Por Arq. Roberto O. Marra*
Era otro 25 de Mayo
más. Al menos eso parecía. Algo lo distinguía: asumía un nuevo Presidente, que
poco antes había sido electo con sólo el ¡22 %! de los votos. -Que se le va a
hacer, habrá que escucharlo-, me dije.
-¡Epa! Qué buen
comienzo. Por lo menos parece tener objetivos claros. Habrá que ver cuáles
son…- Mis pensamientos seguían todavía atados al pasado reciente, de
frustraciones permanentes, de engaños y traiciones constantes, de palabras
grandilocuentes y hechos desastrosos.
“Por mandato popular, por comprensión
histórica y por decisión política, ésta es la oportunidad de la transformación,
del cambio cultural y moral que demanda la hora. Cambio es el nombre del futuro”.
El tono de su voz, su
figura un tanto desaliñada, me infundía una sensación de confianza en sus
palabras cada vez mayor. Parecía uno más de nosotros, no un Presidente -¿Será
sincero?- me preguntaba.
“Actuaremos
como lo que fuimos y seguiremos siendo siempre: hombres y mujeres comunes, que
quieren estar a la altura de las circunstancias asumiendo con dedicación las
grandes responsabilidades que en representación del pueblo nos confieren”.
-Y sí, este tipo es
distinto. No puede estar fingiendo. Tendría que ser un actor excepcional.- Los
gestos no permitían encontrar algún signo de falsedad, pero uno nunca sabe…
“La seguridad
jurídica debe ser para todos, no solamente para los que tienen poder o dinero”.
-Esto es lo que
siempre decimos, ¡Muy bien!- Casi me tiene convencido que es realmente
diferente.
“Formo parte
de una generación diezmada, castigada con dolorosas ausencias; me sumé a las
luchas políticas creyendo en valores y convicciones a las que no pienso dejar
en la puerta de entrada de la Casa Rosada”.
Hice fuerza por
evitar que la primera lágrima se me cayera. Pude ver en los rostros de los que
estaban presenciando en vivo este Acto una emoción que ya no podían contener.
Yo tampoco pude…
“Vengo… a
proponerles un sueño: reconstruir nuestra propia identidad como pueblo y como
Nación; vengo a proponerles un sueño que es la construcción de la verdad y la
Justicia; vengo a proponerles un sueño que es el de volver a tener una
Argentina con todos y para todos. Les vengo a proponer que recordemos los
sueños de nuestros patriotas fundadores y de nuestros abuelos inmigrantes y
pioneros, de nuestra generación que puso todo y dejó todo pensando en un país
de iguales”.
Con los ojos
mojados, con el corazón latiendo a mil revoluciones, con el recuerdo de tantos
familiares que no lo pueden ver y tanto lo soñaron, con la esperanza de ser por
fin parte de una historia de construcción de una Patria nueva, de una Sociedad
distinta, con la concreción al alcance de la mano de la unidad latinoamericana,
con la presencia y el apoyo explícito de los más queridos líderes de los Países
hermanos, me convencí: Kirchner era distinto. Después, muy poco tiempo después,
pasaría a ser sólo Néstor, el compañero al que para siempre le deberé haberme
convencido de ser un militante por sus mismas causas y con su misma pasión.
*Miembro del Centro de Estudios Populares
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