martes, 4 de junio de 2013

DÓNDE ESTÁ PARADA AMÉRICA LATINA

Imagen www.trtspanish.com
Por Eduardo Anguita*

En Shanghai, símbolo del crecimiento chino de las últimas dos décadas, el pasado domingo cerró la Conferencia Monetaria Internacional. Una de las notas más salientes fue la exposición del presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, quien advirtió que la recuperación de la Eurozona será "muy gradual". El italiano Draghi –que fue el máximo ejecutivo para Europa de Goldman Sachs entre 2002 y 2006– habló sin miramientos sobre los ajustes para los pueblos de la Europa continental. El banquero sólo ve "pequeñas señales de una posible estabilización" para "una recuperación muy gradual que empiece a finales de este año". Instó a los gobiernos del Viejo Continente a seguir con los planes de ajuste para "inspirar confianza". Nada dijo de cuáles son los costos: el nivel de desocupación pasó el 12% en la región, en Italia tiene a los jóvenes en el 42,2% de desempleo, mientras que en España y en Grecia las cifras son catastróficas (27% de desocupación promedio y más de la mitad de los jóvenes desempleados). Para ponerlo en números y no en porcentajes, la Eurozona tiene 20 millones de personas sin trabajo, la mayoría de las cuales tienen altas capacitaciones laborales.
Acerca de las incertidumbres de la economía argentina pueden decirse muchas cosas, pero cuando se ve el violento nivel de distribución regresiva de los ingresos en Europa (y también en Estados Unidos) deben valorarse un poco más las certezas. Esto es, hay que entender que el camino de la Argentina sigue a contrapelo de las políticas dictadas por los centros financieros (que siempre son privados y públicos) internacionales. De allí que estos días la presidenta haya anunciado aumentos en asignaciones universales, familiares, previsionales y a su vez prepara una batería de medidas para estimular la demanda agregada vía aumento de los ingresos de los asalariados y los sectores más postergados.

CINCO SIGLOS ¿IGUAL? Cuando se pretende definir si lo que vive Argentina se debe a la decisión política o al viento de cola, si es una década ganada o desaprovechada, más allá de las pasiones, conviene reparar en la situación de América Latina. Cualquiera que recargue la batería de su teléfono celular sabe que su batería es de iones de litio, un mineral que cada vez tiene más aplicaciones. Pues bien, América Latina y el Caribe tienen dos tercios de las reservas mundiales de litio. Y de otros minerales considerados estratégicos: 42% de plata, 38% de cobre, 33% de estaño,  21% de hierro, 18% de bauxita y 14% de níquel.
En materia energética, la región tiene un tercio de la producción mundial de bioetanol, cerca del 25% de biocombustibles y 13% de petróleo. Tiene el 30% del total de los recursos hídricos renovables del mundo y el 20% de la superficie de bosques naturales del planeta. Hay que subrayar que América Latina tiene algo menos del 10% de la población mundial (590 millones de habitantes sobre una población total del planeta del orden de los 7000 millones) pero cuyo consumo en materia energética y metalífera es mucho menor a su producción e infinitamente menor a sus reservas. Es decir, es claramente exportadora en estos rubros en una época donde los precios internacionales de estos productos crecieron notablemente. Podría sumarse a estos rubros, la gran capacidad de áreas sembradas y de aumento –promedio, no en Argentina– de los rodeos para la elaboración de carnes rojas. Así se completaría el cuadro de gran capacidad exportadora de productos primarios.
A diferencia de los años sesentas y setentas donde la región vivía el deterioro de los términos de intercambio: importaba productos elaborados industrialmente, caros, y vendía productos de escasa elaboración, baratos; en la actualidad, la gran capacidad exportadora de China, con un abaratamiento de las tecnologías de producción, permitieron un cambio en las oportunidades. Cambios que no florecieron naturalmente, desde ya, y ese es el gran debate con quienes tienen una visión neoliberal y pretenden desdeñar la importancia de que, por ejemplo, en Venezuela, Bolivia y Ecuador, la gran recuperación económica se deba a la decisión política de nacionalizar el petróleo y el gas.
Pero nadie diría, con sensatez, que el desarrollo se logra aprovechando una estructura productiva y exportadora sustentada sólo en recursos naturales y no en ventajas competitivas dinámicas. La región, en promedio, tiene una baja inversión en infraestructura, exploración y valor agregado. Está muy atrasada en materia de innovación, ciencia y tecnología.

