La guerra psicológica está montada en Venezuela. Los 
golpistas de antaño, clero, medios privados y empresarios voraces, a la 
sombra del imperio estadounidense, resurgen con nuevas tácticas de 
desestabilización a cinco meses de las elecciones presidenciales.
Buscan reeditar el golpe de Estado del 2002 con el concepto de “vacío
 de poder”. Mentir sistemáticamente con la especulación de que la 
enfermedad del Presidente Hugo Chávez es incurable y por ello “él 
estaría incapacitado” para seguir al frente del Estado. El veneno 
mediático se expandió durante un día entero de esta semana, en la cual 
mensajes cortos en twitter y las redes sociales fueron plegados por 
informes falsos que van desde la muerte del presidente Chávez hasta “el 
Presidente no puede gobernar desde lejos”.
Los responsables apuestan a que el “vacío de poder” oriente una 
opinión pública que dé un cheque en blanco a acciones violentas, 
predeterminadas y dirigidas a menoscabar el proceso de participación 
ciudadana electoral que garantiza la Constitución y que a todas luces 
dará el triunfo al actual gobierno del partido Socialista Unido de 
Venezuela.
El Presidente Chávez desde la Habana dijo: “lamentablemente parece que tendremos que irnos acostumbrarnos y, sobre todo en los siguientes meses, a vivir cruzados de rumores porque eso es parte de los laboratorios de guerra psicológica, laboratorios de guerra sucia que están activados día y noche en distintas partes de este continente.”
Vemos entonces que se continuará en forma creciente con el libreto en dos direcciones: opinión pública y acciones violentas. Estas dos últimas son partes constituyentes de la tipología de las guerras conocidas como de cuarta generación, en las cuales los medios de comunicación y los dispositivos electrónicos son usados para generar escenarios complejos de acción sorpresiva virulenta.
El Presidente Chávez desde la Habana dijo: “lamentablemente parece que tendremos que irnos acostumbrarnos y, sobre todo en los siguientes meses, a vivir cruzados de rumores porque eso es parte de los laboratorios de guerra psicológica, laboratorios de guerra sucia que están activados día y noche en distintas partes de este continente.”
Vemos entonces que se continuará en forma creciente con el libreto en dos direcciones: opinión pública y acciones violentas. Estas dos últimas son partes constituyentes de la tipología de las guerras conocidas como de cuarta generación, en las cuales los medios de comunicación y los dispositivos electrónicos son usados para generar escenarios complejos de acción sorpresiva virulenta.
No se trata de una guerra convencional de armas, sino de sustituir 
los comandos militares por unidades comando de información y propaganda 
que tienen como misión golpear las mentes y los corazones de la 
población, bajar la moral, desinformar, generar caos y llamar a la 
insubordinación de los sectores conservadores. Buscan generar con ello 
un escenario adecuado para acciones violentas y golpes simultáneos.
En el caso de Venezuela, la variante es anti bolivariana, es decir, 
la guerra de cuarta generación se atribuye al concepto de la guerra 
contraterrorista al concepto de la guerra anti bolivariana. Los 
ejércitos de desinformadores de la televisión corrosiva como es 
Globovisión ya cuentan en sus pautas con conceptos cargados de 
determinación negativa y manipulación emotiva: “bolivarianismo, 
chavista, populista”, etc.
Para ello se ha montado un plan de guerra psicológica que está 
destinado, según los teóricos de la guerra asimétrica, a aniquilar, 
controlar o asimilar a quienes son considerados sus enemigos. Esto es la
 manipulación de un individuo-masa que potencialmente se oponga, en este
 caso, al gobierno venezolano, a su partido y a la fuerza social que los
 sustenta.
Se trata de dislocar a la sociedad hasta convertirla masivamente en 
alienados programados que respondan a las directrices que los mass media
 determinen, tal y como lo experimentaron en un breve tiempo los medios 
de comunicación durante el golpe de 2002. Llamaron a apoyar el 
quebrantamiento del orden constitucional. Estas operaciones psicológicas
 constituyen un arma estratégica y operacional dominante y si logran sus
 objetivos, activarían un segundo plan que serían las acciones de 
violencia masiva.
Ante esta realidad, el pueblo venezolano cuenta con un nuevo desafío.
 Lo primero es reconocer que esta maquinaria de guerra está montada y 
aceitada para incidir en esta nueva coyuntura política. El enemigo es 
poderoso, concentra los medios privados y laboratorios de propaganda y 
guerra psicológica; cuenta con recursos económicos de los grupos del 
crimen organizado y tiene el respaldo de Washington.
Lo segundo es que el poder popular construido debe activar los medios
 de información que educan y organizan, esto es, los medios de 
comunicación comunitarios y participativos, además de la influencia que 
tienen los medios públicos radiales y televisivos de la Revolución. De 
tal manera que la verdad tenga posibilidades de masificarse y así 
neutralice la guerra de la desinformación.
Además los pilares populares, cuadros políticos, movimientos sociales
 y grupos de vanguardia deben conformar un frente político de masas que 
salga a las calles a defender de forma pacífica los logros del 
bolivarianismo.
Ante la guerra psicológica, movilizar los esfuerzos de la paz con 
justicia y dignidad. La batalla definitiva comienza en el terreno de las
 ideas, de cómo hacerlas defensa de los intereses populares y, para 
ello, la organización, los medios de comunicación adecuados y la 
voluntad de vencer.
*Publicado en Telesurtv.net 
 

 
 
 












 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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