Somos historia. Historia que construimos, destruimos y
reconstruimos todo el tiempo. Somos millones de ilusiones y decepciones, amores
y odios, esperanzas y abatimientos, alegrías y angustias. Y nos gusta pensar
que cada 365 días podemos volver a comenzar una nueva vida.
Pero el regreso del Planeta al mismo lugar cósmico no
implica que el tiempo, ese inexorable camino de ida, haya regresado a su punto
de partida. Solo se trata de una espiral infinita que transitamos mientras
intentamos ser felices. Ahí está la construcción cultural que la humanidad ha
generado a lo largo de las sucesivas civilizaciones.
En la persecución de esa utopía de la felicidad, nos
empeñamos la mayoría de los seres humanos cada día. La minoría no. O sí, pero
solo para ellos. Y esa minoría ha logrado, las más de las veces, convencer a
las mayorías que son lo que jamás podrán ser, como parte de una ilusoria prosperidad
que nunca alcanzarán.
Y aquí estamos, desde hace un año, justamente, observando
impávidos como una runfla de demonios disfrazados de humanos, nos conduce hacia
un abismo que ya visitamos varias veces. Con renovados y efectivos espejitos de
colores, ahora con forma de televisores, arrastran hacia la destrucción a
millones de personas, con el único y despiadado objetivo de la acumulación de
poder y dinero.
No escatiman esfuerzos en inventar falsedades ridículas que
convierten en verdades absolutas. Quien se niega a aceptarlas, será escarnecido
y perseguido por fiscales y jueces tan corruptos como sus mandantes. Con palos
y camiones hidrantes aplacarán los ánimos de quienes intenten hacer oír sus
reclamos. Con grotescas zanahorias de ilusiones millonarias arrastrarán de las narices
a los ignorantes.
Sin embargo, a pesar de tanta desgracia conocida, a pesar de
tanto dolor que jamás puede sentirse ajeno, volvemos a imaginar que es posible
cambiar la vida. Otra vez doblaremos la celestial curva eterna hacia la
felicidad que nunca alcanzamos del todo. En ese intento estaremos juntos quienes
compartimos la obstinada confianza en que otro Mundo es posible, convencidos
que, para construirlo, no bastará solo con soñarlo.
PIDAMOS EN EL BRINDIS DE FIN DE AÑO Y AÑO NUEVO, QUE SE LES SEQUE EL CHORRO A LOS SAQUEADORES DEL PAÍS SOBRE TODO A LOS FINANCISTAS Y MULTINACIONALES COMPLOTEROS.
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