DESAFÍOS. Quizá la institucionalización de los cambios no vaya todo lo rápido que reclaman estos más de  diez años políticos en la mayoría de los países de la región. Sin embargo, se trabaja. Desde junio de 2012, el venezolano Alí Rodríguez está a cargo de Unasur. Rodríguez, viejo militante revolucionario, fue el hombre designado por Hugo Chávez para pilotear la estatización de PDVSA. Unos meses antes de la asunción del venezolano, Unasur le había encomendado a CEPAL un estudio profundo sobre la utilización y el potencial de los recursos naturales en los 12 países que integran ese organismo. La semana pasada se conoció el resultado del trabajo, que tuvo como economista jefe a Antonio Prado, el secretario ejecutivo adjunto de CEPAL. Conviene reparar un poco en quién es el brasileño Prado. Además de ser un cuadro del Partido de los Trabajadores, tiene un currículum como economista que le permitió, en su país, integrar el Consejo Nacional para el Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología hasta integrar el Banco para el Desarrollo Económico y Social. Su especialidad, si es que tiene una, está relacionada a los cambios tecnológicos en la industria y su impacto en el desarrollo económico.
Al presentar este documento, Prado advirtió: "Históricamente la región no ha logrado traducir los períodos de bonanza exportadora de sus recursos en procesos de desarrollo económico de largo plazo. Los países enfrentan hoy el reto de captar e invertir eficientemente las rentas extraordinarias del ciclo de precios actual con criterios de sustentabilidad social y ambiental." Para tomar dimensión de cuáles fueron los cambios de los que habla Prado, el documento ofrece un cuadro que toma el índice de precios internacionales en materias primas entre enero de 2003 y mayo de 2011. En petróleo, gas y carbón, los precios aumentaron el 350%, mientras que en metales crecieron el 420 por ciento.
Como no es un documento aséptico, sino que se basa en la estatización de muchos de los recursos en cuestión, esta publicación repasa cuáles son los diferentes instrumentos jurídicos y económicos de que disponen los Estados latinoamericanos y caribeños para apropiarse y distribuir las rentas extraordinarias. Los violentos ataques de los medios de comunicación que son la nave insignia de los cambios que se operan en este continente prefieren ignorar cuál es la realidad y los potenciales que aún tiene América Latina para lograr la ansiada soberanía y que todavía cuenta con la presencia de grandes multinacionales que se quedan con la parte del león.

INVERSIONES. Amén del poderío político que tienen las empresas transnacionales, cuentan con tecnologías de punta, experiencia y capitales. Sin embargo, nadie podría desconocer que Bolivia, por caso, no sacó provecho de la nacionalización de los hidrocarburos aun enfrentando a grupos poderosísimos. Evo Morales, el pasado 1 de mayo, a siete años de la nacionalización del petróleo y el gas, contó que los ingresos del Estado plurinacional crecieron de 350 a 5000 millones de dólares. Por otra parte, las alternativas de asociación con otras naciones (el caso de China es el más emblemático) permite tener un menú diferenciado de asociación para inversiones de largo plazo. No es un secreto que Estados Unidos y la Comunidad Europea insisten –con relativo éxito– en que proliferen las asociaciones de libre comercio en América Latina. Algo que va a contramano de los planes de desarrollo a largo plazo, ya que las ventajas comparativas en materia de recursos financieros y tecnológicos son completamente desfavorables para esta región del planeta.
Y cuando los neoliberales insisten con la necesidad de atraer la inversión extranjera directa como la forma idílica de financiar el desarrollo, conviene detenerse no sólo en la composición de los capitales que llegan (de alta volatilidad, expuestos a los vaivenes de las finanzas de los países centrales) sino también en cuál es el flujo de utilidades de las grandes compañías con sedes en esos países centrales.
No puede desconocerse, como baten parche los medios conservadores, que América Latina fue, desde la crisis de 2009, un mercado receptor de capitales. En efecto, en 2012, llegó la friolera de 170 mil millones de dólares (6,7% más que en 2011), pero nunca se aclara que van al mercado financiero y, muchos de esos dólares, así como entran, salen. No se trata en realidad de "inversión extranjera directa" (IED) sino de flujos financieros que buscan rentabilidad y algo de sosiego, algo que no encontraron en estos años de zozobra y bajas tasas en los países centrales. Alicia Bárcena, la directora ejecutiva de la CEPAL, al dar cuenta de este crecimiento del flujo de dinero externo, afirmó que es muestra del buen momento de la región. "Sin embargo –remarcó–, no vemos indicios muy claros de un aporte relevante de la IED a la generación de nuevos sectores o a la creación de actividades de alto contenido tecnológico, considerando que uno de los principales desafíos que enfrenta la región es un cambio en su estructura productiva". Salvo en Brasil (la locomotora de la región) y México (con un TLC con Estados Unidos y Canadá que lleva 19 años) ese dinero no va al sector manufacturero.
Se da la gran paradoja de que desde 2006 hasta 2011, ese flujo de capitales fue de alrededor de 100 mil millones de dólares y las rentas generadas por la llamada IED representa el 92 por ciento. Es decir, no hay inversión de largo plazo. Entra mucha plata. Las empresas que la traen tienen altísima rentabilidad y buena parte de ese dinero vuelve a las casas matrices: el 55% se va de la región y el 45% se reinvierte.
El caso argentino es complejo porque no hay IED y desde noviembre de 2011 hay fuertes restricciones para remitir utilidades al exterior. Si bien las medidas fueron motivadas más por problemas de reservas y caída del superávit comercial, atacaron un tema que merece políticas coordinadas de parte de todas las naciones. Hay una demora ostensible en dotar al Banco del Sur de capacidad operativa y planes concretos para financiar sectores estratégicos. Pero también urge que haya un debate acerca de la legislación de inversión extranjera y nuevas bases para la minería y los hidrocarburos. De hecho, todavía muchas naciones (entre ellas Argentina) tienen legislaciones propias del puro neoliberalismo de los noventa. Las normas, con buena gestión, se pueden relativizar. Pero sólo un tiempo. Y este es tiempo de grandes desafíos .

*Publicado en Tiempo Argentino

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