viernes, 30 de noviembre de 2012

LA NECESIDAD DE UN COLEGIO SURAMERICANO DE DEFENSA

Imagen de dossiergeopolitico.com
Por Miguel Ángel Barrios*

La lógica íntima de la historia de América Latina nos indica que estamos en las vísperas de nuestra Segunda Independencia que transcurre sin pausa y torrentosamente, bajo la etiqueta o rótulo de los bicentenarios. El itinerario geopolítico de América Latina está marcado por la tensión de la bipolaridad Bolivarismo vs Monroísmo, título de una famosa obra y advertencia del filósofo mejicano, José Vasconcelos.
Del Monroísmo o mal llamada "doctrina" Monroe, se desprenden en forma anacrónica: la Junta Interamericana de Defensa (1942), el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (1947), la Organización  de Estados Americanos (1948) e inclusive las llamadas Cumbres de Ministros de Defensa de las Américas, que como pudimos observar en Punta del Este (Uruguay) en octubre pasado, reflejan los intereses antagónicos de los EE UU con la Patria Grande, concretamente con respecto a la instalación de "misiones " humanitarias ante catástrofes naturales, sin precisar logística, tiempos, etc., que pueden conducir a la instalación de un collar de bases militares de los EE UU en América del Sur, direccionado por el Comando Sur y la IV Flota.
Los fundamentos geopolíticos del Monroísmo se inscriben en la Estrategia "América Latina para los AMERICANOS", es decir, ubicarnos nuevamente como "patio trasero neocolonial", en función de su objetivo estratégico de máxima, desprendido de su Estrategia de Seguridad Nacional presentada a principios de 2012 por Obama, que pasa por controlar el Pacífico-Índico ante la emergencia de China. Y para ello, el control de América del Sur es estratégico; nada más erróneo que plantear la irrelevancia estratégica de Suramérica.
El Bolivarismo implica la reintegración de la Nación Latinoamericana como comunidad mestiza histórico-cultural gestada en los siglos XV, XVI y XVII, pero priorizando geopolíticamente la identidad suramericana donde se librará la batalla decisiva. No hay América Latina sin América del Sur.Y la geopolítica nos obliga a distinguir el camino principal del secundario. Porque el espacio no es neutro y amorfo, posee jerarquías.
El fundamento geopolítico del Bolivarismo se ubica en el unionismo hispanoamericano de los Libertadores San Martín y Bolívar, el latinoamericanismo continentalista de los Movimientos Nacionales Populares con Vargas y Perón, y el renacer de los Movimientos Nacionales populares posconsenso de Washington con Kirchner, Lula, Chávez, Mujica, Correa, Morales  y todos los actuales presidentes de la Unasur, absolutamente todos –excepto el neogolpe congresista del Paraguay que interrumpe el gobierno de Lugo–.
El Consejo Suramericano de Defensa constituye el músculo de la Unasur. No podemos dejar de puntualizar que únicamente el Estado Continental Suramericano industrial podrá ser actor con soberanía, es decir con capacidad de autonomía, en un sistema mundo en transición, a partir del fracaso del proyecto militarista de los neoconservadores con Bush (h) continuado por Obama. Basta decir que León Panetta, actual secretario de Defensa de Obama , era jefe de la CIA de Bush (h), o sea de una unipolaridad hehemónica pos-Yalta.
Y nos encontramos en un camino hacia una multipolaridad en actual trance apolar,porque todavía no está nítido quiénes serán los Estados Continentales Industriales del siglo XXI. Sin duda, EE UU, China, Rusia e India han alcanzado el paradigma, Europa es un signo de interrogante como el mundo islámico, y América del Sur una posibilidad.
Hemos planteado, justamente hace un año, en nuestro libro Consejo Suramericano de Defensa: desafíos geopolíticos (Editorial Biblos, Bs. As., 2011) que lo presentamos en la Escuela de Defensa Nacional de la República Argentina, la necesidad urgente de crear un Colegio Suramericano de Defensa.
Decíamos que una identidad cultural se adquiere a partir de una Educación Común que nos reencuentre con nuestro ser histórico real, ya que nuestro drama es que somos una totalidad que nos cuesta totalizarnos, y así resulta casi imposible identificar nuestros Intereses Vitales Comunes o Bienes Públicos Regionales en un más allá de nuestros Estados, y en un plano espacial suramericano, ya que somos una potencia acuífera, alimentaria, energética, en biodiversidad y en un origen y un futuro comunes. Y ello sólo se logra mediante la educación. Es inconcebible pensar una doctrina suramericana cooperativa sin una educación que sea la correa de reencuentro con nuestra cultura. En el fondo, se trata de lograr una ciudadanía regional. Y hablamos a todos los niveles; si no,  no hay Estado Continental posible. Pero el Consejo Suramericano es nuestro músculo, decíamos.
Y hoy vemos como un salto gigantesco las declaraciones realizadas por el ministro de Defensa de Brasil Celso Amorim, quien afirma que planteará en Lima la necesidad de impulsar un Colegio Suramericano de Defensa, ubicando a Brasil a la altura de los desafíos de la historia.
Más aun, explicó que no necesariamente debe existir el Colegio en un solo lugar, aludiendo que ya existe el Centro de Estudios Estratégicos de la Unasur en Buenos Aires, y un Curso Avanzado de Defensa Sudamericano en la Escuela Superior de Guerra del Brasil.
Lo consideramos un paso de enorme magnitud y trascendencia, y también la idea de que funcione descentralizadamente, o sea que haya múltiples sedes de  un futuro Colegio.
Pero también resulta necesario dejar en claro que los lineamientos doctrinarios y curriculares que emanen de la doctrina se desprendan del Centro de Estudios Estratégicos de Defensa de la Unasur que funciona en Buenos Aires, para que el gigantesco esfuerzo tenga un rumbo y horizonte, para no caer en un montón de islitas, y con ella daremos el gran salto cualitativo y cuantitativo pendiente, que pasa por la Soberanía Cultural a partir de la Geopolítica, entendiéndola como el Pensamiento estratégico del movimiento de la Historia en la dinámica de los espacios que nunca son neutros, y para nosotros lograrlos existe un único camino: una Geopolítica de la Patria Grande, para lograr nuestro pasaporte a la historia, al decir de Helio Jaguaribe.

*Publicado en Tiempo Argentino

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