lunes, 21 de enero de 2013

DIFERENTES PERSPECTIVAS PARA UN AÑO ELECTORAL

Imagen de argentina.politicaenelmundo.com
Por Felipe Yapur*

 Un país no se suicida. La Argentina es uno al que una corriente de pensamiento, la neoliberal, lo llevó a tocar las puertas de ese momento crítico. Tanto fue así que el costo en vidas superó los asesinados en las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001. Sin embargo, el pueblo se rescató así mismo. Primero revelándose a la crisis a la que lo habían llevado. Luego, optando por la mejor salida, la política, se arriesgó y consiguió superar ese mortal final de ciclo. Desde 2003, falta muy poco para que se cumplan diez años, la mayoría de la sociedad respaldó un proyecto político que fue superando diferentes escollos que le permitió recuperar el Estado, los históricos derechos que se habían vulnerado y, sobre todo, garantizar nuevos. Es la patria que se renueva, que sobrevive, se cuida y que pugna por continuar digna y fuerte. 
Pero, siempre hay un pero, ese neoliberalismo todavía no se fue y se resiste a entregarse. Diversas fuerzas concurren a esa resistencia. El espacio donde mejor se expresa es en el Congreso. La representación parlamentaria, el arco opositor, da cuenta de los nichos neoliberales que subsisten, algunos con mejores o peores disfraces y que incluye una conservadora centroizquierda. Ahí está el reto de este año, que tiene aniversarios como la primera década kirchnerista y los 30 años de democracia, pero sobre todo la vital definición de fortalecer un presente que se expresará en los comicios para renovar el Congreso.
La honestidad es una virtud que suele ser considerada como uno de los principales valores en un ser humano. Debería ser lo mismo en algunos sectores políticos. La oposición, por caso, de alguna manera debería recuperar ese valor y reconocer que el libre mercado, el Estado mínimo y el individualismo son los "valores" (¿?) que persigue y defiende. Los hechos lo han demostrado. Durante esta década, salvo en algunas excepciones, los distintos bloques opositores resistieron y rechazaron todas aquellas medidas que la presidencia kirchnerista llevó adelante, tanto en planes de gobierno como en leyes. Disfrazaron su condición al resistir medidas y decisiones que declamaron supuestamente equivocadas. Pero lo cierto es que en la mayoría de sus iniciativas pretendieron no sólo frenar al gobierno sino, peor, perjudicar a la sociedad. Si se detienen los avances obtenidos no es para mejorar las condiciones de vida de un pueblo que ha crecido y recuperado su dignidad. En todo caso sirve para destruir lo recuperado que –muy a pesar de los opositores– continuó en su proceso dinámico incluso a pesar de aquellos dos años (2010-2011) cuando el electorado les dio la oportunidad para demostrar en el Congreso sus supuestas propuestas de cambio.
Hoy, esos sectores renuevan sus planes en base a dos ejes. Por un lado, intentarán convertirse en los representantes de las movilizaciones del 13S y 8N. El otro eje gira alrededor de la disputa por la aplicación plena de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. 
Las movilizaciones de los indignados por el dólar fueron numerosas aunque no representaron en sí mismas un respaldo a esa oposición que en 2009 y 2011 probó una serie de fracasadas de alianzas. Necios, al fin y al cabo, insisten este año con lo mismo pero esperanzados con que alguna conmueva a la masa que caminó por las calles porteñas. En aquellas jornadas las críticas que se escucharon fueron dirigidas al oficialismo pero también a los opositores. Fueron muchas las almas que caminaron y se quejaron, pero no son suficientes como para modificar la correlación de fuerzas en el Congreso, un paso imprescindible para imaginar un cambio en la conducción de la Casa Rosada. El reto es más que complejo porque para ello hay que convencer a una sociedad, que vive y se beneficia de la reconstrucción del tejido social, para que opte por una propuesta que favorezca, como sucedió en esa noche del 8N, una solidaridad que no va más allá de la frase "Yo pago mis impuestos y no alimentaré vagos".
Esta etapa ya ha comenzado y se expresa en la búsqueda de esos caminantes en las arenas blancas de Punta del Este. Pero además es preciso mostrar una oferta electoral. El PRO y el PJ disidente mantienen contactos para trabajar en pos de un frente electoral. Hablan con el gobernador José Manuel de la Sota quien, como hace una década, no genera entusiasmo entre los votantes. Su cabellera blanca y algunas frases grandilocuentes, con las que intenta generar una reacción presidencial, no ayudan a mover ese amperímetro. Una parte del radicalismo, en tanto, patea las puertas del FAP en esa idea por armar una alianza que tiene olor conocido. Otra parte de la UCR, tal vez menor, camina hacia el encuentro del PRO. Uno y otros dentro del partido centenario, a pesar de lo que dicen, son una misma zamba pero con distinta letra. Si en este momento de año electoral están a la deriva con las alianzas, es posible imaginar el caos que implicará el armado de las listas. Ninguno de los partidos que hoy tienen bancas en juego querrá resignar sus espacios para beneficio de otros que recién llegan o se suman.
En este sentido, la falta de resolución de la disputa político-judicial sobre la Ley de Medios hace las veces de una tabla de salvación para la oposición. Mientras no se defina la constitucionalidad de los artículos cuestionados por el Grupo Clarín, este continuará con su guerra sin cuartel contra el gobierno de Cristina Kirchner. Los partidos de la oposición buscan beneficiarse de ello. Usan y se dejan usar por el poderoso grupo mediático. Las noticias falsas o viejas que se resucitan para agudizar una supuesta debacle de las condiciones de vida; el minimizar los logros del gobierno, banalizar las giras presidenciales y la inserción de la Argentina en el mundo; todo forma parte del plan que armó el grupo para resistir la pérdida de sus privilegios. Los opositores se suman a este formato convencidos de que los beneficia (se olvidaron que esa estrategia ya fracasó en 2011) e incluso aceptan los maltratos y amonestaciones del grupo cuando no alcanzan los objetivos que les imponen desde sus páginas o informativos de TV. Ya ni amor propio les queda.
Mientras tanto, el oficialismo cuenta con mejores perspectivas. Si bien la crisis internacional se hizo sentir en la economía del año que pasó, el gobierno trabajó duro para que no se perdieran puestos de trabajo y eso no lo olvida el elector. Las perspectivas de este año, según algunos analistas, hablan de un consumo sostenido que favorece aún más a la disminución del desempleo y hace presagiar buenos resultados en las parlamentarias. Con este panorama bien podría el gobierno atacar un flanco siempre crítico como lo es la inflación. Ya viene siendo hora de poner algo más que la mirada en los formadores de precios, verdaderos y voraces responsables del incremento de precios. Un sector que los pulpos mediáticos ignoran por conveniencia económica.
Si el escenario posible para los comicios parlamentarios no se modifica, el debate sobre la reforma constitucional comenzará, esta vez en serio, un tiempo antes del día de las elecciones.

*Publicado en Tiempo Argentino

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