Por Gustavo Daniel Barrios*
Algunos afirman que
existió realmente. Tiene que haber una conexión entre la adecuación a una época
que fue soñada desde hace mucho, como el lapso en que se decidiría barrer
finalmente con el oprobio, durante el que trepar hacia la suficiencia, el
arraigo de sustentabilidad, y la felicidad de condición estable, nunca era
posible entre Los Andes y el mar..., digo conexión con un
misterioso sujeto de la historia, que habrá luchado en soledad y de un modo
bastante anónimo, en preparación de un país hacia el florecer de las dotes del
roble que en su robustez olvidó ya la semilla que era.
Sí, se afirma que Laura existió, y se confía luego, en que
su amiga Domitila Locicero, existía
también.
Laura se preguntaba dicen, si Domitila
correspondía a una piedra angular de toda sociedad –y pensó en su Cipolletti
natal-, al observar esta mujer la desigual lucha que a base de empeños y
amarguras de quien sí cree, impelía a Domitila
a rechazar el desenlace antipolítico o antisocial en su época –anterior al
largo ciclo de exilios-, en que el Alto
Valle de Río Negro, no se tenía
ni siquiera a sí mismo, para obtener la mística de una parodia de discusión
intelectual al menos, ya que desfallecer era lo permanente si una oleada de
precariedades y carencias, hacían agobiantes la vida en comunidad.
Refulgía ciertamente la política en el centro del país en ese tiempo, pero
ocurre que la vía de alcanzar el sistema universal único posible, y
antiquísimo, que permite trascender todo mal, se dispuso un día sólo para la
región geopolítica en donde pasan todas las cosas. Se decidió en el siglo
fundacional, que en determinado país ocurriría todo, las luces cognitivas
aceptas y el acto de reinventar la sociedad desde la rebeldía, pero se decidió
también que en el país restante, en lo geopolítico, nada ocurriría quizás
nunca. A esas comunidades, aunque hoy, hoy siglo 21 no sea así, se las concibió para aceptar las reglas
suministradas por los centros urbanos que lo deciden todo. Y callar.
En este último caso se
ubicaba la ciudad de Cipolletti hace
mucho tiempo, pues cuando allí, o en toda aquella provincia mejor, figuras
surgían con el perfil para representar, de acuerdo al ideario transformador, su
asiento o teatro siempre fue muy lejos de ese lugar, y lejos debían radicarse.
Esto pasaba a la gente en Mendoza y Neuquén también. A ser caudillos o
intentarlo, en el área metropolitana ampliada, ya que allí –en esa parte, y
sólo se habla en este momento de esa parte-, construir poder y nueva autoridad
les resultaba muy duro antaño.
Y diferente era por
ejemplo en la región geopolítica efervescente y libre, inventora y vanguardista
–por inmensa fortuna-, desde la que muchas veces se dispuso para la región
antes aludida, que se les oriente a nunca ser, si eras rionegrina o neuquino o pampeana, y te afectaban tu micro mundo
o aldeas propias. Y te lo tenían todo “resuelto”, si se debía atender a un
deterioro estructural, legal o material, y la fórmula siempre era encargárselo
a los tutores locales sometidos al centro, cuyo manual no se renovaba desde la
administración Sarmiento. Una
solución aparecía, o un ato de soluciones, pero tan frágiles como
deliberadamente limitantes para el sector popular.
Pero no obstante
aprieta el paso Domitila Locicero, y
contaba Laura o esto dicen, que un
día consigue aquella hacer llegar unos documentos al gobernador de visita en su
ciudad, donde figuraba el proyecto labrado por la propia Domitila, que sugería desoír los lineamientos –empresariales o a
veces sindicales incluso-, que aconsejaban a las mujeres fuera del empleo
diversificado, y mantenerlas acotadas, de acuerdo a pactos que nunca fueron
escritos. La señorita Locicero
propuso entonces abrir concursos de ideas, para que las mujeres ocupen de modo
paulatino, áreas de trabajo más importantes, a lo que había sido el recluirlas
como rellenos no especializados de aburridos montajes o líneas de envasamiento,
para llegar a lo que se observa ahora y es que ellas hoy son capaces de
fabricar un avión en equipos, dentro de las secciones de mayor complejidad
tecnológica, lejos ya de la iteración de tareas aburridas, cuando era esta la
única oferta. Agreguemos que hoy las mujeres son managers empresariales, y son
todo lo que fuere menester abarcar en lo laboral, o ella misma se plantee como
meta. Diferente era esto hace cuarenta años. Hoy ocupan todo el piso
jerarquizado del mercado de trabajo, y además trabajos comunes claro.
