Por Dr. Rubén Visconti*
Se suele afirmar que el sistema democrático es el mejor de todos los
ensayados a través del desarrollo de las sociedades humanas y, por lo tanto, pese
a algunas de sus deficiencias es el que debemos apoyar y defender todos, sin distinción
de ninguna naturaleza, pobres y ricos, propietarios y desheredados, analfabetos
y cultos, desarrapados y bien vestidos, hambrientos y ahítos, ocupados y
desocupados, y ,etc., todos sin distinción.
Y ello sería así debido a que como
este régimen consagra y garantiza que las autoridades políticas son elegidas
por el voto de todos, al que denominan también el voto popular, sin excluir a
ninguno de todos los sectores mencionados, sin voto calificado como algún lapso
temporal anterior funcionó, con la sola condición de poseer una edad límite
fijado por la ley a la cual llegamos todos, todos, todos, somos los electores
de esas autoridades que nos van a gobernar.
Establecidas así las cosas, democracia con el sufragio universal, algunos
sectores privilegiados que podemos elegir entre los mencionados en la
enumeración de más arriba, cuando esa democracia facilita que los pueblos
pertenecientes en su inmensa mayoría a los también nombrados de los grupos no
privilegiados elijan a los gobiernos mediante su voto, al advertir que los
resultados electorales facilitan el acceso al gobierno mediante el voto
popular, insistimos, en elecciones sin tachas, la DEMOCRACIA LES FALLA, LOS
TRAICIONA, ya como dijo alguno de los privilegiados, si bien el voto les da
poder de decisión no les concede bajo ningún concepto modificar ninguna de las
condiciones básicas del funcionamiento social, y solo los autoriza a gobernar
manteniendo el statu quo vigente. Es decir, como decía Lampedusa, cambiar para
no cambiar nada.
Cuando así no sucede apuntan sus cañones contra los resultados electorales que
facilitan el acceso al poder de aquellos que SI QUIEREN CAMBIAR, por ejemplo
para conformar una sociedad más justa e igualitaria que es la base de la
libertad, tocando algunos de los exagerados privilegios de los sectores dominantes,
y se inquietan, alistan sus armas verbales y escritas así como también los
golpes de estado, para tratar de recuperar ese status lesionado, en definitiva,
por el VOTO POPULAR que lo autorizó, ES DECIR, POR EL REGIMEN DEMOCRATICO QUE
ELLOS MISMOS SOSTIENEN ES EL MEJOR.
Una contradicción total entre lo que han dicho y siguen diciendo cuando se
topan con el hecho inaceptable para los privilegiados de que la DEMOCRACIA LOS
HA TRAICIONADO. Esa democracia se ha transformado en su principal enemigo y
para combatirla se dedican a justificar su oposición al régimen que ellos
mismos crearon generando ideas tales como acusar al gobierno popular de
“populista”, que podríamos definir asimilando su comportamiento al desarrollo
de las células que rigen nuestros cuerpos que al degenerarse se transforman en
una enfermedad fatal denominada cáncer.
Un gobierno popular que busca la mayor
igualdad entre todos los componentes aún sin lesionar las casuales
básicas del privilegio, es un gobierno populista, o sea, canceroso, al que hay
que destruir.
A esos intentos de destrucción les dedican todos sus afanes, sus esfuerzos,
su capacidad de pago, por ejemplo, con los avisos publicitarios de Clarín de
una sola edición se pueden comprar más
de una docena o quizás varias de los plumíferos que opinan, y también a los
pseudo-intelectuales auto declarados como tales por el solo hecho de escribir
sin faltas de ortografías, a quienes deben aplicar justicia y en cambio aún
retienen sus decisiones como sucede con el caso del artículo 161 de la ley de
medios, o los juicios pendientes a Macri y otros, que llegan hasta la
exageración de denominar INDULTO la reciente sanción al juez Rafecas por su
estúpida actuación en el caso Ciccone de babosearse con una periodista y un
abogado amigo, expresando falsamente la realidad, o como Eliaschev que nos
asimila al régimen estalinista, como cualquier
falsedad que inventan diariamente bajo el rubro despectivo y arrogante
de llamar al gobierno POPULISTA; todos son argumentos FALSOS que son en
realidad la expresión de su disgusto con la DEMOCRACIA que al darles la gran
lección del 54%, según ellos, los ha traicionado dado que no para eso la
aplauden sino solamente cuanto los resultados le son favorables.
En estas mentalidades la DEMOCRACIA que debe estar solo a su exclusivo
beneficio es un régimen que debe ser modificado para que nunca jamás permita
otorgarle poder a las mayorías incultas y desapoderadas de todo, de modo tal de
que todo siga a igual, ellos acaparando
y el resto continúe con el hambre eterno que según sus opiniones no tiene
solución, por lo cual afirman que “pobres habrá siempre”.
*Doctor en economía, Docente de la UNR, Miembro del CEP
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