viernes, 23 de noviembre de 2012

EL DISCURSO DEL AMO RECITADO POR EL ESCLAVO

Por Carlos Raimundi*

En esta segunda parte, no le daré la centralidad –como sí lo hice en la primera– a esa oligarquía rancia, no tanto referenciada en su abolengo –lo que sería un prejuicio– sino en sus prácticas. Esa que se ha enriquecido haciendo trampas al país, la que ascendió al precio de la ruina del Estado y de las mayorías populares, la cómplice del saqueo, la de los grandes estudios jurídicos y contables dedicados a legalizar la elusión de impuestos, la que humilló y denigró históricamente a miles de trabajadoras y trabajadores.
En este trabajo me referiré a esos sectores medios que en muchos aspectos cultivan la rectitud en sus comportamientos (aunque muchas veces pacatos), que no roban, que han conseguido un buen pasar por razones de herencia, de movilidad social ascendente o de mérito personal, que pagan impuestos y tienen en blanco a su personal. Y que, sin embargo, a la hora de analizar la coyuntura política, lo hacen desde la perspectiva que le inculcan los medios dominantes. Sectores medios, medios bajos y hasta pobres, dispuestos a plegarse a las cacerolas del poder, en una especie de trasversalidad destituyente policlasista. En definitiva, el discurso del amo, recitado como propio de boca del esclavo.
La pregunta que surge a esta altura es: ¿podrían los procesos totalitarios, de proscripción, de ajuste, haberse prolongado en el tiempo por fuera del consentimiento de una parte muy importante de la sociedad en cuyo seno esos procesos acaecen? Y, al decir "parte muy importante de la sociedad", la expresión bien puede justificarse por su condición mayoritaria en cuanto al número, o bien en términos cualitativos, es decir, a partir de su capacidad para imprimirle a la etapa su modo de interpretar y significar esos acontecimientos.
Mi planteo es que deberíamos edificar defensas para que esa historia no se repita. No podemos regalar a esos sectores, sino que debemos asumir como central el desafío de desplazarlos del campo de la anécdota al amplio universo de la historia. El campo de la anécdota es el que intenta circunscribir el rumbo de un proyecto político a la declaración patrimonial de un funcionario –información la más de las veces manipulada– en lugar de analizar las grandes tendencias del modelo y la fuerza transformadora del sujeto que lo sustenta. Desde la perspectiva de cierto discurso, y su potencia para penetrar en ciertos sectores sociales permeables a ello, pareciera ser que una sentencia de primera instancia o una columna periodística constituyen el centro de una etapa histórica, y haberle dicho que no al ALCA en conjunto con América del Sur, es un mero detalle. Haber recuperado los fondos previsionales es menos importante que la reasignación de una partida menor del presupuesto, y restituirle al país la soberanía sobre sus hidrocarburos es insignificante si se lo compara con un rumor adverso impreso en el zócalo de un programa periodístico o con la marca de una cartera.
Es precisamente en este terreno, el de bregar por la construcción de un mensaje alternativo al de los poderes dominantes, donde el gobierno popular y las organizaciones políticas y sociales en que se sustenta debemos desplegar toda la batería de herramientas disponibles en pos de ese objetivo. Reconocer las razones históricas que la clase media tiene para no confiar en el peso como moneda de ahorro, pero al mismo tiempo explicar las diferencias estructurales que hoy existen respecto de ese pasado. Hoy estamos en presencia de un Estado, que, gracias al desendeudamiento, ya no sufre el estrangulamiento del sector externo, y merced al crecimiento con superávit, se ha convertido en tenedor mayoritario de divisas. Y que es justamente esa cualidad de controlar las principales variables macroeconómicas, lo que torna inviable que se desmadre la evolución de los precios. Y esto, no obstante el aumento que los mismos han tenido a consecuencia de la cartelización que rige la formación de los mismos, y la puja distributiva que hizo que las empresas trasladaran a los precios la recuperación salarial operada, de modo de mantener su tasa histórica de ganancia. Y lo mismo cabe decir de la necesidad de explicar las ventajas que apareja a los sectores medios la protección de nuestras industrias por vía del modelo de sustitución de importaciones. Y así también habría que explicar las ventajas de ir reconvirtiendo a pesos el mercado inmobiliario y la importante tasa de ahorro de la que hoy pueden gozar vastos sectores medios de nuestra sociedad. En definitiva, por primera vez, en muchos años, estamos en presencia de un gobierno que cuenta con algunas condiciones esenciales, que son favorables a un proceso de profundos cambios de paradigmas. La primera es el contexto latinoamericano, que cuenta con gobiernos populares de una densidad y fortaleza sin precedentes. La segunda es la férrea conducción política de la presidenta de la República. La tercera es lo ya mencionado respecto al control político de las variables macroeconómicas fundamentales. Y la cuarta es la gran capacidad de las organizaciones políticas y sociales afines al gobierno, de ocupar la calle y protagonizar el debate público.
A todo esto podría agregar una última conclusión. A corto plazo, hay que trabajar sobre esa franja de sectores medios en disputa. Y conste, una vez más, que no me refiero a la derecha oligárquica, de intereses irreconciliables a vencer, sino a esa otra franja social en disputa. Aun cuando se pueda ganar una elección sin ella, se trata de la ampliación de un bloque social capaz de garantizar una gobernabilidad más pacífica, y apoyar la profundización del proceso. Eso, a corto plazo.
Pero, a mediano plazo, esos sectores cada vez más vastos que se incorporan al espacio democrático en términos políticos, económicos y culturales por vía del plan Conectar Igualdad, de la educación cooperativa, de las primeras generaciones de universitarios, y tantas otras vías de inclusión, conformarán una nueva franja social ascendente, con niveles de consumo propios de las capas medias tradicionales, pero con otra estructura o matriz ideológica y cultural. Un nuevo paradigma cultural, despojado del perverso mensaje impuesto sutil e inteligentemente por el poder, aunque no menos perverso, durante las cuatro décadas precedentes al corte que se inició en nuestro país, en 2003.

*Publicado en Tiempo Argentino

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