Uno se ubica en este
análisis, y recorre el pasaje a la diversificación de los rubros laborales para
las mujeres, salto que comienza a producirse al final de los ochenta, y
entonces añora uno conocer a personajes ocultos que se infieren como lo mejor
de la sociedad, porque necesariamente han tenido que ser irreprochables, y tan
pacientes, mesurados y cuidadosos que los volvió intangibles, y habrán
maniobrado en la penumbra del país. Estos misteriosos sujetos de la
intra-historia, o el laberinto secreto de ella, de algún modo consiguieron
romper el hielo, y hacer incoar el cambio lento pero sostenido, cambio
liberador, que condujo desde allí a escenarios hoy plus revolucionarios, que
traen el aire frío a la nocturnidad tórrida del país.
Las que fueron réplicas
de Domitila Locicero, las que son y
los que son, infusores de confianza en un mundo que hoy se plantea como nunca
antes, que los caminos de la creatividad y las rupturas, los sueños y el
coraje, harán la diferencia si deseamos preservar un devenir de felicidad
mínimo indispensable...; decía yo que aquellos infusores anónimos e
irreprochables, deben haber existido entendiéndolos como cimientos de las
páginas ya exógenas de la
Historia formal.
El fárrago de
obstáculos tiene conexión, si hablamos de factores que sostienen el entramado
económico liberal, con barreras que impedían el tránsito libre al mercado del
trabajo a la mujer antiguamente, acceso a la economía integral y al trabajo
asequible en la completud de su tablero..., tiene conexión decía con tragedias
muy puntuales.
Jauretche marcó que Lisandro
de la Torre
se mata a raíz del derrumbe de su particular mundo, ya que él descubre que los
antiguos admiradores suyos eran mentirosos, y parte también ellos del
liberalismo económico. Se desploma entonces su confianza en la sociedad
circundante. Jauretche dice que en el
momento dramático de soledad y traición, conoce al fin de la Torre
los motores de la Historia Argentina,
y el papel que juegan las supuestas élites. Es que ha descubierto él el resorte
misterioso que ordenaba las fuerzas de la economía liberal. Ahora sabe, pero siente que es tarde.
Voy a agregar a esto un extracto de un discurso de campaña de François Hollande, que me trajo una nota
del periodista Febro. Este hace un
breve introito a ese fragmento, diciendo que Hollande pronunció la frase que fue un hacha de guerra en el
corazón del liberalismo predador. Hollande
dice: “Mi adversario, mi verdadero adversario, no tiene nombre, ni rostro, ni
partido. Nunca presentará su candidatura y, por consiguiente, no saldrá electo.
Sin embargo, ese adversario gobierna. Ese adversario es el mundo de las
finanzas.”
Yo aclaro que ningún
aspirante europeo me genera confianza, y acaso pueda decir, que no le creo a
ninguno. Claro que tampoco a François
Hollande. Pero en este momento no necesito creerle, ni ocuparme de
averiguar si es verosímil su definición en cotejo con la real persona y dirigente que es Hollande, pero ha hecho un comentario célebre. Esa definición
arriba citada, recupera el sentido que nunca debió perder todo esto en el
occidente que conocimos, porque apartarse de esa épica arruinó en otros tiempos
el curso de las cosas hacia el bien común. Ese párrafo de Hollande mantiene la atención en los sótanos, criptas y subsuelos
de un ambiente medio internacional que devela la conspiración más desafiante de
la Historia. Es
la conspiración que pretendió y todavía pretende, barrer con los pueblos que
hoy desconocen el disciplinamiento de ayer, de haber tenido que arrodillarse y
besar los pies del que les daba un plato de pan mojado como diaria ración. De
preferencia barrer contra los seres sin genuflexión, que cohabitan en sus urbes
tan decentes.
*Escritor, Miembro del CEP
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