir, tratar de manejar información de todo tipo y
de todo el mundo tal como hacen los EUA.
Pero el espionaje no solamente implica el espionaje, también
implica el tráfico de información, o mejor dicho su comercialización.
*Columnista del programa Sudestada, emitido por Radio Nacional Rosario, AM1300, sábados de 7 a 9.30 horas
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