miércoles, 26 de junio de 2013

LA POLÍTICA "PROFILE"

Por Soledad Guarnaccia*

La novedad que finalmente arrojó el cierre de listas para las elecciones legislativas primarias es que Sergio Massa decidió candidatearse para representar al "neoliberalismo blanco" de la política argentina. Se trata de la apuesta que quedó trunca en 1999 y que Reutemann no se animó a liderar en 2003: su idea básica consiste en validar, como Menem lo hizo en los años noventa, los intereses de los sectores dominantes de la economía con los votos de los clases populares, en este caso, las del conurbano bonaerense.
Uno de los rasgos de la candidatura de Massa y sus aliados es que se compone de enunciados que solo revelan su sentido si se modifican los destinatarios a los que supuestamente están dirigidos. Por ejemplo, la frase inaugural de esta opción electoral –una frase notable, que sirve para calibrar los objetivos transformadores de este sector- “No venimos a molestar a nadie” se presume dirigida  al espacio político que lidera Cristina Fernández, ya que, como confiesa Massa al diario La Nación, “muchas veces cuando uno opina dentro de un espacio molesta”. Sin embargo, tal como se desprende de la composición de la lista que lidera el intendente de Tigre, los verdaderos destinatarios de la frase son otros: las corporaciones mediáticas, con el grupo Clarín a la cabeza por medio de la candidatura de la periodista Mirta Tundis, la Unión Industrial Argentina con el ex titular de la UIA Ignacio de Mendiguren y la corporación agropecuaria con Felipe Solá como representante “político” de este sector. En contrapartida, como se pudo observar durante la última semana, el sector del Poder Judicial que busca retener sus privilegios no es afín a los actos electorales y eso explicaría su ausencia en la lista de Massa, quién sin embargo no ahorró guiños para este grupo al reducir todo el problema del Poder Judicial a la “descentralización" ya que "la gente no les conoce los nombres a los jueces que encarcelan o liberan a los delincuentes". Todo un posicionamiento de que, efectivamente, tampoco en relación con este poder su candidatura viene a “molestar a nadie”.

No obstante, la composición de la lista que lidera Massa denota una importante diferencia respecto a las “alternativas al kirchnerismo” que hasta aquí habían aparecido en la escena política nacional. Antes del Frente Renovador se podía decir que tal o cual candidato opositor al kirchnerismo era el “candidato de las corporaciones”, el rostro visible de un entramado “oculto de poder”. Pero, como hemos visto, el armado de este Frente está integrado por los nombres que cada corporación creyó más representativo de sus filas. De modo que Massa no es el candidato de las corporaciones sino simplemente aquel que encabeza un armado en que las corporaciones mismas han decidido ingresar a las lides electorales.

¿Qué le aporta, sin embargo, la figura de Massa a este “neoliberalismo blanco”? Por un lado, una imagen de gestión estatal que, a pesar de sustentarse en las viejas chanzas de la política territorial, se presenta al público remozando un tópico cuyo origen se remonta a las ideas por la que bregó toda su vida una figura conocida por Massa, el ingeniero Álvaro Alsogaray: la idea de que la gestión política es eficiente si se emparenta con los cánones empresariales.

El punto más novedoso de este aggiornamiento consiste en presentar al candidato a la manera de un perfil exitoso de Facebook, del cual se espera no sólo muchas visitas sino también muchos clicks al “Me gusta”. De ahí la increíble preocupación que supieron acercarle al intendente de Tigre algunos de sus operadores políticos cuando decidió postularse a la Cámara de Diputados: según confesó el propio Massa a La Nación, temían  que su imagen se “desperfile”. Esta apuesta por el “perfil” y no por la política entendida como herramienta de transformación se confirma con la estrategia que Massa confiesa sostener durante la campaña: “no voy a asumir grandes compromisos, mi mayor compromiso es tratar de aportar ideas y proyectos para el futuro de la Argentina. Todo lo demás son eslóganes de campaña que cuando no se cumplen generan frustración”. Con frases como ésta, Massa y sus aliados pretenden persuadir al electorado de que representan la continuidad de lo “mejor” del kirchnerismo.

Sin embargo, el éxito de este espacio político no depende de su “perfil”, sino de su capacidad para convencer al electorado de que representa la mejor opción para la “catarsis” nacional que los grupos de poder vienen demandando. ¿En qué consiste esta “catarsis”? En la idea de que Argentina necesita no sólo “purificarse” del kirchnerismo sino sobre todo de la política entendida como conflicto, para convertirse en un espacio que, en tanto “no viene a molestar a nadie”, se circunscribe a administrar lo dado.

Esta idea del massismo como “catarsis” ha encontrado en Giustozzi un intérprete en el mejor de los casos desafortunado. Porque si las primeras “definiciones” de Massa hasta pueden tomarse con sorna, las de Giustozzi son como mínimo preocupantes: “Creemos que la historia argentina muestra cómo los ciclos que comienzan fundacionales terminan trágicos. Pero queremos que este ciclo sea un ciclo permanente de desarrollo con equidad, aunque lo gobiernen distintos matices y haya diferencias, que se puedan consolidar en el tiempo políticas de Estado”.

Más allá de la evidente megalomanía según la cual una lista de alcance provincial pretende abrogarse la solución catártica de los problemas de la totalidad de la historia argentina: ¿Qué quiere decir Giustozzi con estas declaraciones? ¿Que para evitar la tragedia hay que votar al Frente Renovador? Dado que en Argentina los procesos que se iniciaron como fundacionales y terminaron como tragedia remiten a los años 1955 y 1976: ¿Qué lugar, teniendo en cuenta esos años, se imagina Giustozzi que su espacio político vendría a ocupar en el presente? ¿Por qué evocar así a la tragedia y, por ende, al miedo como terreno sobre el cual se justificaría una lista provincial de legisladores nacionales?

¿O simplemente lo que se está diciendo es que este espacio opta por retroceder frente a las transformaciones sociales -que el país sigue necesitando- para asegurarle a sectores que integran las listas del Frente Renovador que el mayor valor político a custodiar es el de la “alternancia” –es decir, dejar intactas las estructuras de poder pero alternar las “ofertas electorales”?  Seguramente, éste sea el objetivo de esta nueva versión de la política “profile” que hoy encarna el massismo.
*Publicado por Telam

No hay comentarios:

Publicar un comentario