lunes, 15 de julio de 2019

AUTENTICIDAD OPOSITORA

Imagen de "24Siete.info"
Por Roberto Marra
Hay experiencias en todo el Mundo sobre actitudes de los candidatos opositores a los regímenes neoliberales, conservadores y oligárquicos, tratando de adaptar sus discursos a lo que, se supone, desean escuchar los eternos “indecisos”, esa especie de “cardumen de inocentes” siempre dispuestos a ser pescados por el Poder con el anzuelo adornado por vistosos mensajes repletos de mentiras elaboradas para la ocasión proselitista. Y resulta por demás conocido el resultado de semejantes apareamientos discursivos, donde los triunfos se los lleva el original y no la fotocopia.
No tienen dudas los poderosos a la hora de sus odiosos mensajes. No trepidan en ampliar sus xenofobias, sus desprecios a la “grasa militante”, sus horribles halagos a los peores momentos de una Argentina de tiempos de muerte y desapariciones que promovían y gozaban, con la misma perversión que ahora envían a la muerte a miles de compatriotas por el hambre fabricado para elevar sus fortunas.
Pero sí dudan (o es lo que parece), algunos representantes del movimiento popular que se presentan como la llave para abrir la puerta de una nueva esperanza, un período de reconstrución necesariamente opuesto a todo lo que la actual administración esté realizando. Se lo nota en algunos discursos o mensajes donde aparecen los nobles objetivos de reformulación de una Nación devastada, entremezclados con intentos de asegurarles a los indecisos que no se repetirán supuestos “errores” de la anterior etapa “populista”, aun cuando esos “yerros” no fueran tales, sino honestos intentos de distribuir mejor los esfuerzos de la sociedad en busca de un desarrollo inclusivo y sostenible.
La sobreactuación en las manifestaciones de ese tipo, se supone que acarreará la confianza de esa particular parte del electorado que pretende aparentar no tener ideología alguna, aunque la ponga sobre la mesa con cada definición social que realize. Pero nada más veleidoso que los votos de los dubitativos, siempre listos a abonar el alto precio que imponen sus admirados ricachones, antes que aceptar que un trabajador asuma derechos que otrora fueran indiscutibles.
En esta “guerra” por el dominio de los sentidos de las mayorías, hace rato que el Poder ha logrado aventajarnos, desconociendo cualquier regla, aún las dictadas por ellos mismos en esa anquilosada Constitución que todavía nos rige. No es novedad que el dominio de los medios de comunicación han significado el hundimiento en el peor de los mundos de las mentiras programadas para someter con facilidad a los pueblos.
Lo saben mejor que nadie los actuales maniquíes que ofician de funcionarios, valiéndose de ellos con la caradurez que aplasta cualquier contradición con la realidad, a la que someten y revuelven en el lodo de las falacias estudiadas por sus “tanques de pensamientos”, con lo cual han logrado convencer hasta a sus opositores de la necesidad de aceptar ciertas “reglas” para dirigirse a los embelesados por la parafernalia televisiva. Todo culmina en un relato que, siendo opositor, no termina de oponerse a la raiz de los males que sustenta el actual estado de cosas. O, por lo menos, así se lo divulga.
Craso error de todos los movimientos populares en el Mundo, estas cobardías discursivas terminan alimentando la estupidez de los mareados por los poderosos y sus zanahorias de futuros imposibles. Acarrean agua para el molino de los que nunca se retiran del todo, los que siempre están agazapados en las bambalinas del escenario de las luchas políticas, los que hasta son capaces de aliarse con los sectores populares para lograr subir el escalón que los ubica por sobre los que iniciaron la lucha por modificar la vida del Pueblo sometido.
Son tiempos donde cada palabra cuenta, donde cada gesto induce, donde un recuerdo puede ser la herramienta para cambiar la orientación de las conciencias apabulladas por el enemigo con sus falsas prebendas nunca otorgadas. Es época donde se escucharán cientos de promesas vacías e inconsecuentes por parte de los que nunca cumplen pero casi siempre convencen. Son momentos donde más claros deben ser los mensajes, más exactos los diagnósticos y mejores todavía las formas de mostrar las capacidades para reformular los caminos a la nueva esperanza, que es la vieja, la misma de siempre, la mil veces aplastada y denostada bandera de la auténtica Justicia: la Social.

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