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Por
Roberto Marra
No
existe un disfraz más utilizado entre las élites políticas de
cualquier país, esas que se desviven por demostrar sus sometimientos
al imperio, que el de “demócrata”. Nadie como ellos para hablar
de democracia, de libertad, de justicia, de transparencia y de estado
de derecho. Todo lo que jamás hacen, lo que de ningún modo
ejecutan, lo que nunca está entre sus verdaderos objetivos, forma
parte del arsenal de palabreríos inútiles mediante los cuales se
presentan ante sus pueblos y ante el Mundo, golpeándose el pecho
como si fueran “auténticos patriotas” cuando, en realidad, son
simples marionetas seducidas por el Poder que los maneja a su antojo.
Como
no podía ser de otra manera, no faltó la referencia a Venezuela,
paradigmática obsesión imperial a la que abonan, con sus miserables
obsecuencias, estos personajes que ofician de presidentes de nuestras
naciones, en realidad, meros “virreyes” al servicio del sistema
económico-financiero dominante. Los patoteros Macri, Bolsonaro, Abdo
Benitez, Tabaré Vázquez y Piñera, pretenden imponerle al Pueblo
venezolano el calendario electoral, para destituir al actual y
legítimo gobierno y colocar en su lugar a otro títere de sus mismas
condiciones rastreras.
Es
que no se contentan con dañar a los propios habitantes de sus
respectivas naciones, para lo cual impulsan acciones que resultan tan
ilegales, como ridículas sus pretensiones de liderazgos
continentales. Cuentan con el tenaz acompañamiento de la (mal)
llamada “prensa libre”. Libre , absolutamente, de verdades y
certezas, libre de reconocimiento de la realidad evidente, libre de
repetir hasta el hartazgo sus improperios noticiosos, donde el
maniqueísmo triunfa siempre sobre los hechos que se niegan a
verificar.
Como
si se tratara de la infanteria de un ejército de imbéciles,
millones de idiotizados creen, sostienen y repiten los mensajes de
“sus” presidentes, esos delegados de un Poder que no se contenta
con las estafas cotidianas y el robo sistemático con el que alimenta
sus arcas manchadas del sudor ajeno y la sangre de los empobrecidos.
Se construye así un mundo paralelo, necesario para poder justificar
la guerra de bloqueos y despojos de los bienes con la que se pretende
destruir a la Nación bolivariana.
En
esos “actings” miserables, una y otra vez se dan la mano los
hipócritas representantes de los sometidos, generando nuevos
engaños, promoviendo nuevas muertes derivadas de la pobreza impuesta
como condición para un “crecimiento” tan falso como sus
discursos elaborados desde los “tanques de pensamientos”, que no
son otra cosa que un grupo de malvivientes con ínfulas de
intelectuales, bien pagados por el imperio para la construcción de
la irrealidad que sirve de base para todas nuestras desgracias
consumadas.
Pasaron
por aquí estos sucios presidentes, vulgares ladrones de guantes
blancos, manchando nuestra tierra con sus odios programados, firmando
nuestras sentencias de muerte económica, desarmando la historia
construída con el sacrificio de los desaparecidos, los torturados y
los asesinados. Aquí estuvieron, listos para obligarnos a transitar
el viejo camino del sometimiento, el oscuro barranco hacia el abismo
de la miseria, señalando al supuesto “dictador” venezolano,
paradójicamente electo por el masivo voto popular, como el causante
de todos los males del continente que ellos están arruinando.
Los
mentirosos, una vez más, reunidos para tratar de borrar los logros
de los gobiernos populares. Los brutos, otra vez dispuestos para
arruinar nuestro futuro. Los ignorantes de sus propias condiciones de
sometidos, listos para ayudar a derrumbar la construcción de la
Patria Grande. Y la salida, nuevamente, en manos de un Pueblo
condenado a la reconstrucción permanente de sus sueños postergados.
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