lunes, 27 de mayo de 2019

CUESTA ABAJO

Por Roberto Marra
A las personas involucradas en la actividad política se las puede evaluar por los objetivos que manifiesten, la correspondencia de esos fines con las acciones que propongan y, en caso que gobiernen, que las ejecuten. Queda, por último, un ítem muy especial y trascendente, que marcará de manera fundamental la valoración de la ciudadanía: los resultados.
La trayectoria del incalificable (por pudor) gobierno de Cambiemos, sin embargo, posee el extraordinario récord de no poder ser evaluado de esa forma, ya que los objetivos que planteron en su campaña original no eran los que en realidad sostenían en las sombras, las acciones que propusieron jamás podían corresponderse con semejantes falsedades ideológicas y los resultados son, incluso, peores que los imaginados por sus peores detractores.  
Sostenido por demasiado tiempo con el discurso de la negatividad y la animadversión hacia la rival ideológica que sustentó toda su labor pre y post electoral, se fue derrumbando el acompañamiento de muchos de sus votantes ante los resultados de su (in)gestión, básicamente un cúmulo de exabruptos económico-financieros insustentables hasta para sus mentores imperiales.
En la cuesta abajo de su infame proceder, viene cosechando lo sembrado, pero en dosis apabullantes para sus pretensiones de repetir mandato, lo cual podría ser considerado, en caso que así sucediese, como el suicidio colectivo más grande de la historia de la humanidad y sus alrededores. Su final ya se vislumbra incontenible, lo que torna más peligroso su accionar desenfadado para generar todavía un caos mayor al que (se sabe) deberá enfrentar su sucesión.
Mucho más prolijo en su acción política ha sido el gobierno increíblemente autodenominado “socialista” de la Provincia de Santa Fe. Consciente de la importancia del proceso necesario para mantener la estima de la población en el tiempo, actuó con cautela y ofreciendo algunas “prendas” para la correlación objetivos-acciones-resultados. Supo también utilizar la imagen de “pulcritud” imprescindible para ser considerado un “gobierno serio”, aunque a poco de rascar su superficie encontremos máculas imposibles de soslayar a la hora de una evaluación totalizadora de la gestión de doce años.
Pero, como correlato de la necesidad de ofrecer resultados visibles ante la ciudadanía para alejar la posibilidad de perder los privilegios ganados para sus gestores (y sus familiares), se evidenció la entrega simultánea del área de seguridad al (des)control policial, algunas de cuyas cabezas (las que rodaron y las que subsisten) se advierten como demasiado ligadas al delito, sobre todo al del narcotráfico, cuyas bandas han operado a su antojo durante estos años de supuesta “protección” del Estado a una población desguarnecida ante las decisiones de los jerarcas de la droga y sus cómplices de uniforme.
Los dramas se han ido sucediendo sin que tuvieran como contrapartida más que las consabidas monsergas de “vamos a investigar hasta las últimas consecuencias”, frase que el ministro de seguridad repite con el ridículo objetivo de calmar a los familiares de las víctimas de sus ineptitudes y las de su mandante, más preocupado en inaugurar cuanta obra se termine a las apuradas para poner “toda la carne en el asador” ante las elecciones que teme perder.
Con integrantes del cuerpo policial “desbocados”, alentados por los dobles discursos de “mano dura con la delincuencia” por un lado y de “institucionalidad” por el otro, con interminables y gatopardistas renovaciones de sus mandos, la seguridad sigue siendo el reducto de la muerte asegurada para quienes transiten justo cuando a los improvisados “defensores de la ley” se les ocurra disparar sus armas.
No es el único factor que tuerce las falsas sonrisas del gobierno provincial. Sus estrafalarias idas y vueltas en las alianzas politiqueras, lo ha hecho pendular entre uno u otro sector, pero siempre inclinado hacia el antipopular “gorilaje” que los cruza a lo largo de su historia. Los resultados están a la vista, con sus abrazos macristas de no hace demasiado, hasta sus coqueteos con el “renovador” Lavagna. Empeñados en formar parte de la (ahora muy angosta) avenida del medio, desbarrancan feo ante el electorado nacional, para terminar tratando de salvar lo que fue (hasta ahora) su reducto único.
La soberbia que tantas veces fuera señalada en la Ex-Presidenta por estos pequeños gobernantes de vuelo bajo, les está obnubilando la capacidad de esa autocritica también demandada por ellos a la portentosa estadista en cuestión. Han construído una Provincia de doble cara, maquetada para mostrar futuros de felicidades y paradigmas que nunca se alcanzan y asegurar votos de incautos cautivados por las voces bien pagas del poder mediático.
Aliados a ese reducto de conjurantes antidemocráticos y antisociales denominado “Fundación Libertad”, discursean por izquierda y vomitan por derecha sus políticas irremediablemente viciadas de incumplimientos seguros, por el lógico efecto de acciones que no se corresponden con los objetivos declarados. Y terminan su tiempo de seriedades impostadas y discursos de ocasión, con la innoble condición del que traiciona hasta sus propias historias inventadas para sostener, injustamente, su falsa condición de “socialistas”.

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