lunes, 22 de julio de 2019

LA MISMA VERDAD DE SIEMPRE

Imagen de "El Pais Diario"
Por Roberto Marra
En tiempos donde cada palabra es estudiada minuciosamente como elemento de influencia sobre la población, donde la repetición de frases elaboradas por expertos comunicacionales van fabricando un pensamiento único, donde (además) se está transitando por un período de empobrecimiento material y moral, los opositores al actual gobierno suelen caer en la adopción de los relatos que más le conviene al enemigo, opinando de los temas que (ellos) desean, en los términos que (ellos) determinan, y hasta en los ámbitos que mejor les conviene (a ellos).
Es que realizar discursos donde el nombre del contrincante aparezca permanentemente, donde la mención de sus horrendas acciones son una y otra vez repetidas, donde las vivencias padecidas por la mayoría de las personas son multiplicadas, como una letanía que profundiza las heridas del sistema imperante, resulta claramente beneficioso para los fabricantes de las mentiras cotidianas, que resultan ser quienes están en boca de todos, incluso de quienes esperamos mucho más que anoticiarnos de nuestros padecimientos.
El Poder necesita que hablemos de lo que ellos instalan como temas “importantes”. Cada insulto, cada diatriba, cada expresión falaz, forma parte del criterio comunicacional creado con el fin de distraernos de la atención de lo realmente trascendente. Contestar cada una de las ofensas lleva tiempo y esfuerzo que se pierde para transmitir propuestas, que en las circunstancias actuales son de complejas características, por tener que demostrar mucho más que el enemigo, que goza de la complacencia mediática y de los favores de buena parte de los que parecen disfrutar con ser engañados.
Vivimos apabullados por los dobles mensajes, por discursos maniqueos donde se nos dice que está sucediendo lo que jamás sucede, donde se inauguran obras realizadas por otros gobiernos, donde con expresiones angeladas se ataca con furia a los candidatos opositores. Frente a semejante parafernalia mendaz, no cabe otra reacción que ignorarla o, al menos, disminuir su repetición, para dejar que se atraganten con sus improperios prefabricados y que terminen ahogados en sus excrementales vociferaciones.
El misterioso mundo de las subjetividades argentinas parece ser un caldo de cultivo muy eficaz para la multiplicación de las falsas verdades. Sin importar la cantidad de veces que se han utilizado las mismas consignas venenosas, una y otra vez se bebe la ponzoña del odio que generan los laboratorios oligárquicos, para terminar en el mismo lodo de miserias y atrasos, en el oscuro calabozo de mentiras donde nos quieren los poderosos, limitados al mínimo ejercicio de lo que alguna vez fueron nuestros derechos, quemadas en la hoguera del olvido y la traición a las que fueran las banderas que colmaban los sueños populares.
Ahora es cuando más se debe demostrar las capacidades de quienes pretenden representar a esta parte de la ciudadanía que nunca dejó de pensar ni de soñar. Ahora es el tiempo de renovar el arsenal de propuestas y consignas para enfrentar a tan poderoso enemigo, sin nombrarlo, sin mencionar sus perversiones, sin publicitar gratuitamente sus desvios morales. Y cautivar con la misma verdad de siempre, la que sobrevive en el corazón de un Pueblo mil veces traicionado, pero jamás vencido.

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