Ante
los agravios dirigidos a Ernesto Laclau por la revista Noticias se nos
presenta el interrogante inmediato que estas acciones producen: ¿Caben
respuestas a golpes y operaciones tan burdas? ¿Es necesario plantear
contrapuntos que recuerden el valor fundamental de la obra de Laclau?
¿No basta con la sola lectura del manoseo conceptual que implican esa
nota y esa tapa?
Planteado así, la pequeña tarea aquí emprendida parece innecesaria
o, al menos, prescindible. Sin embargo, se intentará avanzar sobre un
sentido de la discusión que este agravio implica. Fontevecchia se ha
jactado de su “no complicidad” con la dictadura, planteando que su grupo
se consolida luego de la misma, pero allí está una de las claves a
desarrollar. Perfil puede no haber sido cómplice de la dictadura, pero
es un grupo hijo de esa dictadura y, por ende, es un hijo del
neoliberalismo.
Claramente el neoliberalismo no es sólo una concepción acerca de la
economía, se trata de un proyecto y, como tal, tiene una definición
respecto del periodismo. En este sentido, Perfil (y la revista Noticias
en particular) reproduce en sus relatos y sus estéticas el decálogo
neoliberal al pie de la letra.
El tipo de ataque que en esta oportunidad hace foco en Ernesto
Laclau marca la persistencia fuerte de esta mirada. Persistencia que se
materializa en sus modos de narrar, en la construcción de una forma de
concebir la política desde la frivolidad, y la acción de resumir la
complejidad de los procesos sociales, en supuestos ideólogos que desde
las sombras diseñarían el mapa político. Esto nos habla a las claras del
desprecio inocultable que el grupo tiene por las voluntades populares y
las acciones de las mayorías, cuando considera el mapa político el
resultado de un juego de marionetas digitado desde una estructura
superior. El mecanismo es burdo y la operación mediática absolutamente
endeble, pero, en la disputa cotidiana por los sentidos de lo político,
resulta necesario marcar una y mil veces lo sutil y lo grosero de estos
ataques.
Dicho esto, si fuese factible hablar de una “sociedad polarizada”:
¿Quién estaría ejecutando polarización? ¿Las reflexiones teóricas de
Laclau o el periodismo amarillista que postula desde su lugar político,
un llamado constante a la antipolítica? ¿Quiénes serían los verdaderos
ideólogos de la división sino aquellos que están dispuestos a todo por
sostener sus posiciones dominantes para agraviar?
Publicado en Página12
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