miércoles, 22 de mayo de 2019

ALPARGATAS Y LIBROS

Por Roberto Marra
Por aquellos tiempos del “Subsuelo de la Patria sublevado”, surgió una estigmatización más sobre el Pueblo rebelado ante los poderosos de entonces y de siempre. Fue aquella consigna endilgada a la marea popular como parte de su aparente negación del conocimiento y la cultura, de la instrucción y la escuela, patentizada en la frase “alpargatas sí, libros no”. La literalidad de su significado fue el caballito de batalla de los “señoritos” universitarios y el gorilaje en general para defenestrar al gobierno que esa masa poco instruída, es cierto, pero con tanto sentido nacional y revolucionario, había consagrado como su representación para salir del olvido y la resignación, de la explotación y el abandono.
Los herederos de aquellos manifestantes de alcurnias oligárquicas y otros que, sin prosapias semejantes, se convirtieron en parte fáctica del Poder por acumulación de capitales logrados en base a la explotación de los trabajadores y prebendas estatales de cuanta dictadura haya asolado nuestra Nación, ahora están levantando una nueva consigna, tomando parte de la vieja expresión adjudicada con tanto desprecio a los supuestos “deseos” de ignorancia del Pueblo avasallado de otros tiempos. Ahora son ellos, los poderosos y oligarcas, quienes están haciendo realidad el estigma que pretendían colocar en sus odiados de toda la vida. Ahora su bandera es “libros no, alpargatas... tampoco”.
Ni educación, ni trabajo. Ni cultura, ni desarrollo. Ni libros, ni herramientas. Nada, absolutamente nada dejan en pié los pretendidos dueños de la “verdad financiera”, los integrantes del equipo “superior” de eruditos incapaces, los atragantados de rencores sin sentido, los veloces huidizos de responsabilidades, los terroristas de las palabras y las acusaciones infundadas, los “desarrollistas” de implosiones productivas, los auténticos ladrones de vidas de millones de desarrapados.
Los “niños bien” de entonces, cargados de miserables pensamientos antipopulares, lograron heredarles a los actuales representantes de esa “raza” de brutales genocidas por goteo, toda su carga de desprecios inhumanos, multiplicada por la acumulación de todas las riquezas sustraídas a los destinatarios de sus repulsas clasistas. Pero la sociedad se complejizó, los años fueron introduciendo a otros actores en esta lucha eterna por los sentidos mayoritarios, con métodos renovados y sutiles para lograr adhesiones de los mismos explotados a sus políticas obscenas de enriquecimientos ilimitados.
La injusticia sobrevuela cada acción cambiemita. La mentira es el método preferido para expresar sus incansables búsquedas de víctimas judiciales. El desempleo es el modo de ahondar el empobrecimiento de los que aún tienen trabajo. La brutalidad es la manera de terminar con las rebeldías de los que no se resignan. Los tarifazos son las espadas con las que nos atraviesan los bolsos de alimentos. Los medicamentos inalcanzables son las balas con las que acaban con las miserables existencias de los jubilados.
Como “instructivo” resultado de sus vejaciones sociales y productivas, una de las fábricas de la emblemática marca “Alpargatas”, cierra sus portones. Mientras, en otro rincón de las miserias, otra escuela explotó por el abandono programado de la “dulce” gobernante bonaerense. Paradojas de la historia, simbólico resultado de sus bestialidades económicas, expresa el sentido último de los objetivos brutales con los que asumieron: reducir a nuestro País a la paupérrima expresión de colonia mercantil, al simple rol de comerciantes de miserias ajenas, al olvido final de la pretensión de Nación soberana, al abandono de las glorias y la entronización de las penas.
Otra vez las alpargatas y los libros atravesándonos con las falsas opciones inventadas por la misma oligarquía de entonces, tratando de confundirnos el camino, colocando la misma piedra en la vieja senda de aquel “Subsuelo de la Patria” que busca con desesperación sus herederos. Nos toca ahora, sin demora, asumir la ineludible decisión de cumplir con esos sueños postergados. Para volver a llenar las bibliotecas de los libros que nos quitaron las ilusorias “lluvias de inversiones”, y producir las alpargatas que calcemos para transitar el duro pero esperanzador camino de la Justicia Social.

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