viernes, 24 de mayo de 2019

¡VENCEREMOS!

Por Roberto Marra
Cada año, al llegar el 25 de mayo, se realizan conmemoraciones de aquel día en que se intentó comenzar a ser libres en estas tierras que ni siquiera tenían todavía el nombre de Argentina. Generaciones tras generaciones aprendimos a entender aquel momento con los conceptos derivados de la ideología de quienes terminaron convertidos en los “dueños” del País, producto de una disputa no decidida del todo todavía. Con el tiempo, fueron apareciendo historiadores que investigaron con otras miradas aquellos hechos y los que les sucedieron, para culminar armando la otra historia, esa que nos habla de héroes de carne y hueso, patriotas de pasiones furibundas y traidores de las peores calañas.
Aprendimos así que los auténticos patriotas no pensaron nunca en la miserable “repartija” de territorios entre varias naciones inconexas, sino en la conformación de una verdadera Patria Grande, una que cobijara a sus Pueblos empoderados y capaces de encaminar semejante proeza hacia un destino de Potencia mundial de obvias capacidades de desarrollo virtuoso para sus habitantes.
Pero “pasaron cosas”, tal como siempre lo hicieron en cada etapa de nuestro devenir. Pasaron aquí y en cada región de Nuestra América, fruto de los poderosos imperios de entonces y del naciente del norte americano. Lograron enfrentar a naciones que estaban destinadas a ser una sola, fabricando guerras inconexas con las auténticas necesidades de los pueblos que estaban naciendo a la nueva virtud de la libertad, sin llegar a conocerla nunca de verdad.
Fuimos vencidos por los peores, nos embaucaron los disciplinados traficantes de mentiras, nos agredieron con sus falsos oropeles, nos impusieron sus culturas y nos impulsaron al odio sin sentido hacia nuestros iguales del territorio que dividieron a sus antojos. Se repartieron las riquezas provocando un genocidio étnico y moral, destruyendo la fuente de sabidurías dejadas por los genuinos patriotas, oscurecidos por sus biógrafos al simple papel de excelsos militares y nulos pensadores de una Patria libre de verdad, convertida finalmente en simple “patio trasero” del imperio que subsiste hasta nuestros días.
Hoy, a pesar de varios procesos populares sucedidos por estas tierras, continuamos sumergidos en pobrezas y miserias incomprensibles para cualquiera que observe la realidad de nuestra naturaleza feraz. Seguimos atados al carro del vencedor, del que supimos sacarnos las riendas solo por breves interregnos de felicidades populares, para regresar al sucio camino de la vulneración de todos los derechos cuando los poderosos lograron sus reiterados objetivos de desunión, provocada con la peor y más efectiva de las armas: la mentira.
Y hoy, también, el imperio continúa sometiéndonos a las peores calamidades a cada uno de los pueblos que conformamos esta imaginaria Patria Grande, nunca terminada de constituir. En cada Nación aplican sus planes coercitivos, traspasan los límites del imaginario libertario que, aún con la debilidad de nuestras derrotas, seguimos manteniendo quienes no resignamos nuestros sueños “aunque vengan degollando”.
Siguen dividiendo, continúan degradando la vida de millones, no se detiene la sangría de aguas, suelos y subsuelos, no paran con la violencia del hambre y la indigencia naturalizadas. Son un tsunami de miserias que revuelve las entrañas de esta, nuestra Abya Yala sometida a sus arbitrios para el goce de ese pequeño grupo de perversos que dominan la humanidad a base de la entronización del “Dios” mercado.
Por estos tiempos, Venezuela se ha convertido en el principal objetivo imperial de Nuestra América. No se van a permitir el “lujo” de perder esta “joya de la abuela” de inmensas riquezas subterráneas sustraídas a sus designios omnipotentes. No cejan en sus ataques obscenos a la población con la peor de las armas, la de la coerción por el hambre, impidiendo cada uno de los movimientos que soberanamente quiera dar el Gobierno Bolivariano para obtener el alimento para su Pueblo. Es Venezuela y será Bolivia, como antes fuera Cuba y Nicaragua. No hay muros para sus extremismos terroristas, disfrazados con la imagen de una “libertad” empuñando una ametralladora con balas de miserias.
La palabra del momento es “bloqueo”. Es la designación del horror de la aplicación de sus repugnantes “doctrinas”, que contemplan a la humanidad como territorio destinado a la satisfacción de sus “necesidades” ultrajantes, con los métodos que fueran, con las muertes consideradas como simples “daños colaterales”, con el desmantelamiento de los mínimos derechos humanos, convertidos éstos en falsos rehenes con los que atacan a los gobiernos que no actúen como títeres de sus garras.
Al llegar otro 25 de mayo, debiera ser el deber de cada uno de nosotros pasar por el corazón de patriotas irredentos, esa historia mal contada, ese cúmulo de falsías destructivas de nuestra identidad. Y escuchando las auténticas voces de aquellos que intentaron hace más de dos siglos hacer lo que aún no supimos culminar, buscar las miradas de nuestros compatriotas continentales, ahondar en las profundas reivindicaciones que nos unen, desarmar el oscuro escenario de inútiles divisiones programadas por el enemigo de la humanidad y conjugar nuestros destinos de Patria Grande, enorme, plena, feliz, diversa y única. Entonces si, venceremos.

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