lunes, 8 de julio de 2019

LA HORA DE LA ASTUCIA

Imagen de "Notimérica"
Por Roberto Marra
Convencer al “soberano” no parece ser una tarea sencilla en tiempos donde la canalla mediática está, prácticamente toda, en manos del Poder. Se le suma a eso la necesidad de mantener cautivos a sus seguidores por parte de un gobierno que no tiene nada (bueno) para mostrar, salvo las estigmatizaciones que tanto aman ciertos sectores sociales proclives al desprecio de clase, incluso si el resultado posterior resulta catastrófico como el presente que transitamos.
En ese contexto, comienzan las publicidades proselitistas previas a las PASO, momento en el cual se debiera sentir la fuerza de quienes están dispuestos a barrer del mapa electoral a los obscenos fabricantes de muertos por el hambre y el frío. Debiera ser cuando la claridad conceptual se una a las propuestas certeras y seguras, respaldadas por razones que vayan más allá de las consignas obvias que serán presas fáciles del aparato comunicacional mendaz de quienes pretenden continuar con la destrucción social y material de la Nación.
Sin embargo, poco y nada se nota de semejante necesidad hecha realidad en los “spots” que han comenzado a circular. Casi una repetición de discursos que intentan generar adhesiones sin decir casi nada que pueda ser considerado una acción concreta a realizar cuando se asuman las responsabilidades de gobernar, si es que tal cosa sucediera.
Hay un enorme sector poblacional que no se emociona con los símbolos tan caros al peronismo, que no responde a otra cosa que a sus intereses particulares, donde el bolsillo marca sus límites para elegir, a quienes les da igual unos u otros con tal de “sentir” que no les arrebatarán sus supuestos derechos meritocráticos, que consideran siempre por encima del resto de los demás ciudadanos “de segunda”, tal como parecen considerar a los habitantes de la pobreza que ayudaron a construir con sus adhesiones al fraudulento régimen que transitamos desde hace casi cuatro años.
Es a ese sector poblacional que debieran dirigirse prioritariamente los mensajes proselitistas de la actual oposición, buscando relatar algo más que la realidad, que ya sufren lo suficiente como para que se la recuerden a cada instante, sabiendo además de sus responsabilidades para el pírrico logro de haber expulsado al “populismo” de la conducción del Estado. Debieran ser muy claras las expresiones de las acciones que se pretenden emprender si se triunfa, manifestando algo más contundente que frases vacías, respuestas concretas a las demandas complejas que, por su composición clasista, poseen estos miembros de esa parte de la sociedad que suele denominarse como “indecisos”.
Es muy elocuente decir lo que se piensa hacer, pero nada más persuasivo que poner sobre la mesa de la consideración general algunas pistas de cómo pretenden lograrse semejantes hechos reconstructores de un tejido social descuartizado, que necesita de prioridades insoslayables, para lo cual deberá contarse con los medios financieros y económicos que de algún lugar deberán salir. Aclarar antes que oscurezca, sería la figura que esta acción representa. Presentarse transparentes, pero sin exceder los límites de la comprensión que los escasos niveles de conciencia social de esos sectores “indecisos” estén dispuestos a soportar.
Resulta imprescindible utilizar todas las armas comunicacionales, recorrer todos los caminos hacia las mentalidades cerradas de los perdedores con ínfulas de socios de un gobierno que los esquilmó y los rebajó de “categoría”, un mediopelo que tuvo que abandonar sus intentos de “oligarcas de cabotaje” para sobrevivir en esta selva de maldades endeudadoras a la que nos arrojaron a todos.
Es hora de programar con inteligencia y sagacidad cada mensaje que se emita, cada palabra que se pronuncie, para elevar la discusión con el enemigo a niveles donde no pueda dar respuesta, envuelto como está en los excrementos de sus propias mentiras, cuyos horrores no podrían ser soportados en una Nación abandonada al arbitrio de la repetición de su mandato.

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