miércoles, 29 de mayo de 2019

LA HORA DEL FRAUDE

Imagen de "Noticias del Cibao"
Por Roberto Marra
Un fantasma recorre... la Argentina. Un nuevo desafío a la verdad lanza al ruedo político la oligarquía gobernante, tratando de rememorar sus recordados “fraudes patrióticos” de principios del siglo XX, cuando su dominio era tan absoluto que podían darse el “lujo” de hacer votar varias veces a una misma persona, o a los muertos, para después asumir sin remordimiento alguno sus cargos mal habidos. Sus herederos, tan procaces y perversos como aquellos de las vacas en los barcos, preparan su propio contubernio, única manera de darle continuidad “legal” a sus desmanes.
Más sofisticados, los actuales destructores sociales han contratado los servicios de una empresa (también de manera ilegal), cuyos fundamentales “beneficios” son los que permiten modificar los datos cargados en las actas de escrutinio escaneadas, lo cual hace posible dar vuelta cualquier resultado realmente emitidos por los ciudadanos, generando la posibilidad de un fraude de dimensiones gigantescas.
Especialistas irreprochables en materia informática, datos de sucesos similares protagonizados por la misma empresa aquí contratada en otros países, advertencias de estudiosos e investigadores de varias universidades con demostraciones prácticas y objetivas resultaron, hasta ahora, de poca repercusión entre los principales candidatos de la oposición, al menos públicamente. Como si se tratara de una simple maniobra electoralista más, las certezas planteadas respecto a lo peligroso de la utilización de semejante engendro electrónico, no parecen hacer mella en las estructuras partidarias que serán afectadas si no media una reacción adecuada que frene este despropósito.
Por supuesto, la parafernalia mediática eleva a la condición de “gran avance” tecnológico a este fraude en ciernes. Con sus características monsergas primermundistas, intentan salvar a sus sostenedores económicos y socios ideológicos a como dé lugar, haciendo lo único que saben hacer: mentir. Corren los datos falsos sobre las supuestas “ventajas” del sistema en cuestión, obnubilan a sus estupidizados televidentes con palabreríos pseudo-cientificos que imposibilitan cualquier comprensión real de lo que está por suceder.
Alejados de la comprensión de semejantes intentos fraudulentos, millones de ilusionados con la posibilidad de dar vuelta esta historia de miserias consumadas y postergaciones eternas de justicia, adquieren ese triunfalismo natural después de ver nacer la esperanza reflejada en una fórmula que sienten como la que mejor los representa, dejando de lado advertencias y cuidados, relegando las previsiones imprescindibles, abandonando al arbitrio de los ladrones el mejor de sus tesoros: sus voluntades.
No es tiempo de creerse vencedores, sino de construir la victoria. Un desafío para inteligentes, no solo para audaces. Es necesario instruir al soberano, darles las herramientas para convertirse en fiscalizador absoluto de un proceso que intentará cambiar sus decisiones a costa de la ignorancia y la desidia. No puede esperarse nada bueno sino se “hace carne” la duda permanente sobre cada acto del enemigo contumaz al que se enfrenta. Y es imprescindible escuchar a los que saben, los que hace mucho vienen advirtiendo del socavón a la democracia que se prepara.
Después, cuando los globos se lancen al aire de la fraudulenta alegría consumada por sumatorias de bits entrecruzados, cuando la ilusión se convierta en espejo roto, cuando nos resfrieguen en la cara los votos mal habidos, entonces será muy tarde para lágrimas. Y aquel fantasma advertido se convertirá en uno mucho más oscuro y voraz, que asolará la Nación con más hambre y violencia, destruyendo el sentido mismo de la Patria, matando las últimas esperanzas de un Pueblo mil veces traicionado.

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