Imagen de "NODAL" |
Por
Roberto Marra
Existe
una tendencia que parece insoslayable para políticos de todos los
sectores, que se resume en dar como un hecho imposible de contradecir
al meneado “acuerdo” entre la Unión Europea y el Mercosur. Nadie
parece animarse a dar un “no” rotundo a semejante engendro
económico-financiero, evidentemente destinado al sometimiento
absoluto a los designios de la parte europea y el regreso a una
re-colonización de nuestros países, bajo la cobertura de supuestas
reglas equivalentes para ambas partes, las que en realidad solo son
letra muerta de un pacto entre leones y ratones.
El
histriónico “festejo”, pueril demostración de lo que entienden
estos pelafustanes acerca del significado de “gobernar” una
Nación, no hace más que ratificar sus pobrezas intelectuales y sus
testarudeces conducentes a la pauperización de cada vez mayores
sectores de la ciudadanía. Nada importa cuando de someterse a los
arbitrios de los poderosos del Mundo se trata. Menos todavía si las
víctimas siguen siendo los eternos perdedores de un sistema que
conduce irremediablemente al infierno de la miseria absoluta que ya
transitamos.
No
parece haber márgen para sostener semejante engendro
interjurisdiccional, basado en asimetrías tan evidentes como
denigrantes entre nuestros países, solo salvables mediante posturas
de firmezas inalterables ante las demandas de aperturas comerciales
profundamente lesivas para nuestra economía y mortal para el
desarrollo soberano de nuestra Nación. Imposible no ver el abismo
que nos separa de aquellos poderosos y del desastre programado con
evidencias tan obvias como inevitables para quienes caigan en sus
redes.
Tampoco
parece que deba soslayarse la importancia del intento, aún cuando
por ahora solo se trate de una aproximación que tarde años en
concretarse. Prestarse al juego de ir realizando pasos hacia ese
oscuro “acuerdo”, es ir cavando la fosa para nuestro desarrollo
independiente, que terminaría sometido lentamente (o no tanto) a lo
que decidan fronteras afuera, haciendo añicos las ilusiones de salir
de este espanto social al que arribamos por culpa de los entregadores
que, hay que decirlo, la mayoría de la población elevó a la
categoría de gobierno, gracias a los mismos tipos de engaños que
ahora pueden conducirnos a la siguiente ronda de padecimientos
extremos que nos preparan.
Se
trata de decidir entre tener o no tener Patria. Eso que parece
demasiado grandilocuente, es la razón final de toda esta movida
internacional, donde el Poder que maneja el Planeta está tratando de
re-alinear a sus “satélites” en medio de una disputa mundial por
la supremacía económica de la que somos una presa apetecible, tal
como lo son cada uno de los países de Nuestra América, reservorios
feraces de cuanta materia prima resulte útil para darle continuidad
a sus predominios científico-tecnológicos.
Es
desde esa certeza que debemos observar las maniobras del imperio y
sus adláteres europeos sobre nuestras naciones. Es desde allí que
se mueven los que intentan acabar con las experiencias populares de
desarrollos soberanos como Venezuela y Bolivia, inventando
“dictaduras” de historietas mal contadas, para promover golpes de
estado y retrocesos mortales para sus pueblos.
Son
esos los criterios que menean perniciosamente a través de los medios
dominantes, auténticos sistemas de obturación de las conciencias
libertarias, los muros donde se estrellan los deseos de justicia
social que han sido siempre los sencillos sueños de los pueblos
sometidos. Ese es el campo donde se da esta batalla que no se puede
soslayar ni pintar de color rosa. Ese es el lugar donde debemos
levantar nuestras “murallas” de conocimientos, colocar nuestra
“artillería” de sentimientos patrióticos y calar nuestras
“bayonetas” de decisiones inconmovibles ante el nuevo avance del
eterno enemigo. Y ese será el sitio donde habremos de derrotarlo con
la única arma que realmente temen: la unidad de los pueblos
decididos a ser libres.
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